Giovanna Pollarolo sobre Nuevos súbditos de Ubilluz
Hoy en su columna de los sábados en Perú 21, Giovanna Pollarolo continúa ofreciendo su lectura (empezada la semana pasada) a "Nuevos súbditos: Cinismo y perversión en la sociedad contemporánea (IEP 2006), libro que reúne cinco ensayos, desde un enfoque lacaniano, escritos por Juan Carlos Ubilluz, profesor de Teoría Literaria en San Marcos y en la PUCP, y que se aproxima de manera novedosa, inquietante y polémica a la sociedad peruana contemporánea desde una perspectiva inédita hasta hoy", y cuya "enorme riqueza de las observaciones y análisis" de la que hace gala el autor "propone una mirada distinta de la usual", por lo que "invita a la discusión a economistas, comunicadores, analistas políticos; a todos aquellos que estudian, opinan, interpretan eventos y comportamientos".
Sin embargo, lo central en los comentarios de Pollarolo consiste en lo que denomina "el esquematismo y simplificación de la tesis" planteada por Ubillus en su libro. Así, la reseñista se formula por ejemplo las siguientes preguntas: "¿La corrupción durante el oncenio de Leguía tuvo marcas distintas [a los acontecimientos de la década pasada]? Y si es así, ¿en qué se diferencian?". Aquí es bueno dar una mirada al Prefacio del libro, que desde su segunda página sostiene que "sin duda, esta actitud 'tolerante' [en el Perú de ahora hacia quienes se sirven de los ideales colectivos a fin de hacer prosperar sus intereses individuales] tiene raíces profundas en el mundo criollo: recuérdese la manera jocosa (casi comprensiva) con la que Ricardo Palma narraba las transgresiones a la ley de los virreyes y otros personajes notorios de la colonia. No obstante, esta referencia a la cultura local-nacional no da propiamente cuenta de que hoy nos parezca cada vez más normal que ciertos personajes muestren una conducta obscena de manera pública" (12). He aquí una diferencia: "hoy nos parece cada vez más normal que ciertos personajes muestren una conducta obscena de manera pública". ¿Esta actitud 'tolerante' tenía las mismas marcas durante el oncenio de Leguía? Al parecer para Pollarolo sí, ya que señala que "uno piensa en cómo era la sociedad antes de la globalización y puede encontrar episodios por lo menos equivalentes a aquellos que le sirven al autor para demostrar el cinismo y la perversión provenientes del nuevo orden económico y de las leyes del mercado". ¿Encontrar equivalencias entre procesos sociales distintos anula el encuentro de diferencias entre esos mismos procesos?
Otro cuestionamiento formulado por Pollarolo tiene que ver con el análisis que Ubillus realiza al baile del perreo (que al parecer no es igual al novísimo "perreo-chacalonero") en el tercer capítulo del libro. Dice Pollarolo: "¿No escandalizaron también, en su momento, bailes como el alcatraz, el mambo, el tango, etcétera, hoy perfectamente asimilados al orden social? ¿Por qué estos sí pusieron en cuestión viejos y represores mandatos y el 'perreo' no es sino mera mercancía que ofrece el mercado?". Aquí encuentro esta cita de Ubillús: "En todas las épocas, la fantasía sexual ha funcionado como una escena que apacigua el horror de lo real, que gratifica de manera narcisista y sirve de material masturbatorio. Lo particular del perreo es que la fantasía narcisista del sujeto se haya apropiado de manera tan desublimada del espacio público. Que esta fantasía los jóvenes se la lleven a la cama, es algo que no podemos saber. Lo que sí sabemos es que el individualismo narcisista del capitalismo tardío -que se asocia generalmente con los yuppies y los metrosexuales- ha penetrado muy distintos segmentos sociales, incluso el bajo mundo de las pandillas. Y sabemos también que esta estructura fantasmática sostiene una realidad en la que cada vez nos parece más normal que el otro está allí no como un partenaire sino como parte de una mercancía que consuimimos para gozar" (118).
Pienso que sería interesante si en una siguiente entrega Pollarolo se ocupara del capítulo cuarto del libro, el titulado "Mario Vargas Llosa: el erotismo como piedra angular del capitalismo tardío" y que aborda sus novelas Elogio de la madrastra y Los cuadernos de don Rigoberto.
En la foto: el perreo, uno de los temas tratados por Ubilluz en su libro.
Sin embargo, lo central en los comentarios de Pollarolo consiste en lo que denomina "el esquematismo y simplificación de la tesis" planteada por Ubillus en su libro. Así, la reseñista se formula por ejemplo las siguientes preguntas: "¿La corrupción durante el oncenio de Leguía tuvo marcas distintas [a los acontecimientos de la década pasada]? Y si es así, ¿en qué se diferencian?". Aquí es bueno dar una mirada al Prefacio del libro, que desde su segunda página sostiene que "sin duda, esta actitud 'tolerante' [en el Perú de ahora hacia quienes se sirven de los ideales colectivos a fin de hacer prosperar sus intereses individuales] tiene raíces profundas en el mundo criollo: recuérdese la manera jocosa (casi comprensiva) con la que Ricardo Palma narraba las transgresiones a la ley de los virreyes y otros personajes notorios de la colonia. No obstante, esta referencia a la cultura local-nacional no da propiamente cuenta de que hoy nos parezca cada vez más normal que ciertos personajes muestren una conducta obscena de manera pública" (12). He aquí una diferencia: "hoy nos parece cada vez más normal que ciertos personajes muestren una conducta obscena de manera pública". ¿Esta actitud 'tolerante' tenía las mismas marcas durante el oncenio de Leguía? Al parecer para Pollarolo sí, ya que señala que "uno piensa en cómo era la sociedad antes de la globalización y puede encontrar episodios por lo menos equivalentes a aquellos que le sirven al autor para demostrar el cinismo y la perversión provenientes del nuevo orden económico y de las leyes del mercado". ¿Encontrar equivalencias entre procesos sociales distintos anula el encuentro de diferencias entre esos mismos procesos?
Otro cuestionamiento formulado por Pollarolo tiene que ver con el análisis que Ubillus realiza al baile del perreo (que al parecer no es igual al novísimo "perreo-chacalonero") en el tercer capítulo del libro. Dice Pollarolo: "¿No escandalizaron también, en su momento, bailes como el alcatraz, el mambo, el tango, etcétera, hoy perfectamente asimilados al orden social? ¿Por qué estos sí pusieron en cuestión viejos y represores mandatos y el 'perreo' no es sino mera mercancía que ofrece el mercado?". Aquí encuentro esta cita de Ubillús: "En todas las épocas, la fantasía sexual ha funcionado como una escena que apacigua el horror de lo real, que gratifica de manera narcisista y sirve de material masturbatorio. Lo particular del perreo es que la fantasía narcisista del sujeto se haya apropiado de manera tan desublimada del espacio público. Que esta fantasía los jóvenes se la lleven a la cama, es algo que no podemos saber. Lo que sí sabemos es que el individualismo narcisista del capitalismo tardío -que se asocia generalmente con los yuppies y los metrosexuales- ha penetrado muy distintos segmentos sociales, incluso el bajo mundo de las pandillas. Y sabemos también que esta estructura fantasmática sostiene una realidad en la que cada vez nos parece más normal que el otro está allí no como un partenaire sino como parte de una mercancía que consuimimos para gozar" (118).
Pienso que sería interesante si en una siguiente entrega Pollarolo se ocupara del capítulo cuarto del libro, el titulado "Mario Vargas Llosa: el erotismo como piedra angular del capitalismo tardío" y que aborda sus novelas Elogio de la madrastra y Los cuadernos de don Rigoberto.
En la foto: el perreo, uno de los temas tratados por Ubilluz en su libro.