Vargas Llosa sobre Szyszlo y la polémica del MAC
El día de ayer, la página de opinión del diario El Comercio publicó un artículo de Mario Vargas Llosa titulado "Escaramuza en Liliput" en el que el escritor, a propósito de la polémica sobre el MAC, aprovecha para "reflexionar sobre el gran arte, la cultura de campanario y las pequeñeces humanas", y remontar la polémica hasta los años cincuenta, cuando en una "pequeña y cálida galería del jirón Ocoña, en el Centro de Lima" funcionaba el naciente Instituto de Arte Contemporáneo. En su explicación sobre la polémica creada, Vargas Llosa, aunque hace un mea culpa ("fui una de las personas que animó a Szyszlo a aceptar dicha propuesta"), recurre a su vez a la explicación de la envidia al éxito ajeno ("los creadores de cualquier género viven aquí [en Lima] con un irremediable sentimiento de encierro y marginalidad, de asfixia, lo que exacerba las rivalidades, las guerras intestinas, los odios y emulaciones fratricidas[,y existe la permanente sospecha de que] si alguien tiene éxito desaparece a los demás"). Así, refiere que los antagonistas de Szyszlo están haciéndole "pagar caro su talento y su fama", y que se trata de la "envidia que el gigante despierta entre los pigmeos". Y redondea su reflexión del siguiente modo: "Entre los firmantes de los manifiestos y diatribas contra Szyszlo hay artistas reconocidos internacionalmente, que gozan de prestigio y venden sus obras a altos precios a clientes que se las disputan. ¿Qué daño les ha hecho ese pintor que, más bien, los ha ayudado, permitiendo que la pintura peruana cruce las fronteras dentro de las que vivía confinada? Tal vez la explicación esté en el dicho: 'Pueblo pequeño, infierno grande'. El Perú no es nada pequeño, su territorio es tres veces el de España y su población se va acercando a los treinta millones. Pero en el ámbito de la cultura es todavía Liliput".