La paranoia post 11-S y la zona cero de la ética
En el suplemento de cine del diario El País, el escritor español Isaac Rosa (Sevilla, 1974), ganador del Premio Rómulo Gallegos 2005, publica un artículo sobre la nueva película de Martin Scorsese The Departed (Ilfiltrados en la versión en español). Una visión pesimista en una película que no hay que dejar de ir a ver. "Scorsese en estado puro", como sostiene Verónica Becerril en el ABC, y que a mí me recordó a su vez a Perros del depósito de Tarantino, el genial discípulo (por así llamarlo) de Scorsese.
Isaac Rosa empieza su texto señalando lo siguiente: "Según encuestas recientes, una cuarta parte de estadounidenses cree que su Gobierno estuvo implicado en los atentados del 11 de septiembre de 2001. Libros, vídeos y foros de Internet se dedican a propagar las supuestas pruebas de esta acusación, alimentando teorías que van de lo terrorífico por verosímil a lo risible por delirante. El 11-S no ha hecho sino agravar el desconcierto de una sociedad tradicionalmente inclinada a las teorías de la conspiración ante un Gobierno que siempre ha tenido, en la política internacional al menos, una agenda oculta, y que últimamente presenta, sin siquiera negarlos, comportamientos criminales -secuestros, cárceles secretas, torturas, brutalidad en Irak- que dan argumentos a los filoconspiradores". Y más adelante sostiene: "En este clima de desconfianza, mentira, ambigüedad y miedo, que suele tomarse como efecto del 11-S, y que se extiende por todo el mundo -desde las elecciones mexicanas hasta la histérica seguridad aeroportuaria-, encaja la nueva película de Scorsese, y a ese clima pertenece. Infiltrados es muy representativa de una conciencia pesimista muy extendida, por la que, como dice el mafioso Costello -un shakespeariano rey del mal a la medida de Jack Nicholson-, si a un niño le preguntan si de mayor quiere ser policía o ladrón, la respuesta debería ser: '¿Cuál es la diferencia?'. Se trata de esa 'zona cero de la ética', en afortunada expresión que Scorsese utiliza en todas las entrevistas promocionales; ese 'mecanismo perverso de la confianza continuamente defraudada' y que crea, según el director, 'un mundo de absoluta ambigüedad moral', donde 'las fronteras entre el bien y el mal están desapareciendo'".
Imperdible.
En la foto: Jack Nicholson, extraordinario.
Isaac Rosa empieza su texto señalando lo siguiente: "Según encuestas recientes, una cuarta parte de estadounidenses cree que su Gobierno estuvo implicado en los atentados del 11 de septiembre de 2001. Libros, vídeos y foros de Internet se dedican a propagar las supuestas pruebas de esta acusación, alimentando teorías que van de lo terrorífico por verosímil a lo risible por delirante. El 11-S no ha hecho sino agravar el desconcierto de una sociedad tradicionalmente inclinada a las teorías de la conspiración ante un Gobierno que siempre ha tenido, en la política internacional al menos, una agenda oculta, y que últimamente presenta, sin siquiera negarlos, comportamientos criminales -secuestros, cárceles secretas, torturas, brutalidad en Irak- que dan argumentos a los filoconspiradores". Y más adelante sostiene: "En este clima de desconfianza, mentira, ambigüedad y miedo, que suele tomarse como efecto del 11-S, y que se extiende por todo el mundo -desde las elecciones mexicanas hasta la histérica seguridad aeroportuaria-, encaja la nueva película de Scorsese, y a ese clima pertenece. Infiltrados es muy representativa de una conciencia pesimista muy extendida, por la que, como dice el mafioso Costello -un shakespeariano rey del mal a la medida de Jack Nicholson-, si a un niño le preguntan si de mayor quiere ser policía o ladrón, la respuesta debería ser: '¿Cuál es la diferencia?'. Se trata de esa 'zona cero de la ética', en afortunada expresión que Scorsese utiliza en todas las entrevistas promocionales; ese 'mecanismo perverso de la confianza continuamente defraudada' y que crea, según el director, 'un mundo de absoluta ambigüedad moral', donde 'las fronteras entre el bien y el mal están desapareciendo'".
Imperdible.
En la foto: Jack Nicholson, extraordinario.