1ro de mayo: un día sin inmigrantes en Estados Unidos
Mañana lunes 1ro de mayo millones de hispanos que viven y trabajan en los Estados Unidos realizarán una jornada extraordinaria. En principio, llevarán la ficción a la realidad. ¿Cómo así? Tal y como la película del director mexicano Sergio Arau Un día sin mexicanos, los hispanos no saldrán a trabajar el día de mañana. "Un día los cerca de 36 millones de habitantes de California se despiertan y se dan cuenta de que falta una buena parte de la población: no llega la niñera, los basureros se rebasan, no hay quién conduzca los transportes escolares, faltan los cajeros de supermercados y tiendas, los restaurantes no ven a sus cocineros ni meseros. Los 14 millones de hispanos se esfumaron. Esa ausencia en toda la actividad económica, repleta de escenas jocosas en la cinta de Sergio Arau en el 2004, es la respuesta que espera una red de organizaciones hispanas que llaman a los millones de extranjeros en Estados Unidos a que el lunes 1 de mayo se sienta Un Día Sin Inmigrantes", informa una nota aparecida hoy en El Comercio.
Una de las organizaciones que conforman la mencionada red es la Unión Hispana, la cual ha venido convocando a los hispanos, a través de todo medio a su alcance, a plegarse a esta jornada de protesta a favor de una reforma migratoria justa. Estas son algunas de las medidas que se están adoptando para el desde ya histórico día de mañana: vestirse de blanco o usar un listón blanco en el pecho. No asistir al trabajo, no usar el servicio de transporte público (autobus, taxi, metro, tren). No usar servicios como cines, teatros, restaurantes, bares. No comprar gasolina. No ir a los supermercados ni comprar nada. No gastar dinero. No comprar productos de compañías que apoyan las carreras reeleccionistas de senadores que pretenden criminalizar a los hispanos indocumentados.
Dos escritores peruanos residentes en los Estados Unidos han venido informando respecto a la jornada de mañana. Enrique Bernales en su weblog publicó un comunicado. Eduardo González Viaña le ha dedicado uno de sus muy difundidos Correos de Salem. "De dos culpas se acusa a los inmigrantes. La primera es vivir del fisco sin pagar impuesto. La segunda es quitar el puesto de trabajo a los nacidos aquí. Ambos cargos son una impostura. Aunque posean papeles falsos, con ellos los trabajadores ilegales pagan impuestos. Además, la entidad correspondiente al final del año fiscal les extiende un documento supuestamente transitorio pero verdadero con el cual harán sus aportes durante toda su vida. La única diferencia con el resto es que estos 'taxpayers' no recibirán jamás, en contrapartida, ninguno de los beneficios de la Seguridad Social, todo lo cual los convierte en un multimillonario negocio redondo para el fisco. El otro cargo es más falso aún. Los profesionales que llegan aquí se convierten pronto en los mejores de su centro laboral y la razón es que vienen de países en los que el reto de la supervivencia es supremamente mayor. Los trabajadores manuales y campesinos, por su parte, hacen tareas que los norteamericanos rechazan. En cualquiera de las grandes ciudades, se tropieza uno con multitudes de robustos jóvenes estadounidenses que prefieren pedir monedas, 'spared change', al turista en vez de trabajar. Son, más bien, ellos los que viven del fisco y reciben estampillas de comida y una paga al mes en las ventanillas de la Seguridad Social", sostiene el autor de Los sueños de América.
Recuerdo algún mes de 1999 (posiblemente un 1ro de mayo también), cuando vivía en El Paso. Alguien (quizá algún estudiante mexicano) pasó la voz de que en la capital de Texas, Austin, habría una marcha de apoyo por los derechos de los inmigrantes hispanos. Fui. Al llegar, desfilamos ordenadamente unas mil, dos mil personas, y nos concentramos en el Capitolio. En los alrededores habían improvisado una feria ambulante. Vendían música, camisetas, libros (mucho marxismo, el Che), fanzines. Algunas líderes locales hablaron a través de un megáfono, hubo aplausos, cayó la tarde. Ese mismo día todo el mundo regresó a su ciudad. Lo de mañana definitivamente será una cosa totalmente distinta e inédita. Ya veremos qué nos dicen las noticias, pero el pulsional y constante envío de correos electrónicos que sobre el tema ha llegado a mi cuenta durante estos días me dice que mañana será un día sin igual.
En la foto: afiche de la película Un día sin mexicanos de Sergio Arau.
Una de las organizaciones que conforman la mencionada red es la Unión Hispana, la cual ha venido convocando a los hispanos, a través de todo medio a su alcance, a plegarse a esta jornada de protesta a favor de una reforma migratoria justa. Estas son algunas de las medidas que se están adoptando para el desde ya histórico día de mañana: vestirse de blanco o usar un listón blanco en el pecho. No asistir al trabajo, no usar el servicio de transporte público (autobus, taxi, metro, tren). No usar servicios como cines, teatros, restaurantes, bares. No comprar gasolina. No ir a los supermercados ni comprar nada. No gastar dinero. No comprar productos de compañías que apoyan las carreras reeleccionistas de senadores que pretenden criminalizar a los hispanos indocumentados.
Dos escritores peruanos residentes en los Estados Unidos han venido informando respecto a la jornada de mañana. Enrique Bernales en su weblog publicó un comunicado. Eduardo González Viaña le ha dedicado uno de sus muy difundidos Correos de Salem. "De dos culpas se acusa a los inmigrantes. La primera es vivir del fisco sin pagar impuesto. La segunda es quitar el puesto de trabajo a los nacidos aquí. Ambos cargos son una impostura. Aunque posean papeles falsos, con ellos los trabajadores ilegales pagan impuestos. Además, la entidad correspondiente al final del año fiscal les extiende un documento supuestamente transitorio pero verdadero con el cual harán sus aportes durante toda su vida. La única diferencia con el resto es que estos 'taxpayers' no recibirán jamás, en contrapartida, ninguno de los beneficios de la Seguridad Social, todo lo cual los convierte en un multimillonario negocio redondo para el fisco. El otro cargo es más falso aún. Los profesionales que llegan aquí se convierten pronto en los mejores de su centro laboral y la razón es que vienen de países en los que el reto de la supervivencia es supremamente mayor. Los trabajadores manuales y campesinos, por su parte, hacen tareas que los norteamericanos rechazan. En cualquiera de las grandes ciudades, se tropieza uno con multitudes de robustos jóvenes estadounidenses que prefieren pedir monedas, 'spared change', al turista en vez de trabajar. Son, más bien, ellos los que viven del fisco y reciben estampillas de comida y una paga al mes en las ventanillas de la Seguridad Social", sostiene el autor de Los sueños de América.
Recuerdo algún mes de 1999 (posiblemente un 1ro de mayo también), cuando vivía en El Paso. Alguien (quizá algún estudiante mexicano) pasó la voz de que en la capital de Texas, Austin, habría una marcha de apoyo por los derechos de los inmigrantes hispanos. Fui. Al llegar, desfilamos ordenadamente unas mil, dos mil personas, y nos concentramos en el Capitolio. En los alrededores habían improvisado una feria ambulante. Vendían música, camisetas, libros (mucho marxismo, el Che), fanzines. Algunas líderes locales hablaron a través de un megáfono, hubo aplausos, cayó la tarde. Ese mismo día todo el mundo regresó a su ciudad. Lo de mañana definitivamente será una cosa totalmente distinta e inédita. Ya veremos qué nos dicen las noticias, pero el pulsional y constante envío de correos electrónicos que sobre el tema ha llegado a mi cuenta durante estos días me dice que mañana será un día sin igual.
En la foto: afiche de la película Un día sin mexicanos de Sergio Arau.