Babelia y entrevista a Mario Vargas Llosa
La edición del sábado 08 del suplemento cultural Babelia del diario El País está dedicada a "La huella republicana" española. El número, como siempre, trae mucho material de interés. Quiero mencionar también una extensa entrevista de Juan Cruz a Mario Vargas Llosa publicada el 29 de marzo en este mismo periódico. Realizada en su residencia en Barranco, en la misma Vargas Llosa "recorre sus siete décadas de vida y habla con serenidad de literatura, de su familia y de sus hijos". Transcribo el pasaje en el que se refiere a la relación con su padre: "No sé si fue su crueldad o que yo era un niño muy mimado por mis abuelos, por mis tíos; era el niño sin padre. Mi madre era una mujer divorciada, abandonada por su marido. Era una familia muy conservadora, católica; me dijeron que mi padre había muerto, no podían decir que mi madre estaba divorciada. Y me criaron como un niño engreído, como un sultán. Toda esa protección se acabó cuando yo me fui a vivir con mi padre, cuando ellos recompusieron su matrimonio; desde el primer momento, él impuso su autoridad, y además no intentó ganarme ni ser cariñoso. Además, cómo me iba a querer, si no me había visto nunca. Yo le resultaba más bien un estorbo para esa segunda luna de miel que tuvo con mi madre. Recuerdo bien cuando él llegó a Lima con mi mamá: sentí la soledad. Yo había vivido siempre en una casa llena de gente: los abuelos, los tíos, esa familia un poco bíblica. Y extrañé mucho esa casa. En los momentos en que podía estar con mi madre recuperaba la sensación del paraíso, pero cuando él aparecía todo se convertía en algo terrible. Además, le tenía tanto miedo que no quería estar solo con él, me iba a la cama en cuanto sentía que él llegaba a la casa. Era autoritario. Él se encontró con un niño muy mimado, y en un primer momento trató de resistirlo. Un día me pegó, y a mí nadie me había pegado nunca, jamás. Eso me desbarató la visión del mundo, me hizo descubrir una forma de violencia, de totalitarismo, y me acrecentó el miedo a la soledad. Todo eso lo asocio ahora con mi padre. Al mismo tiempo, fíjate, a mi padre le debo en gran parte el haberme aferrado con tanta terquedad a mi vocación: me aficioné a la literatura porque era lo que más podía defraudarle. Le llenaba de vergüenza tener un hijo poeta: ¡un hijo bohemio, uno de esos que andan en los cafés, un personaje algo ridículo! No podía enfrentarme a él, pero escribiendo poemas podía sentirme su contrincante. A escondidas, leía y escribía. Leer era la salvación. La verdadera vida no eran ni la rutina ni el miedo, sino la que estaba en los libros". También, esta pregunta: "Usted fue un izquierdista convencido, hasta que abrazó posiciones liberales. ¿Qué pasó?": "Fue un proceso. Estuve un año en el Partido Comunista, en 1953, cuando estaba en la universidad. Yo era un lector voraz de Sartre, de los existencialistas franceses. Esa influencia me sirvió para contrarrestar el carácter dogmático del marxismo que tenía el Partido Comunista peruano y todos los partidos comunistas latinoamericanos. En esas reuniones, yo usaba argumentos de Jean-Paul Sartre contra el realismo socialista, y fue en una de esas discusiones cuando un compañero de célula me llamó subhombre. Me aparté de los comunistas, pero seguí estando en la lucha de los movimientos de izquierda; estuve, incluso, en la democracia cristiana, porque se nucleaba en torno a Bustamante Rivero, que había sido un presidente honorabilísimo, y además tío mío, un hombre que era un modelo de corrección. Con los democristianos luché hasta la caída de la dictadura de Odría".
En la foto: Vargas Llosa: "[defiendo] un liberalismo que toma muchas cosas del socialismo y que reivindica la libertad como algo más importante que el poder".
En la foto: Vargas Llosa: "[defiendo] un liberalismo que toma muchas cosas del socialismo y que reivindica la libertad como algo más importante que el poder".