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martes, abril 04, 2006

Primera reseña a Abril Rojo

La primera reseña a Abril Rojo, la novela de Santiago Roncagliolo ganadora del premio Alfaguara, viene de la mano de la anónima Vaca profana que semana a semana publica sus textos en la página peruana de Terra.
Hace un mes llamaba la atención respecto a la salida de Luis Aguirre en Correo. Pensaba que Roberto Limo llenaría el espacio dejado por él, pero tal parece que los vaivenes electorales (aunque quizá también las razones económicas) han dejado de momento en segundo plano este reemplazo. En ese sentido, al estar el medio peruano cada vez menos nutrido en cuanto a comentaristas constantes de libros, la labor de este crítico anónimo de Terra no puede pasar desapercibida, pienso, puesto que sus notas son realizadas con rigor, reuniendo requisitos mínimos para una aceptable reseña: correcta lectura de la obra (lectura que en sí misma conlleva ya su propia opinión), resumen y análisis de la misma, rastreo de influencias, valoración, etc. El anonimato de La vaca profana, aceptado por los editores de una página como Terra, no ha significado un ardid para actuar de forma irresponsable con las obras abordadas. Pero vayamos a la reseña.
La misma empieza dando cuenta de la trama de la novela: "El descubrimiento de un cadáver carbonizado en un granero de la comunidad andina de Quinua lleva al fiscal Félix Chacaltana Saldívar tras una serie de asesinatos que parecen coincidir con fiestas o períodos rituales específicos de la multitudinaria celebración de la Semana Santa en Ayacucho. Aunque nativo de la ciudad serrana, Chacaltana tuvo toda su educación en Lima y ahí consiguió el título de abogado y la carrera profesional, con que para descifrar la idiosincrasia de los indios y aun de los lugareños de Ayacucho tiene limitaciones culturales semejantes a las de los militares que controlan oficiosamente la llamada 'zona de emergencia', y ambos factores -la distancia cultural y el control militar- son fuertes limitaciones para su investigación. Primero por su celo en los procedimientos jurídicos y luego por una necesidad íntima de verdad, Chacaltana emprenderá averiguaciones que lidiarán con la bien orquestada ineficacia crónica de la institucionalidad peruana en provincias y con la inocultable realidad de que la pacificación en Ayacucho es una farsa conveniente para las partes, apenas un episodio transitorio dentro de una secuela inacabable de violencia y muerte tal vez pactada desde el inicio de la historia". Enseguida, caracteriza a la obra como "un thriller policial pero también [como] una ficción política sobre los veinte años de guerra interna que atravesó el Perú en su pasado reciente". Dentro del policial, señala antecedentes concretos en dos "novelas menores" de Vargas Llosa, ¿Quién mató a Palomino Molero? y Lituma en los Andes, así como en Pantaleón y las visitadoras, influencias que llegan hasta "la efectividad de la prosa de Roncagliolo" ("una escritura expurgada de lo accesorio para que todo dato sea parte de una acción necesaria e incluso trepidante"). Otra influencia mencionada es la del italiano Antonio Tabucchi. La vaca profana señala también, además de esta "imbricación de referentes", una "acrisolada fluidez narrativa, atravesada de episodios de genuino suspenso", que sin embargo "compiten contra la naturaleza del thriller mismo": "Roncagliolo edifica un thriller convincente que da un traspié impensable en su última parte".
Por el lado de la ficción política, "el referente ineludible de Abril rojo sigue siendo Vargas Llosa, una vez más el de Lituma en los Andes", aunque "a diferencia de Lituma, aquí la novela de tesis -la verdad continua de la guerra- se yuxtapone espléndidamente al thriller, a fuerza de la precisión y la agilidad del narrador".
A modo de conclusión, se dice que "Abril rojo es, sin duda la mejor novela de Santiago Roncagliolo, un thriller con un desarrollo in crescendo estupendo debido al montaje de la novela política, aunque de resolución fallida, y quizá la novela más lograda de las escritas por su generación". La vaca profana anota también puntos de contacto y oposición, según el caso, con Casa de Islandia de Luis Hernán Castañeda, "El Inventario de las Naves" de Alexis Iparraguirre y La hora azul de Alonso Cueto. Y finaliza sosteniendo lo siguiente: "Abril rojo de Santiago Roncagliolo debe leerse y leerse mucho no por lo que no llega a alcanzar en sus respectivos marcos de referencia, sino por la pericia de su autor para unificarlos todos en una historia ágil, inteligente, emocionante y altamente recomendable".