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domingo, abril 29, 2007

El adiós de Watanabe

"Era las diez de la mañana y el día aún estaba nublado. Una tímida niebla se extendía por los alrededores de la iglesia Medalla Milagrosa, en San Isidro. Tras esa niebla y dentro la iglesia, se ofrecía una misa de cuerpo presente al fallecido poeta José Watanabe. El recordado vate, una de las voces más altas de la poesía peruana actual, murió el miércoles pasado víctima de un cáncer. Sin embargo, se esperó a que lleguen desde el extranjero sus hijas Maya, Tilsa e Isa para darle el último adiós. Como en su libro Banderas detrás de la niebla, detrás de la niebla había un gran poeta, el cortejo partió a las doce del día hacia el camposanto Parque de los Recuerdos, en Lurín. Una caravana de autos y cústeres siguió a la carroza mortuoria. Numerosos eran los amigos que querían estar a su lado. Sí, como el 'Masa' de Vallejo: '¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!'. Mientras avanzaba el féretro hacia el hoyo, cada quien, seguro, iba recordando su don de gente, su excelente poesía, su ternura y transparencia. Sí, su transparencia, porque José era de esos hombres que suelen llevar un lamparín dentro del pecho". Quien así escribe es Pedro Escribano, en sentida crónica publicada hoy en la sección cultural de La República. En este mismo diario, Federico de Cárdenas recuerda al poeta. "Conocí a José Watanabe a fines de los 70, en casa de Pancho Lombardi, que por entonces iniciaba una asociación que dio fruto en los guiones de Maruja en el infierno y La ciudad y los perros. Una relación de mutuo aprecio que, creo, alcanza los 30 años, se plasmó allí y se mantuvo a través del tiempo", escribe. Por su parte, en El Comercio Luis Nieto Degregori se expresa del autor de Habitó entre nosotros en estos términos: "Era un poeta de verso fino, preciso, diáfano, y a la vez una persona sencilla, amable, centrada. La única vez que tuve la oportunidad de conversar con él me buscó para pedirme información sobre el Corpus Christi de Cusco y ya para despedirse me dijo: 'Tú eres cusqueño profesional'. Sopesé sus palabras y comprendí que había calado en la esencia de lo que yo era. Y comprendí también que los Poetas, así con mayúsculas, son verdaderos demiurgos, creadores de un universo propio. La muerte le sobrevino cuando empezaba a ser reconocido en todo el mundo de habla hispana. ¡Su obra perdurará!". En su columna de Perú 21 Jorge Bruce, en un artículo titulado "Naufragio moral", coloca a modo de epígrafe estos versos del poema de Watanabe "Vivero": "Más allá la luz es atmósfera. Aquí es una lluvia de círculos intensos que se hunden entre el humus y las plantas pútridas". Ayer sábado el programa Presencia cultural de Canal 7, dirigido por Ernesto Hermoza, estuvo dedicado a Watanabe. Por otro lado, en Nudos, la revista de artes y letras dirigida por Carmen Herrera Nolorve y Ricardo Sumalavia, pueden descargar en formado pdf poemas de Watanabe presentados y traducidos al francés por Luis Fernando Jara. Finalmente, aquí en Santiago, la Revista de Libros del diario El Mercurio publica una entrevista inédita al autor realizada por Benjamín Labatut. Transcribo estas palabras suyas: "[Mi madre] era una mujer muy estoica, también refrenada, con un carácter serrano. Yo le admiraba mucho ese ánimo. Cuando yo era pequeño padecimos muchas carencias económicas, y mi madre llevó adelante la casa con mucha dignidad. No era muy culta en el sentido educacional, pero terminó siendo una depositaria de sabiduría popular. Hay una de sus frases típicas que metí en un poema: cuando uno venía a quejarse con ella, te decía: 'Tienes que aprender que la olla de barro en el fuego se hace más dura'. Su apellido es Varas, muy chileno además". Y estas otras: "El Perú es un lugar difícil, contradictorio. Yo creo que todo arte - creo que lo dijo Camus- es aquel que expresa la realidad y al mismo tiempo la rechaza. No puede haber un arte de aceptación. Yo creo que mi propio país estimula mi poesía. He estado afuera un montón de veces, pero no puedo dejarlo. Es extraño, porque no tengo un amor ideal hacia el país, sino que extraño sus contradicciones".

En la foto: José Watanabe. Adiós, poeta.