Weblog y eutanasia
Una nota del diario El País, firmada por Fernando de Luis-Orueta, da cuenta hoy del reciente fallecimiento de Jorge León, un pentapléjico de 53 años que en agosto del año pasado había abierto un weblog, "Destilados pentapléjicos", en el que escribía, bajo el sobrenombre de Lucas S., "reflexiones descarnadas sin esperanzas", y cuya última entrada data del pasado martes 2 de mayo. Jorge León se presentaba como un "adulto pentapléjico desde el 2000 por lesión medular en C3". Según cuenta Luis-Orueta, "un dispositivo acoplado a su cabeza le permitía manejar el ordenador a pesar de no poder mover más que los labios". León emitió numerosas llamadas de auxilio en su weblog para que lo ayudaran a morir. El 21 de marzo formalizó su llamada de auxilio con estas palabras: "'Ante la perspectiva de acabar en breve en una residencia abandonándome a una muerte miserable lanzo el siguiente mensaje por si el azar por una vez se torna generoso'. Solicitaba 'ayuda directa, indirecta, contactos…'. 'Necesito la mano que sostiene el vaso, la mano hábil que supla mi mano inútil, una mano que actué según mi voluntad aún libre: tengo todo preparado para que quien me ayude quede incógnito'. Ese anonimato empezaba por pedir que nadie se dirigiera a él por correo electrónico sino llamándole por teléfono desde una cabina pública o mediante una carta enviada a su piso de Valladolid. Tal vez obtuvo respuesta: su hermano ha dicho a EFE que quiere 'dar las gracias a quienes le han ayudado' y 'se han jugado algo para ayudar a que una persona deje de sufrir y tenga una muerte decente'. Carlos asegura que desconoce quién pudo hacerlo y que tanto él como Ana, la cuidadora con la que mantenía 'lazos de afecto y complicidad', han estado al margen de su plan. En el blog queda patente que no se trataba de una decisión desesperada sino fruto de una reflexión profunda, casi filosófica, comentada en textos en los que se entremezclan citas de Robespierre o poetas chinos. Su mayor preocupación era morir lúcido: 'En mi caso prefiero acabar de morir, mientras tenga control sobre mi cabeza que llegar a ciertos estados de sufrimiento irreversible sin capacidad de libre decisión'". Jorge León había enviado también cartas sobre el tema a El País. En una de ellas manifestaba que la muerte asistida "ha dejado de ser sólo una cuestión ética en reflexiones minoritarias para convertirse en un problema perentorio para un número de personas en constante aumento".