zonadenoticias

lunes, setiembre 11, 2006

11/09

Desde el instante en que presencié estrellarse desde mi cama en Ottawa vía CNN al segundo avión me dije que nunca me dejaría arrebatar los momentos vividos, a finales de la pasada década, en el restaurant "Windows on the World", en el último piso, prácticamente en la cima de una de las Torres Gemelas. Apreciar a través de esas ventanas todo Manhattan era una dicha indescriptible, a la que una de las formas de responder era acabando el rollo de la cámara desde todos los ángulos posibles. Pero lo mejor, el regalo personal, que así lo tomé, fue la música que siguió al charleston, al blues, al jazz, muchos tragos después, algo que no pensaba podía suceder. En el local sonaba ahora la así llamada salsa sensual, aquella que formaba parte infaltable en las fiestas de mi ochentera adolescencia. ¿Cómo era posible que pudiera estar reconectándome desde esas ventanas del mundo con esa Lima de quinceañeros y enamoradillas, esa Lima de "Lluvia" de Eddie Santiago, "Ven, devórame otra vez" de Lalo Rodríguez, "Amanecí contigo" de Hildemaro? La cuestión era que estaba siendo posible, en medio de decenas de yuppies acodados en la barra del bar. Ver ahora desplomarse primero una, luego otra torre fue sentir un pequeño quiebre, un corte vivencial que me llenó de estupor e infinita incredulidad. ¿Es que era eso posible? Lo estaba siendo, ante los ojos del orbe entero. Definitivamente, cuando bajé de la cama y mis pies tocaron el suelo, era imposible no pensar que estábamos ya en otro mundo, o que al menos eso que en las películas de la infancia se denominaba como el futuro, el año dos mil, acababa de hacer su ingreso desde un lado jamás sospechado. Yo siempre me digo que desde el Caballo de Troya no ha habido sorpresa igual en la historia de la humanidad.
Desde ayer todos los medios del mundo nos informan respecto a estos cinco años del 11 de setiembre. Escojo dos artículos aparecidos hoy en dos diarios locales de signo contrapuesto. El primero es un artículo escrito por Eduardo González Cueva, quien reside en Nueva York desde hace un buen tiempo. Se titula "11 de setiembre: el fracaso de la memoria", y aparece en la sección editorial del diario La República. "Es difícil imaginar a los EEUU aceptando el silencio: es una cultura que le tiene horror al vacío, a lo indeterminado, y que se siente más cómoda en el mundo de las dicotomías maniqueas. Cuando se ha roto la complacencia y se ha impuesto el pensamiento crítico, ello ha ocurrido a costa de concesiones a las leyendas chauvinistas que fundan el país", escribe González Cueva. El otro texto es la columna de Luis García Miró Elguera, director de Expreso, quien da luz verde a la siguiente versión: "Como todo acontecimiento en la historia de la humanidad -y el 11 de setiembre es un paradigma-, surgieron dudas sobre su origen. El prestigioso diario español La Vanguardia realizó una investigación que revela escepticismo sobre la caída de las torres a raíz de la embestida de las naves. Afirma que Controled Demolition Ltd. recibió el multimillonario encargo de 'limpiar' el lugar a toda velocidad, y que la zona -llamada 'Ground Zero'- fue acordonada por el FBI y la gente amenazada con ser detenida por tomar fotos de las ruinas para evitar que salieran evidencias. Es imposible, según el diario, que los aviones causaran daño tan simétrico y sincronizado. La suspicacia se basa en que las torres se derrumbaron 'casi perfectamente en sentido vertical' lo que -sostiene el informe- constituye indicativo de demolición provocada".