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viernes, marzo 24, 2006

Zizek en Babelia

La edición del sábado 25 del suplemento cultural Babelia del diario El País está dedicada al esloveno Slavoj Zizek (Liubliana, 1949), uno de los intelectuales más influyentes hoy en el mundo. Enric González entrevista al pensador, quien manifiesta lo siguiente en un pasaje de la misma: "Mi problema es el siguiente: nosotros, la izquierda, aún no disponemos de una buena teoría sobre lo que fue el estalinismo. La Escuela de Francfort, Jurgen Habermas, todos estaban obsesionados con el marxismo y con el antisemitismo, pero no dijeron nada del estalinismo. Existe un libro de Herbert Marcuse, ya lo sé, pero no es más que una interpretación de los textos de los congresos del PCUS. Si lee usted a Habermas no podrá adivinar que mientras el filósofo escribía, había dos Alemanias. Un amigo de la Escuela de Francfort me explicó que no abordaron el estalinismo para no parecer anticomunistas. ¿Cómo? ¡Pero si eran abiertamente anticomunistas! ¡Algunos apoyaron la intervención estadounidense en Vietnam! ¿Cuál es la percepción fundamental de la Escuela de Francfort? Lo que llaman la dialéctica de la Ilustración, es decir, que existe un potencial opresivo totalitario en la Ilustración moderna europea. ¿Hay mejor ejemplo de ello que el estalinismo? Mientras el fascismo estaba abiertamente en contra de la Ilustración, el estalinismo constituía una Ilustración radical. No digo que el estalinismo fuera mejor que el nazismo, digo que hay en él algo realmente enigmático y desconocido. Un detalle revelador: los presos del Gulag tenían la obligación de enviar a Stalin telegramas de felicitación por su cumpleaños. ¿Se imagina a los judíos de Auschwitz felicitando a Hitler? Por la misma razón, los nazis no organizaron juicios para que los judíos confesaran que participaban en una conspiración mundial contra Alemania. Los estalinistas, en cambio, necesitaban confesiones y arrepentimientos, porque consideraban que incluso un traidor formaba parte de la razón universal y podía ver su propia mentira". En otros tramos, la entrevista discurre del siguiente modo:
-Usted cita en abundancia a Lenin y ha escrito un libro sobre él.
Mucha gente discute sobre la escasa participación de las mujeres en política y sobre si conviene establecer cuotas. Zapatero no se entretuvo en debates e impuso las cuotas. Eso es leninismo: dejémonos de esperar las condiciones objetivas, hagámoslo y veamos si funciona. Acerca de mi posición política, existe una cierta confusión. He escrito un libro sobre la actualidad del pensamiento leninista, pero lo que propongo es 'repetir' el leninismo en el sentido que Walter Benjamin daba al término 'repetir'. Eso supone reconocer que Lenin está muerto. Carezco de soluciones, me declaro más pesimista que los partidarios de las 'terceras vías'. Para mí, Tony Blair es un gran traidor. La izquierda debe ser reinventada.

¿Se puede pensar en una izquierda al margen del capitalismo?
Hay quien considera que mi leninismo es una provocación. También hay quien se ríe del 'fin de la historia' anunciado por Francis Fukuyama, pero todos actuamos como si Fukuyama tuviera razón, como si el capitalismo liberal fuera la culminación del progreso. No estoy loco ni preconizo la fundación de un nuevo partido revolucionario. Sólo propongo que mantengamos la mente abierta y no creamos que la tolerancia, el Estado de bienestar y las 'terceras vías' constituyen valores supremos.
Respecto al capitalismo, ha demostrado una capacidad casi infinita para engullir a quienes le contradicen.
Cierto. Hemos vivido varias veces la 'crisis final' del capitalismo. Para Marx fue el imperialismo, para Stalin fue el fascismo... El capitalismo siempre está en crisis y cada vez es más fuerte. Ahora hay bastantes que confían secretamente en que una gran catástrofe ecológica acabe con el capitalismo. ¡Al contrario! ¿Se imagina las oportunidades de inversión y negocio que se abrirían con esa catástrofe?
¿Y el nacionalismo? Usted ha vivido de cerca la tragedia yugoslava.

En la antigua Yugoslavia circulaban muchos chistes políticamente incorrectos, en los que los eslovenos eran siempre tacaños, los montenegrinos eran perezosos... El intercambio de ofensas de apariencia racista era continuo. Y eso facilitaba la convivencia. La prueba es que los chistes desaparecieron con la guerra. Sólo quedó la corrección política, que es un racismo reprimido. Hay que reírse. ¿Por qué no podemos reírnos del islam? A mí me interesa la religión musulmana, porque tanto Ismael, hijo de Abraham y Agar y patriarca de los árabes, como Mahoma eran huérfanos, y eso ha conducido a una religión antipatriarcal. ¿Sabe que hablar de Dios Padre es blasfemia en el islam? Deberíamos dejar de afrontar el islam con la memez de la lente multiculturalista y tratar a los musulmanes aceptando con naturalidad que son distintos a nosotros. En el siglo XIX, una de las críticas europeas al decadente Imperio Otomano era su 'degeneración multicultural'. Y ahora ya ve".
Enric González escribe a su vez un breve texto sobre Zizek, "De Marx a Matrix", y al final del mismo señala: "Su obra más reciente, publicada el mes pasado por la editorial del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), es, según Zizek, la cumbre de su trabajo. Se titula The parallax view. El 'parallax' al que se refiere es el fenómeno por el que un objeto parece desplazarse cuando cambia el punto desde el cual es observado. La obra reivindica el materialismo dialéctico y aborda la distancia insalvable entre nuestra experiencia de la realidad y su explicación científica". Por su parte, Reyes Mate hace lo propio, dando cuenta de cuatro nuevos libros de Zizek publicados en España: Arriesgar lo imposible: Conversaciones con Glyn Daly; una reedición de El títere y el enano. El núcleo perverso del cristianismo; Bienvenidos al desierto de lo real; y Lacrimae rerum. Ensayos sobre cine moderno y ciberespacio.

En la foto: Zizek, siempre polémico, afirma: "Yo estoy en contra de la tortura, pero puedo comprender ciertas situaciones. Pongámonos en el viejo caso de que tengo ante mí a un tipo que sabe dónde está secuestrado mi hijo: no puedo prometer que no le torturaría personalmente hasta que me diera la información. Lo importante es mantener la distinción entre un caso desesperado y la legalización de la tortura".