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martes, agosto 05, 2008

Los pobres: cuatro visiones


RAFO LEÓN: "REALMENTE CREÍMOS". Ayer en su weblog del semanario Caretas, Rafo León pasó de escribir sobre la hegemonía limeña pituca (en sus columnas de El Comercio) a preguntarse sobre "¿Quién es pobre?" en el mundo globalizado de hoy. Señala cómo su generación fue universitariamente formada "con la idea de que los pobres eran buenos en sí mismos y que la misión de los jóvenes pequeño burgueses como nosotros era la de tomar de ellos los elementos de esa bondad infusa y luchar, partidariamente o no, para extenderlos a toda la sociedad y así desarrollar la contradicción entre una utopía (lo que no tiene un lugar), con un lugar real y verdadero sobre la Tierra". Y agrega: "Muchos de nosotros realmente creíamos que la pobreza contiene valores positivos que se terminan cuando llega la riqueza, virtudes como la solidaridad, la espontaneidad, la conciencia del bien común, la preeminencia de lo comunitario sobre lo individual". ¿Qué fue lo que sucedió después, como se operó el cambio?: "La gran maestra de realidad que nos cambió a todos el paradigma fue Laura Bozzo. Esos pobres, desdentados, estridentes, convenidos, clientelistas, capaces de cualquier cosa por salir en la televisión ganándose un carro sanguchero, esos menesterosos (y ahora cambio el pronombre a primera persona), me hicieron ver, de una manera ciertamente sórdida y retorcida, que los pobres, como los no pobres, lo que quieren es capital y no revolución. Plata y no tomar el poder. Consumo y no dictadura del proletariado. Miami y no grupos de reflexión". Pienso que puede ser útil aquí leer estas ideas de Rocío Silva Santisteban sobre lo que denomina como "el estereotipo del 'telepobre'": "Los pobres exhiben su fragilidad y entonces pueden 'venderse', asimismo, en contraposición a su estatura moral requieren de ser asistidos. Entonces gracias a los programas de gasto social de los diversos gobiernos implementados con la venia del Banco Mundial o del Fondo Monetario, los pobres y extremadamente pobres reciben alimentos poco nutricios y terrenos difícilmente habitables (ya sabemos que no reciben crédito, ni empleo, ni calidad educativa). De esta manera las clases políticas latinoamericanas y sus soportes massmediáticos construyen una 'tele-realidad' inobjetable, la cultura de la indigencia, como reverso de la cultura de la abundancia de los países del Norte. La cultura de la indigencia, gracias a una red muy sofisticada, va armando una visión del pobre totalmente funcional al momento político y a través de la caja boba ingresa en nuestras salas y cuartos, para traernos 'la imagen' totalizante del pobre latinoamericano: éste es, aquí está. No hay matiz posible, no hay diferencias, todos son homogéneos. Los otros pobres, es decir, la realidad del día a día y difícil de ser observada por cámara alguna sin ser simbólicamente congelada, se convierten en cifras de las encuestas, en datos y números sin forma ni rostro, en problemas para los analistas y en esperanzas para los políticos, pero fuera del encuadre, para la tele-realidad, desaparecen. Se vuelven aire y se van 'fuera del aire'. Y lo más paradójico de todo, es que los espectadores pobres empiezan a creer en esa tele-realidad y a descreer de la suya propia. La tele-realidad es otra de las estrategias del neopopulismo, es decir, este populismo que se ejerce desde las políticas sociales de asistencialismo para intentar manejar simbólicamente la crueldad del proyecto neoliberal mientras se siguen aplicando sus planes" ("Las prácticas periféricas canonizadas por el centro"). Siguiendo con el razonamiento de Rafo León, éste elabora una serie de ejemplos ("tener un celular", "un ipod", "un televisor de plasma", "ingerir cosas broaster", "divertirse en chupar hasta caer en video pubs") para ilustrar cómo entiende la fantasía del pobre y "el salto de miserable rural a ciudadano global [...] pasando de la premodernidad a la posmodernidad, saltándose a la realidad del medio". El asunto consiste entonces (hay, hermanos, muchísimo que hacer) en trabajar porque no se de tal salto: la toma de conciencia.

GÁLVEZ OLAECHEA: "LA GENTE NO PUEDE RESIGNARSE". José Gabriel Chueca entrevista hoy en la página central de Perú 21 a "Alberto Gálvez Olaechea, reo por terrorismo, autor de El chato, ganador del concurso de cuento Arte y Esperanza 2007, cuya premiación se realizó en el auditorio de Petroperú, ante la negativa del Jockey Plaza de permitir que se hiciera en la Feria del Libro". Aquí Gálvez Olaechea se pregunta sobre su decisión de volverse guerrillero emerretista y muestra su confusión ante un mundo de injusticia y explotación: "¿Valió la pena o no? Esa pregunta también me atormenta. A la luz de los resultados, uno puede decir que no. Perdimos. Nos mataron. Como en mi caso, pasamos 20 años en prisión. Perdimos todo. Cuando salgamos a la calle, en unos años, no tendremos nada. No hemos construido nada. No tenemos perro, gato, casa. El país sufrió muchas heridas de muchos lados. Entonces, ¿valió la pena? A veces pienso que no. A veces me sale la camiseta y digo peleamos, y eso siempre demuestra la entereza de los hombres por aspirar a un mundo mejor. A veces pienso que la gente no puede resignarse a que las cosas sigan y a mirar y observar; sí, pues, hay injusticia y explotación, y a esperar las próximas elecciones para dar mi voto. Entonces, no tengo una respuesta contundente no porque quiera eludir la pregunta sino porque no la tengo". Y aquí recuerdo este comentario de inicios de julio de Alonso Cueto: "El día que conocí [a Elke Wehr] en 1999, en un hotel de Miraflores, había estado caminando por las calles. Me dijo que había visto demasiados mendigos y me preguntó cómo era posible que no se hubieran vuelto todavía guerrilleros. Le dije que era una pregunta que yo también me hacía". Un ex guerrillero sin "una respuesta contundente" sobre si "valio la pena o no" participar en la lucha armada. Un narrador exitoso preguntándose "cómo era posible que no se hubieran vuelto todavía guerrilleros" los mendigos.

RAMIRO LLONA Y LA VENTANILLA DE LA DISCRIMINACIÓN: Hoy en la página cultural de Perú 21 Ramiro Llona reflexiona a propósito de los expulsados de Europa (Slavoj Zizek señala que "Los europeos quieren más Europa"). "La decisión tomada por el Parlamento Europeo sobre la 'Directiva de Retorno de Inmigrantes Ilegales' no debería sorprendernos. Es la puesta en blanco y negro de un sentimiento que recorre el continente. No olvidemos que en varios países hay políticos con agendas francamente xenófobas, campañas presidenciales donde la agenda 'anti-inmigración' es el tema central", afirma Llona, quien hace referencia a "los 75 centavos de sol por día que le ha significado a los peruanos más necesitados 'salir' de la pobreza". También dice: "Son ocho de millones de 'ilegales' que, huyendo de la miseria, han llegado a Europa y están en peligro de ser encarcelados y enviados de vuelta a sus países. Algunos hemos pasado por esa experiencia: el salir del país de origen con la intención de ampliar nuestros horizontes, de ir en la búsqueda de algún ideal, de hacernos mejores profesionales o, simplemente, para conocer otros países y sentirnos 'ciudadanos del mundo' [...] Fui un 'emigrante ilegal' por muchos años". Y concluye sosteniendo lo siguiente: "En el Perú, cada vez que alguien quiere viajar fuera del país se presenta una situación que yo encuentro francamente vejatoria, como resulta tener que hacer interminables colas –a las horas más absurdas del día–, cargados de documentos, esperando una cita donde nos dirán si tenemos o no 'permiso' para salir del Perú y visitar otro país. Ahora ya sabemos de qué se trata: es en esa ventanilla donde termina la integración y comienza la discriminación". ¿Y entonces?

JJ SALAZAR Y LOS POBRES (MUERTOS)
. Escribe Gustavo Buntinx en su weblog: "Hace ya demasiados años, Juan Javier Salazar realizó un conjunto de pequeñas, frágiles láminas de madera serigráficamente impresas con la imagen de una momia andina en posición ovillada. Mallki: cadáver, feto y semilla en un solo y cargado vocablo quechua. Al costado de esa figura, con letras vibradas y casi ilegibles, la frase: 'en este país los muertos no descansan'. La idea era sembrar miles de esas piezas en las huacas prehipánicas y en los botaderos de cadáveres –ese terrible neologismo con que desde los tempranos años ochenta en el Perú se alude a las impresionantes fosas comunes descubiertas entonces (Pucayacu) y ahora (Putis). Trampa para arqueólogos, trampa para periodistas y militares. Pero también y sobre todo un intento de activar latencias. La acción, por cierto, no llegó a realizarse nunca. Queda, sin embargo, la fantasía de ese gesto". Queda.


En la foto: Rafo León, Alberto Gálvez Olaechea, Ramiro Llona y Juan Javier Salazar.