Gregorio Martínez entierra (por mientras) el hacha (y Vargas Llosa celebra lo que llama una bostezante sociedad chilena)
Perú 21 publica un artículo de Gregorio Martínez titulado "La fiebre de comer oro" en el que el autor de Tierra de caléndula realiza interesantes y reveladoras (con relación a su propio pensamiento) opiniones sobre la política sudamericana del momento. El artículo en sus dos primeros párrafos dice así: "Quién quiere ahora revolución. Peor aún la sospechosa revolución de un movimiento pertrechado con las carabinas de Ambrosio que, como planteamiento político, esgrimen Hugo Chávez, Evo Morales y el esperpento fascistoide Ollanta Humala. Qué diferencia, Michelle Bachelet, militante socialista y una vez perseguida y torturada por Augusto Pinochet, no alardea para nada de revolucionaria, ni en lo económico ni en lo político.
En la actual circunstancia de América Latina, a punto de perder el tren de la historia, lo que la gente reclama es desarrollo, dinero. Sostenido crecimiento del producto nacional en cada país y, por ende, trabajo, salario. Un puesto en la producción y en el quehacer social. Para los peruanos resulta una urgencia de vida o muerte. Subsidiar alimentos y servicios, establecer `precios justos´ como pretende Evo Morales imitando a Chávez, todo esto solo significa perpetuar la pobreza. Ningún precio es justo porque no lo establece una corte de justicia popular sino la ley impía de la oferta y la demanda. Esto es lo real y así lo reconoce un ultra que, por mientras, ha enterrado el hacha, lo cual no equivale a volverse de derecha como asume el comentarista político Fernando Rospigliosi".
Por otra parte, en la página de opinión del diario El Comercio se publica el artículo de Mario Vargas Llosa "Bostezos chilenos" en el que el autor de La guerra del fin del mundo ensaya, a propósito de las elecciones recientes en ese país, el por qué de sus éxitos como nación y sociedad: "Quienes, como yo, han seguido de cerca las elecciones chilenas, en las que Michelle Bachelet, la candidata de centro izquierda, se impuso al candidato de centro derecha Sebastián Piñera, deben haber experimentado, además de cierta envidia, una considerable sorpresa. ¿Era aquello Chile, un país latinoamericano? La verdad es que esa competencia electoral parecía una de aquellas aburridas justas cívicas en que los suizos o los suecos cambian o confirman cada cierto número de años a sus gobiernos, mucho más que una elección tercermundista, en la que un país se juega en las ánforas el modelo político, la organización social, y, a menudo, hasta la simple supervivencia.
Lo prototípico de una elección tercermundista es que en ella todo parece estar en cuestión y volver a fojas cero, desde la naturaleza misma de las instituciones hasta la política económica y las relaciones entre el poder y la sociedad. Todo puede revertirse de acuerdo al resultado electoral y, en consecuencia, el país retroceder de golpe, perdiendo de la noche a la mañana todo lo ganado a lo largo de años o seguir perseverando infinitamente en el error. Por eso, lo característico del subdesarrollo es vivir saltando, más hacia atrás que hacia delante, o en el mismo sitio, sin avanzar".
El artículo concluye con la siguiente afirmación, tan exageradamente vargallosiana: "Comparado con sus vecinos, el civilizado Chile de nuestros días es un país muy aburrido. Nosotros, en cambio, los peruanos, los bolivianos, los argentinos, los ecuatorianos, vivimos peligrosamente y no nos aburrimos nunca. Por eso nos va como nos va. ¡Quién como los chilenos que ahora buscan experiencias fuertes en la literatura, el cine o los deportes en vez de la política!".
Sobre la campaña electoral en el Perú, puedo comentar que viene siendo tan aburrida como le han parecido a Vargas Llosa las elecciones chilenas. A dos meses y poco más del día del sufragio, sin embargo (algo parecido acurrió también en Chile), no se sabe aún qué cosa puede pasar. El candidato que iba primero en las encuestas, Ollanta Humala, viene siendo fuertemente jaqueado con la acusación de haber cometido violaciones de derechos humanos, por la vía de asesinatos a pobladores de la zona de Tingo María, donde a inicios de los noventa operó como militar en la lucha contrasubversiva. Mientras que la candidata de Unidad Nacional, Lourdes Flores, aparece primera en todas las encuestas recientes con casi el doble de procentaje por sobre Humala. Pero aquí no se sabe nada. A modo de (espero) anécdota, puedo contar que ya son varios los taxistas que me comentan que votarán por la candidata de Alberto Fujimori, la congresista Martha Chávez. En el país del "aquí no pasa nada" puede, como bien se sabe, pasar de todo. Pero, como repito, todavía no hay nada dicho. Y sin embargo.
En la foto: Gregorio Martínez sostiene que enterrar el hacha no equivale a volverse de derecha.
En la actual circunstancia de América Latina, a punto de perder el tren de la historia, lo que la gente reclama es desarrollo, dinero. Sostenido crecimiento del producto nacional en cada país y, por ende, trabajo, salario. Un puesto en la producción y en el quehacer social. Para los peruanos resulta una urgencia de vida o muerte. Subsidiar alimentos y servicios, establecer `precios justos´ como pretende Evo Morales imitando a Chávez, todo esto solo significa perpetuar la pobreza. Ningún precio es justo porque no lo establece una corte de justicia popular sino la ley impía de la oferta y la demanda. Esto es lo real y así lo reconoce un ultra que, por mientras, ha enterrado el hacha, lo cual no equivale a volverse de derecha como asume el comentarista político Fernando Rospigliosi".
Por otra parte, en la página de opinión del diario El Comercio se publica el artículo de Mario Vargas Llosa "Bostezos chilenos" en el que el autor de La guerra del fin del mundo ensaya, a propósito de las elecciones recientes en ese país, el por qué de sus éxitos como nación y sociedad: "Quienes, como yo, han seguido de cerca las elecciones chilenas, en las que Michelle Bachelet, la candidata de centro izquierda, se impuso al candidato de centro derecha Sebastián Piñera, deben haber experimentado, además de cierta envidia, una considerable sorpresa. ¿Era aquello Chile, un país latinoamericano? La verdad es que esa competencia electoral parecía una de aquellas aburridas justas cívicas en que los suizos o los suecos cambian o confirman cada cierto número de años a sus gobiernos, mucho más que una elección tercermundista, en la que un país se juega en las ánforas el modelo político, la organización social, y, a menudo, hasta la simple supervivencia.
Lo prototípico de una elección tercermundista es que en ella todo parece estar en cuestión y volver a fojas cero, desde la naturaleza misma de las instituciones hasta la política económica y las relaciones entre el poder y la sociedad. Todo puede revertirse de acuerdo al resultado electoral y, en consecuencia, el país retroceder de golpe, perdiendo de la noche a la mañana todo lo ganado a lo largo de años o seguir perseverando infinitamente en el error. Por eso, lo característico del subdesarrollo es vivir saltando, más hacia atrás que hacia delante, o en el mismo sitio, sin avanzar".
El artículo concluye con la siguiente afirmación, tan exageradamente vargallosiana: "Comparado con sus vecinos, el civilizado Chile de nuestros días es un país muy aburrido. Nosotros, en cambio, los peruanos, los bolivianos, los argentinos, los ecuatorianos, vivimos peligrosamente y no nos aburrimos nunca. Por eso nos va como nos va. ¡Quién como los chilenos que ahora buscan experiencias fuertes en la literatura, el cine o los deportes en vez de la política!".
Sobre la campaña electoral en el Perú, puedo comentar que viene siendo tan aburrida como le han parecido a Vargas Llosa las elecciones chilenas. A dos meses y poco más del día del sufragio, sin embargo (algo parecido acurrió también en Chile), no se sabe aún qué cosa puede pasar. El candidato que iba primero en las encuestas, Ollanta Humala, viene siendo fuertemente jaqueado con la acusación de haber cometido violaciones de derechos humanos, por la vía de asesinatos a pobladores de la zona de Tingo María, donde a inicios de los noventa operó como militar en la lucha contrasubversiva. Mientras que la candidata de Unidad Nacional, Lourdes Flores, aparece primera en todas las encuestas recientes con casi el doble de procentaje por sobre Humala. Pero aquí no se sabe nada. A modo de (espero) anécdota, puedo contar que ya son varios los taxistas que me comentan que votarán por la candidata de Alberto Fujimori, la congresista Martha Chávez. En el país del "aquí no pasa nada" puede, como bien se sabe, pasar de todo. Pero, como repito, todavía no hay nada dicho. Y sin embargo.
En la foto: Gregorio Martínez sostiene que enterrar el hacha no equivale a volverse de derecha.