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sábado, marzo 11, 2006

Conversación entre Martha Canfield y Jorge Eduardo Eielson

El siguiente es un extracto del libro El diálogo infinito. Jorge Eduardo Eielson / Una conversación con Martha L. Canfield (DF: Universidad Iberoamericana / Artes de México, 1995, 92-93). El fragmento ha sido elegido por la propia Canfield. Es necesario señalar que Canfield es una profunda conocedora y traductora de la poesía de Eielson.

MC. En apretada síntesis yo diría que toda tu obra plástica y literaria, todo tu pensamiento creativo y tu reflexión sobre la realidad en que vivimos constituye una unidad armónica y articulada, un tejido de relaciones interactivas y, a la vez, una incesante confutación, primero y gradualmente de tus propios instrumentos expresivos y en definitiva de la misma realidad. ¿Estás de acuerdo?
JEE ¡Todo eso me parece demasiado! Porque nunca he buscado algo así. Todo ha sucedido solo, en la más pura inconciencia, como el fluir del TAO. Y como tal creo que todo eso, tanta pequeña batalla, perdida o ganada, tanta incesante curiosidad, tanto afanoso quehacer, todo, en fin, regresará a la nada.
MC. Que es la única realidad del universo.
JEE. Sí.
MC. ¿Es por eso que has dispuesto la dispersión de tus cenizas en el espacio cósmico, con la ayuda de una nave espacial, conforme me dijiste recientemente?
JEE. Sí. Como algunos otros artistas, que yo admiro y quiero muchísimo, yo también he intentado hacer de mi vida una obra de arte. No creo haberlo logrado. Tercamente, intentaré hacer por lo menos de mi muerte una obra de arte. Es mi última posibilidad.