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lunes, octubre 23, 2006

Gustavo Faverón y propuestas de mestizaje como esperanza final

Hoy en la página cultural de Correo, M. Eráusquin y C. M. Sotomayor entrevistan a Gustavo Faverón a propósito de su antología sobre la violencia política Toda la sangre (en este link podrán ver la lista de cuentos seleccionados). Incluyo la pregunta final: "¿Cómo se maneja el tema de la reconciliación en nuestra literatura?": "Hay varias obras literarias de escritores peruanos durante los últimos años, en donde de alguna manera brilla una especie de esperanza de reconciliación, desde ópticas muy distintas. Está la novela breve de Julio Ortega Adiós, Ayacucho, o la versión teatral que hizo Yuyachkani. Como que alumbran una especie de camino lejano y borroso hacia la reconciliación. Esa figura final de este personaje que ha sido destrozado por el Ejército, que está muerto en vida y que sólo tiene la mitad de su cuerpo y llega a la Plaza de Armas de Lima, y entra a la Catedral y decide reemplazar la mitad de los huesos que le faltan a él con los de Francisco Pizarro, aun sabiendo que quizá no sean de Pizarro. Es simbólico que el cuerpo que se va a formar es uno cuyo esqueleto va a estar compuesto por la mitad de este conquistador español y la otra mitad por esta víctima del terrorismo, que es un campesino ayacuchano. Allí hay una nueva propuesta de mestizaje como esperanza final".
Respecto a esta última afirmación de "una nueva propuesta de mestizaje como esperanza final" recuerdo estas reflexiones de Raúl Bueno en el primer capítulo de su libro Antonio Cornejo Polar y los avatares de la cultura latinoamericana (Fondo Editorial UNMSM, 2004), al cual pueden acceder aquí en versión pdf: "Contra la heterogenieidad afirmada y positiva se alza el equívoco del mestizaje generalizado y homogeneizante. Aunque mestizo yo mismo, no creo que un mestizaje de aspiraciones universalistas sea la solución al conflicto de América Latina. Por mucho tiempo el mestizaje fue postulado entre nosotros -en una suerte de adaptación local del universal iluminista- como el recurso allanador de las diferencias y evaporador de los conflictos que en ellas se sustentan. Pero esa tesis falla básicamente porque se apoya en criterios de raza ('raza de bronce', 'raza cósmica'), y bien sabemos que a las razas les toma biológicamente mucho tiempo para resolverse en un tercero uniforme y general. Además, yo creo que falla también moralmente, porque supone una suerte de genocidio blando: implica en el fondo y a la larga la extinción de ciertas razas primarias: en este caso las razas india y negra. Es cierto que un honorable horizonte de mestizaje se ensancha por cuenta propia en la realidad que llamamos América Latina, pero hay que reconocer que ese mestizaje no constituye un proceso homogéneo ni mucho menos, sino un conjunto muy heterogéneo de mestizajes, que visiblemente desdice la unificación utópica soñada por Vasconcelos. Ejemplo de ello puede verse en Venezuela, donde la cultura llanera se codea con las culturas afro-caribeña, andina, amazónica y metropolitana. Seamos realistas, otros quinientos años de historia no van a diluir las diferencias culturales y raciales que esa heterogeneidad supone, sino que las van a descomponer en grado e influencia, a diversificar también y a ahondar en ciertos casos. De modo que no cabe confiarle al mestizaje la solución a las tensiones y contradicciones de estos pueblos. Argumentar en ese sentido es supeditar a la naturaleza nuestras acciones políticas, y, con ello, postergar históricamente la verdadera integración de América Latina" (22-23).
Parece que el mestizaje que propone Ortega (o Faverón) sería una solución social y psíquica parcial y no profunda, según lo que se extrae del estudio de Bueno. Difícil que haya reconciliación sin justicia para la mitad descuartizada, partiendo, para comenzar, de las condiciones que permitieron el descuartizamiento.

PD Viernes 27:
¿Que no dijo lo que dijo?

Gustavo Faverón ha publicado el día de ayer una respuesta a este post, en el cual señalo algunas inconsistencias en su entrevista al diario Correo. Para Faverón, sus declaraciones fueron hechas "muy a la volada". Si es así, ¿por qué dejó que se publicaran? ¿Por qué no hizo las puntualizaciones respectivas cuando acusó recibo de la nota en su weblog el pasado miércoles? "La entrevista que me hicieron Manuel Eráusquin y Carlos Sotomayor para Correo está en este enlace" fue todo lo que comentó. Lo cierto es que si uno mira con cuidado sus opiniones, Faverón sí atribuye al texto de Julio Ortega la idea de una "reconciliación" feliz y un "mestizaje", pero sin deslindar ("Allí hay una nueva propuesta de mestizaje como esperanza final [con respecto al tema de la reconciliación en nuestra literatura]"). Además, tergiversa el sentido del párrafo que yo cito de Raúl Bueno, pues éste no se refiere sólo al mestizaje racial, sino también al cultural, que es precisamente el que Faverón no define en sus declaraciones. Dejemos de lado el tono despectivo, tan propio de este crítico. En sus muchísimos años de estudios, Faverón debería saber que no se trata de criticar palabras vacías, sino conceptos que se formulan a través de palabras (¿o creerá en los conceptos fuera del lenguaje?). A propósito, y ya que a mí también me gusta la buena literatura, ¿cómo se llamaba su único cuento?

PD Domingo 29:
Gustavo Faverón agrega la siguiente frase a su post del jueves, pero sin especificar que el añadido es de hoy, es decir, después de mi PD del día viernes: "Es una aproximación entre momentos históricos, y entre los agentes de esos momentos históricos, no una aproximación entre razas. Y cuando digo en la entrevista que esa suerte de mestizaje se ofrece como una idea sólo borrosa y difícilmente esperanzadora, me refiero precisamente a que es una idea fundada en la incertidumbre y en la destrucción: una unión genética, pero ocurrida en un féretro: la ironía de Ortega no puede pasarse por alto". En pocas palabras, sigue añadiendo explicaciones a lo que dijo (y lo que no dijo) "muy a la volada" en la entrevista de Correo.


PD Lunes 30:
Gustavo Faverón en una PD puesta ayer domingo a su post del jueves sostiene que "el párrafo final [se refiere al fragmento del penúltimo párrafo de su post que incluí aquí en la pdta de ayer] fue reescrito media hora después de su primera versión", es decir ese mismo día y no ayer domingo. Cuando redacté la postdata el viernes tal fragmento no estaba ahí. Tampoco estuvo el sábado. Además, ¿cómo puede decir que tal fragmento "fue reescrito", si el mismo jamás existió en su versión inicial del jueves? Se reescribe lo escrito, no lo no existente, es decir lo que se añade. Respecto a lo que dice en "las páginas finales del prólogo de [su] antología (escritas hace meses y no hoy, ni el jueves)" sobre Adiós, Ayacucho del crítico, narrador y poeta Julio Ortega, veamos: "En la nouvelle de Ortega, el cadáver viviente, perdida la mitad de su cuerpo, llega a la Catedral de Lima, une sus huesos a los de Pizarro y anuncia un inkarrí mestizo: 'ya me levantaría en esta tierra como una columna de piedra y fuego'. Siendo incierto que el esqueleto pertenezca a Pizarro, la nueva fundación de la nación se dará en la incógnita del origen: la propuesta afiliación, alternativa a la filiación destruida, será ella misma, también, parte de esa herencia oblicua peruana, hecha de vacíos y desconciertos" (36). También dice: "La opción vista en la nouvelle de Ortega involucra la eterna reconsideración de la bastardía y la incertidumbre del mestizaje (pero tiene la inteligencia de proponer, con tono habermasiano, el ideal de una comunidad futura antes que la reconstrucción o el mantenimiento del viejo orden)" (37). Como puede verse, coincidiendo con su declaración "a la volada" en Correo, Faverón interpreta a la nouvelle como "inkarrí" (en un sentido mesticista), "nueva fundación de la nación" y reconciliación esperanzada ("el ideal de una comunidad futura") sin referirse ni por asomo a ningún tipo de "ironía" orteguiana que menciona en su fragmento añadido (tampoco explicita esa difusa y borrosa referencia a Jürgen Habermas). Faverón además desestima la interpretación de una apropiación de lo criollo por parte del campesino mutilado, pero no como mestizaje, sino como dominación interior (la sierra sobre la costa, a la manera de Arguedas en su "Himno-canción" sobre Túpac Amaru, en que plantea la invasión de las ciudades costeñas).

En la foto: Gustavo Faverón.