Entrevista a Rocío Silva Satisteban a propósito del COPÉ
Las dos preguntas que formulé ayer a Chrystian Zegarra, se las hice llegar a su vez a Rocío Silva Santisteban, quien me responde lo siguiente: "Me siento muy contenta con el premio, es la segunda vez que gano el COPÉ de plata con un libro sobre un tema similar. Ese oficio no me gusta era un libro sobre el duro oficio de ser mujer, que desde una perspectiva histórica, hablaba sobre las dificultades de las luchas contra el machismo en todas las épocas. Éste es un libro centrado en la supervivencia de las mujeres durante los años del terror o 'de la violencia política', es decir, las décadas del 80 y 90 en el Perú, cómo las vivimos y qué hicieron las mujeres que sufrieron torturas, violaciones o las desapariciones de sus hijos. Y me alegra que Chrystian Zegarra, quien ha sido mi alumno y es un excelente poeta, ex-integrante del grupo Imanencia, se haya llevado el COPÉ de oro". A continuación, un poema de Las hijas del terror, el libro premiado, que gentilmente me ha hecho llegar Rocío Silva Santisteban:
Chunniqwasi
(¿qué hay dentro de las casas?)
para Natalia y Sandro
Una sombra renegrida. Restos de alas.
Desechos.
La marca de un hachazo cortando desde lo alto un cráneo vivo.
Llanto de viejos y llanto de niños.
Un olor a abandono y a sobaco.
El rastro de una metralla.
Hormigas trituradas bajo una bota negra.
Gusanos blancos, arrastrándose por los muros, lamiendo los restos.
Vestigios. Lamentos.
A veces el olor dulce de una retama que nace del tapial.
Un rumor de gases concentrados debajo de la tierra.
Matorrales y hormigas gigantes. Soledad.
Pirkas regadas por ambos lados del camino.
Las huellas del fogón donde la mujer humeó su sombrero al encender la leña
donde preparaba chochoca y decía, alalai,
y seguía moviendo la cuchara de palo.
Sangre negra, dura, pegoteada al barro, salpicada
por aquí y por allá.
El río lamiendo las piedras.
Huellas de botas corriendo a la vera del camino
mientras pasa uno detrás de otro
el convoy de la guerra.
Chunniqwasi
(¿qué hay dentro de las casas?)
para Natalia y Sandro
Una sombra renegrida. Restos de alas.
Desechos.
La marca de un hachazo cortando desde lo alto un cráneo vivo.
Llanto de viejos y llanto de niños.
Un olor a abandono y a sobaco.
El rastro de una metralla.
Hormigas trituradas bajo una bota negra.
Gusanos blancos, arrastrándose por los muros, lamiendo los restos.
Vestigios. Lamentos.
A veces el olor dulce de una retama que nace del tapial.
Un rumor de gases concentrados debajo de la tierra.
Matorrales y hormigas gigantes. Soledad.
Pirkas regadas por ambos lados del camino.
Las huellas del fogón donde la mujer humeó su sombrero al encender la leña
donde preparaba chochoca y decía, alalai,
y seguía moviendo la cuchara de palo.
Sangre negra, dura, pegoteada al barro, salpicada
por aquí y por allá.
El río lamiendo las piedras.
Huellas de botas corriendo a la vera del camino
mientras pasa uno detrás de otro
el convoy de la guerra.