Mario Vargas Llosa en Estocolmo

Una de las novelas giraría en torno a un personaje histórico muy interesante pero un poco olvidado, Roger Casement (1864-1916), que formó parte del servicio diplomático británico y jugó un rol importantísimo en las denuncias contra las atrocidades que bajo el mandato del rey Leopoldo, de Bélgica, se cometieron en el Congo. Después, cuando fue nombrado cónsul de Gran Bretaña en Pará, Casement participó también en la campaña contra los crímenes de los caucheros en el Putumayo. Lo dramático del caso, y que le confiere un sentido trágico o novelesco a la vida de Casement, es que al final los ingleses llegaron a descubrir que él no sólo simpatizaba con la causa de los nacionalistas irlandeses, sino incluso estaba comprometido en el contrabando de armas. Por ese motivo, los ingleses, que en materia de la seguridad del imperio no se venían con cuentos, lo ahorcaron.
Arroyo Reyes, que en su reciente libro Nuestros años diez. La Asociación Pro-Indígena, el levantamiento de Rumi Maqui y el incaísmo modernista hace alusión a Casement (pág. 29), tiene la impresión de que este singular personaje empezó a inquietar a Vargas Llosa desde que éste escribiera el prólogo al libro El fantasma del rey Leopoldo. Una historia de codicia, terror y heroísmo en el África colonial (2002), de Adam Hochschild.
La otra novela que Vargas Llosa piensa escribir sería una continuación de Elogio de la madrastra y Los cuadernos de don Rigoberto, aunque en esta tercera entrega la trama y las peripecias se focalizarían alrededor de la madrastra Lucrecia.
Es cuestión de esperar para saber qué forma tomarán ambos proyectos. Por lo pronto, ya está empezando a difundirse por el mundo su muy reciente novela Travesuras de la niña mala.