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domingo, diciembre 31, 2006

Oscar Málaga, Miguel Rubio, Rodolfo Ybarra, Vargas Llosa

EL SECRETO DE LA TRAPECISTA: "Oscar Málaga se muestra como un diestro equilibrista de la prosa y el lenguaje poético en su última novela, El secreto de la trapecista. Con el circo como metáfora de una naturaleza humana deforme, excesiva, anormal, completa; recala en nuestro más íntimo ser: la infancia", afirma hoy Olga Rodríguez Ulloa en su reseña a dicha novela publicada en la sección cultural de Correo. También dice: "En este texto aparentemente ingenuo y lúdico se deslizan algunas ideas que han llegado, para bien o para mal, a formar parte de nuestro imaginario colectivo. Una de ellas, tal vez la más arraigada, es la perjudicial centralización limeña y el terror justificado de una clase dirigente hacia la rebelión india".
EL CUERPO AUSENTE: En la sección cultural de La Primera, Francisco Izquierdo publica una extensa entrevista a Miguel Rubio, director de Yuyachkani y autor del libro El cuerpo ausente. Incluyo las primeras dos preguntas. "¿Cuál consideras que fue el punto inicial para el surgimiento de este libro?": "Básicamente primó la idea de poner en blanco y negro las preguntas que nos hacíamos en el último periodo, el de la violencia política. Así, este texto ha salido a la luz pensando en los jóvenes que no han vivido esos años tan duros para nuestro país, a fin de que puedan acercarse a esa realidad por medio de este testimonio". "Dicho periodo, ¿tuvo muchas repercusiones en el grupo?": "Sí. Nos ha transformado esencialmente a nivel de creación: hemos regresado a la documentación, al teatro documento. Y eso a conllevado a cuestionar los límites de la puesta en escena, a crear una frontera entre la representación y la presentación, entre lo que es arte y vida, a idear eventos perfomativos inmediatos. Esta serie de repercusiones tienen mucho que ver con la dramaturgia, la intervención en espacios públicos...".
RODOLFO YBARRA: Letras.s5 publica una entrevista de Miguel Ildefonso a Rodolfo Ybarra, quien acaba de sacar de imprenta el poemario Ruptura de heje. Incluyo un pasaje en el que Ybarra narra unas visiones suyas sobre el desaparecido poeta Carlos Oliva (Lima, 1960 - 1994): "Tengo una visión: Escena UNO: veo a Carlos Oliva poniéndole un cuchillo en el cuello a Róger Santiváñez en el puente Santa Rosa. Son dos extraños pero la poesía los salvará a ambos. Escena DOS: Carlos Oliva con su polo del Centro Victoria me vende unos caramelos, compro diez y me los meto todos en la boca, tengo un sabor amargo de los que duermen en la calle, el resabio verdoso de la droga y el emoliente con alfalfa que tomé en la madrugada en Quilca, Las Rejas Agosto-Septiembre del 90. Escena TRES: Carlos Oliva corre con un reloj que logró arranchar a un transeúnte, nada lo podrá detener 'sin límites de velocidad', ni siquiera la combi que viene a 60 kilómetros por hora. Muchos querrán ocultar la verdad, pero para qué, si lo que importa es su poesía, y él está vivo ahí en cada verso, en cada palabra dejada para la posteridad. Escena CUATRO: estoy en la avenida Tacna cruzando el puente, estoy tratando de sacar un cartel de tránsito, estoy a quince metros de altura trepado como mono, me detengo ante los gritos de mis amigos, la vieja horda, cabellos largos, prendas de ropavejero, cadenas y púas. Un policía suena el pito, bajo apresurado y no logro evadir un alambre oxidado que me corta el brazo haciendo una horrible 'ese', ahora tendré tétanos hasta el día que me muera, aunque el tétano lo llaman enfermedad de los quince días, conmigo todo funciona diferente. Sigo adelante con mi vieja libreta de apuntes, aún tengo la sangre seca en hojas hongueadas. Alguien dirá que digo la verdad y sólo la verdad?! Ahora todo acaba. Todo se pierde en la nada, en la radio suena 'Maldito sea tu nombre' aquella vieja canción de Ángeles del Infierno, aquella banda Heavy que tanto me gustaba a mediados de los ochentas, ahora tengo que apagar el interruptor o cambiar de canal para siempre. Fin de la visión".
DICCIONARIO DEL AMANTE DE AMÉRICA LATINA: El pasado jueves, en la sección cultural de El Comercio Ricardo González Vigil reseñó el libro Diccionario del amante de América Latina de Mario Vargas Llosa, publicado por Paidós. "Este diccionario se publicó primero en francés, el 2005, como parte de una colección de la editorial parisina Plon que ofrece guías de los lugares más diversos (Egipto, Grecia, India...). No se trata de obras con el lenguaje usual de los diccionarios: secamente informativo, sumamente sintético, preocupado por incluir todas las entradas posibles sobre las cuestiones relacionadas con la temática del diccionario. Las han encargado a 'amantes' del tema, capaces de brindar una versión muy personal e iluminadora. En el caso de América Latina, escogieron a Mario Vargas Llosa, quien a lo largo de medio siglo ha escrito abundantemente sobre América Latina: artículos, reportajes, crónicas, reseñas y notas diversas, sin olvidar pasajes de sus libros en que retrata países, ciudades, personas, costumbres, etc", afirma. Incluyo la entrada del Diccionario dedicada a la capital peruana:
Lima: Dicen que el odio se confunde con el amor y debe de ser cierto porque a mí, que me paso la vida hablando pestes de Lima, hay muchas cosas de la ciudad que me emocionan. Por ejemplo, su neblina, esa gasa que la recubre de mayo a noviembre y que impresionó tanto a Melville cuando pasó por aquí (llamó a Lima, en Moby Dick, 'la ciudad más triste y extraña que se pueda imaginar' porque 'ha tomado el velo blanco' que 'acrecienta el horror de la angustia'). Me gusta su garúa, lluviecita invisible que uno siente como patitas de araña en la cara y que hace que todo ande siempre húmedo y que los vecinos de la ciudad nos sintamos en invierno algo batracios. Me gustan sus playas de aguas frías y olas grandes, ideales para surf. Y me gusta su viejo estadio donde voy a los partidos a hacerle barra al Universitario de Deportes. Pero sé que estas son debilidades muy personales y que las cosas más hermosas de mi país no están en ella sino en el interior, en sus desiertos, o en los Andes, o en la selva.

En la foto: Miguel Rubio.