1967: Los nuevos y Manuel Morales
En 1967 Leonidas Cevallos Mesones compiló la antología de jóvenes poetas del sesenta Los nuevos, en la que incluyó a Rodolfo Hinostroza, Antonio Cisneros, Mirko Lauer, Marco Martos, Carlos Henderson y Julio Ortega, quien ha señalado que este libro "no fue un acta de nacimiento generacional sino una demostración de las evidencias". Precisamente ese mismo año de 1967, desde los márgenes de la ciudad letrada pero en paralelo a dicha antología de nuevos poetas ya para entonces suficientemente divulgados, un autor no nuevo sino novísimo en todo sentido, Manuel Morales, de la Universidad Federico Villarreal, demostraría sus propias evidencias para con la poesía al ganar "los Juegos Florales 'Cantuta de Oro' de la Universidad Nacional de Educación con las poesías que integran este volumen con el título de Poemas de entrecasa", como se lee en la contracarátula de su (que se sepa) único libro de poemas publicado en vida, editado dos años más tarde, en junio de 1969, en el sello editorial de dicha universidad, con un tiraje de 500 ejemplares y cuatro ilustraciones näif de Manuel Velásquez Rojas, quien había editado el año anterior, en 1968, una plaqueta de poemas de Manuel Morales titulada Peicen Bool (uno de los Poemas de entrecasa se titula "El detalle olvidado por Peicen Bool el marino")*.
En total son 23 los textos premiados en 1967 que conforman en su totalidad los Poemas de entrecasa, en los que Ricardo González Vigil en su segundo tomo de la Poesía peruana siglo XX (1999) ha visto "contactos" con los "textos epigramáticos o brechtianos de Antonio Cisneros y Marco Martos", y valorado su "sarcasmo de 'mala leche', gusto por la reprana y las groserías" y su "óptica irreverente". Entre esos poemas están no sólo "Si tienes un amigo que toca tambor", su poema más querido y celebrado, sino también "La mala distribución de mi tiempo" ("Pero a veces yo me escapo de esa rutina y frío monos en sartén de palo; / Vivo en constante peligro de encontrarme con la horma de mis zapatos, / De encontrarme con algún enemigo que me ponga los puntos en las íes, / O de que mi padre se encarache y me mande al diablo"), "Al amigo napolitano entre botellas van y botellas vienen (poema descriptivo)" ("Esta vez yo pedí una docena. Y cigarrillos. Y puse discos / De Celina y Reutilio. Y celebramos ese acontecimiento. [...] El mosaico advirtió que cerraban y trajo la cuenta. / Pagamos mitad a mitad. Y salimos. / Nos despedimos. Y se fue hacia Santa Marina. / Yo lo recuerdo, simplemente, como un napolitano que chupó conmigo"), "Requien para el sordomudo Jack Quintanilla que dejó la vida tirada sobre los asfaltos (historia de choborras)" ("Sabido es que en La Chilena, los borrachos / Arrojan sus problemas a empellones, las sillas vuelan / Y nadie sabe quién pega a quién") o "Saludo" ("Saludo a los pájaros que malogran el arado / A las doncellas de nalgas somnolientas / A mi vecino que ronca como un cerdo / Y a su mujer que lo atrasa con un negro").
Oswaldo Reynoso incluye poemas de Manuel Morales en su novela El escarabajo y el hombre (1970). Carlos Torres Rotondo ha descrito los Poemas de entrecasa como un "libro de lenguaje callejero, desafiante, y en ocasiones, sabio, [el cual] está constituido en su mayoría por poemas cortos y perfectos como una canción pop de menos de dos minutos". Alberto Escobar, por su parte, señaló en el segundo tomo de su Antología de la poesía peruana (1973) que "la estridencia formal que a ratos adquiere su lenguaje es la contrapartida a una básica actitud de nostalgia y de búsqueda por el sentido que se oculta tras el ceremonial cotidiano". El día de hoy Eloy Jáuregui rememora en La República a Manuel Morales (Iquitos 1943 - Brasil 2007) bajo las figuras de autoridad alojadas en los conceptos de "maestro", "jefe" y "padre".
En total son 23 los textos premiados en 1967 que conforman en su totalidad los Poemas de entrecasa, en los que Ricardo González Vigil en su segundo tomo de la Poesía peruana siglo XX (1999) ha visto "contactos" con los "textos epigramáticos o brechtianos de Antonio Cisneros y Marco Martos", y valorado su "sarcasmo de 'mala leche', gusto por la reprana y las groserías" y su "óptica irreverente". Entre esos poemas están no sólo "Si tienes un amigo que toca tambor", su poema más querido y celebrado, sino también "La mala distribución de mi tiempo" ("Pero a veces yo me escapo de esa rutina y frío monos en sartén de palo; / Vivo en constante peligro de encontrarme con la horma de mis zapatos, / De encontrarme con algún enemigo que me ponga los puntos en las íes, / O de que mi padre se encarache y me mande al diablo"), "Al amigo napolitano entre botellas van y botellas vienen (poema descriptivo)" ("Esta vez yo pedí una docena. Y cigarrillos. Y puse discos / De Celina y Reutilio. Y celebramos ese acontecimiento. [...] El mosaico advirtió que cerraban y trajo la cuenta. / Pagamos mitad a mitad. Y salimos. / Nos despedimos. Y se fue hacia Santa Marina. / Yo lo recuerdo, simplemente, como un napolitano que chupó conmigo"), "Requien para el sordomudo Jack Quintanilla que dejó la vida tirada sobre los asfaltos (historia de choborras)" ("Sabido es que en La Chilena, los borrachos / Arrojan sus problemas a empellones, las sillas vuelan / Y nadie sabe quién pega a quién") o "Saludo" ("Saludo a los pájaros que malogran el arado / A las doncellas de nalgas somnolientas / A mi vecino que ronca como un cerdo / Y a su mujer que lo atrasa con un negro").
Oswaldo Reynoso incluye poemas de Manuel Morales en su novela El escarabajo y el hombre (1970). Carlos Torres Rotondo ha descrito los Poemas de entrecasa como un "libro de lenguaje callejero, desafiante, y en ocasiones, sabio, [el cual] está constituido en su mayoría por poemas cortos y perfectos como una canción pop de menos de dos minutos". Alberto Escobar, por su parte, señaló en el segundo tomo de su Antología de la poesía peruana (1973) que "la estridencia formal que a ratos adquiere su lenguaje es la contrapartida a una básica actitud de nostalgia y de búsqueda por el sentido que se oculta tras el ceremonial cotidiano". El día de hoy Eloy Jáuregui rememora en La República a Manuel Morales (Iquitos 1943 - Brasil 2007) bajo las figuras de autoridad alojadas en los conceptos de "maestro", "jefe" y "padre".
Los dejo con dos de sus Poemas de entrecasa.
IDIOSINCRACIA
Estamos acostumbrados a las mentiras.
Nos tratan peor que a negros.
Nos humillan peor que a negros.
Hasta nos venden como negros.
Y este país es el despelote.
Con el cuento del pueblo –nos estafan.
Nos hacen a diario el cuento del tío.
Estamos acostumbrados a las mentiras.
Al tira y afloja de unos cuantos pendejos.
Pero ya se les va acabar,
Porque un días de estos se nos sale el indio.
HUELLAS DIGITALES
I
Nosotros, los que un día cerraremos la masacre
con nuestros grandes ojos, no viviremos.
Únicamente estaremos tras de la multitud
como en un día tardío en que se nos ocurrió confesar
nuestra ruina. Cantaremos, quizás. Quizás en nuestros hijos
después de tantos sacrificios y claudicaciones.
Pero no os asustéis, nosotros, los que un día
cerraremos la masacre con nuestros grandes ojos,
no viviremos.
II
Nuestros hijos con la luz del siglo
están para justificarnos. Aun
en la hoguera, recordarán nuestro nombre.
De este modo la sangre se justifica con la sangre.
-----------------
* Poemas de entrecasa apareció dentro de la colección La flor de La Cantuta, en la cual se publicaron también Parábolas de Demetrio Quiroz Malca y Espejos paralelos de Augusto Lunel, este último incluido el 2006 en la antología Los otros junto a Luis Berninsone, Mercedes Delgado y Guillermo Chirinos Cúneo, otro poeta de un solo libro publicado en vida: Idiota del Apocalipsis (1967).
En la foto: niños tocando el tambor.
IDIOSINCRACIA
Estamos acostumbrados a las mentiras.
Nos tratan peor que a negros.
Nos humillan peor que a negros.
Hasta nos venden como negros.
Y este país es el despelote.
Con el cuento del pueblo –nos estafan.
Nos hacen a diario el cuento del tío.
Estamos acostumbrados a las mentiras.
Al tira y afloja de unos cuantos pendejos.
Pero ya se les va acabar,
Porque un días de estos se nos sale el indio.
HUELLAS DIGITALES
I
Nosotros, los que un día cerraremos la masacre
con nuestros grandes ojos, no viviremos.
Únicamente estaremos tras de la multitud
como en un día tardío en que se nos ocurrió confesar
nuestra ruina. Cantaremos, quizás. Quizás en nuestros hijos
después de tantos sacrificios y claudicaciones.
Pero no os asustéis, nosotros, los que un día
cerraremos la masacre con nuestros grandes ojos,
no viviremos.
II
Nuestros hijos con la luz del siglo
están para justificarnos. Aun
en la hoguera, recordarán nuestro nombre.
De este modo la sangre se justifica con la sangre.
-----------------
* Poemas de entrecasa apareció dentro de la colección La flor de La Cantuta, en la cual se publicaron también Parábolas de Demetrio Quiroz Malca y Espejos paralelos de Augusto Lunel, este último incluido el 2006 en la antología Los otros junto a Luis Berninsone, Mercedes Delgado y Guillermo Chirinos Cúneo, otro poeta de un solo libro publicado en vida: Idiota del Apocalipsis (1967).
En la foto: niños tocando el tambor.