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lunes, mayo 29, 2006

Vargas Llosa, Allen, Bryce, Fuentes, Roncagliolo, Degregori y Nelson Manrique

El sábado la sección cultural de La República, y tal y como se adelantara aquí los primeros días de este mes, dio cuenta del nuevo proyecto narrativo de Mario Vargas Llosa: "novelar la historia del antiesclavista irlandés Roger Casement (1864-1916)". Y en el suplemento El Sábado de El Mercurio, Alberto Fuguet entrevista al cineasta Woody Allen a propósito de su nueva cinta Match Point, la cual no hace falta recomendar pero sí les digo vayan a verla. Y ayer, en la sección de opinión de El Comercio, Alfredo Bryce escribe sobre "La enfermedad de la nostalgia" a partir de dos "grandes novelas de nuestro tiempo, El gran Gatsby, (1925), de Francis Scott Fitzgerald y El gran Meaulnes, (1913), de Alain Fournier[,] verdaderas y magistrales exploraciones de los límites de la nostalgia". Mientras que Carlos Fuentes se ocupa de "Roosevelt y la libertad de expresión latinoamericana". "Tengo una personal admiración hacia Roosevelt porque en 1938, siendo mi padre consejero de la Embajada de México en Washington, el presidente Lázaro Cárdenas nacionalizó la riqueza petrolera mexicana y el presidente Roosevelt respetó esta decisión", confiesa el narrador mexicano. Ayer también, en La Nación de Chile, Santiago Roncagliolo, quien es presentado como "el novísimo referente de la literatura hispanoamericana en España", es entrevistado por Sergio Marras, el cual afirma lo siguiente: "Lo interesante de este narrador es su insistencia en ser observador más que inventor, testigo más que pontífice, y aunque propala discurso público social y político, que recuerda a los escritores pensadores del boom, tiene la prudencia de hacerlo desde la calle y no desde el púlpito ni tampoco del estrado". Roncagliolo, entre otras cosas, comenta esto de aquí: "Una cosa que yo nunca pensé que iba a ver es a Mario Vargas Llosa pidiendo el voto para Alan García. Es una cosa de locos". Y a propósito de política electoral (a una semana de las elecciones dos puntos hacia arriba y dos puntos hacia abajo del 50% separan a ambos candidatos según la encuesta de Apoyo publicada ayer por El Comercio), en su columna en Perú 21 el día sábado, Carlos Iván Degregori (quien dice bien claro que no votará por Ollanta Humala), escribe lo siguiente: "No, qué va, pero a quién se le podría ocurrir que la cuasi unanimidad contra Humala que se aprecia en los medios pueda parecer sospechosa. Solo a un paranoico, candidato al hospital psiquiátrico junto a algún congresista electo de UPP. Pues paranoico me estaré volviendo, porque nunca había visto algo semejante. Hubiera preferido que saquen en procesión una imagen sagrada, como sucedió en 1990. Porque lo que estos días ven mis ojos, posiblemente premodernos, es el lado obsceno del poder". Precisamente, ayer Patricia del Río entrevistó en El Comercio a Degregori, y entre otras cosas expresa que "Humala es solo un síntoma de algo que está profundamente mal en el Perú, y que una 'aspirina García' tampoco va a resolver. No queremos darnos cuenta de que Humala es como un holograma, un fantasma creado por nosotros, que nos está dando miedo. Felizmente ha salido como ha salido; porque, repito, si hemos vivido tal conmoción [durante los ochenta] y no hemos hecho nada para resolverla, ha podido ser mucho peor y todavía podría serlo". Yo aún no defino mi voto, pero de las cuatro opciones posibles (uno u otro, viciado o en blanco), me voy quedando con dos alternativas, una por par (no Alan, no en blanco). Por su parte, en su columna de hoy en Perú 21, Nelson Manrique sustenta por qué viciará su voto este domingo. Manrique coincide también con Degregori respecto al papel de los medios de comunicación en esta campaña electoral: "A seis días de las elecciones, nada está dicho, según la última encuesta de Apoyo, publicada el día de ayer por El Comercio, la cual concluye que existe un empate técnico, situado dentro del margen estadístico de error de más o menos 2%. Estas elecciones han mostrado hasta qué punto la democracia peruana sigue siendo un precario taparrabos tras el cual se disimulan mal los intereses de los grandes grupos de poder que gobiernan realmente el país, más allá del formalismo de asistir a las urnas para votar. En este proceso, la mayoría de los medios de comunicación han cumplido un papel especialmente penoso, mostrando un total desprecio por la democracia, en lo que a manejo unilateral de la información, manipulación de las noticias y uso abusivo de los canales se refiere. En lugar de entregar información objetiva, para que los ciudadanos puedan decidir responsablemente, han intentado imponer descaradamente al país los intereses de sus dueños".

En la foto: Carlos Iván Degregori.