Pablo Guevara, recio poeta y buen cronista
El título de este post es el del artículo de Carlos Meneses que enseguida podrán leer. Al poeta Pablo Guevara lo han internado en el hospital Rebagliatti, pero se anuncia su recuperación.
La obra de Pablo Guevara (Lima 1930) tiene su cúspide en su libro Hotel del Cuzco y otras provincias del Perú (1971). Una visión de la historia y la identidad peruanas. Una confluencia de crónica feroz y de canto dolorido. Abrir las cerradas ventanas del pasado. Enfrentarse con la dura e injusta realidad del presente. Avizorar dentro de lo posible qué le espera a un país que sufre la desgracia de la desigualdad absoluta pero en la que impresiona el aspecto económico, e indigna la actitud racista que se mantiene a pesar de los tiempos transcurridos.
Aunque es evidente que en poemas de libros anteriores a 1971, ya se anunciaba el poeta dispuesto a levantar acta notarial del dolor de su tierra y de su gente y agregar denuncia a toda voz, tal el caso del poema "Mi padre, un zapatero", pero sólo cuando le llega el turno a Hotel del Cuzco se comprueba esa suerte de lírico y cronista. De vate que denuncia la indiferencia de una clase social, su inclemencia hacia el drama de la inmensa mayoría. En el poema señalado están nítidas las características de esa palabra que se escapa bastante del lirismo y se convierte en dedo que señala las lacras que padece el país.
Guevara no se queda en el hombre que observa y dice las cosas a media voz. Todo lo contrario, se exalta, señala, clama, pero por encima de todo eso, insta a que desparezca el sufrimiento quieto que es la triste metáfora de la resignación. Es tal vez esa su característica más importante. Un verso define esa actitud tan recia como decidida: "Hay que destruir este Orden Establecido". Es como un rugido que quiere remover a un pueblo dormido.
Sus días más recientes y desagradables, sus momentos tristes que lo condujeron recientemente a una clínica, deberán quedar superados y retratados en un valiente y estimulante verso suyo del poema "Los ecuestres": "como el enfermo desahuciado que desarmó a su enfermedad". Así Pablo Guevara se recuperará y saldrá a la ciudad de Lima para mirarla una vez más, hallar sus máculas infalibles y lanzar sus líricos gritos de protesta contra erróneas tradiciones, esclavizantes grilletes que se mantienen a través de los siglos. (Palma de Mallorca, septiembre 2006)
En la foto: Pablo Guevara.
La obra de Pablo Guevara (Lima 1930) tiene su cúspide en su libro Hotel del Cuzco y otras provincias del Perú (1971). Una visión de la historia y la identidad peruanas. Una confluencia de crónica feroz y de canto dolorido. Abrir las cerradas ventanas del pasado. Enfrentarse con la dura e injusta realidad del presente. Avizorar dentro de lo posible qué le espera a un país que sufre la desgracia de la desigualdad absoluta pero en la que impresiona el aspecto económico, e indigna la actitud racista que se mantiene a pesar de los tiempos transcurridos.
Aunque es evidente que en poemas de libros anteriores a 1971, ya se anunciaba el poeta dispuesto a levantar acta notarial del dolor de su tierra y de su gente y agregar denuncia a toda voz, tal el caso del poema "Mi padre, un zapatero", pero sólo cuando le llega el turno a Hotel del Cuzco se comprueba esa suerte de lírico y cronista. De vate que denuncia la indiferencia de una clase social, su inclemencia hacia el drama de la inmensa mayoría. En el poema señalado están nítidas las características de esa palabra que se escapa bastante del lirismo y se convierte en dedo que señala las lacras que padece el país.
Guevara no se queda en el hombre que observa y dice las cosas a media voz. Todo lo contrario, se exalta, señala, clama, pero por encima de todo eso, insta a que desparezca el sufrimiento quieto que es la triste metáfora de la resignación. Es tal vez esa su característica más importante. Un verso define esa actitud tan recia como decidida: "Hay que destruir este Orden Establecido". Es como un rugido que quiere remover a un pueblo dormido.
Sus días más recientes y desagradables, sus momentos tristes que lo condujeron recientemente a una clínica, deberán quedar superados y retratados en un valiente y estimulante verso suyo del poema "Los ecuestres": "como el enfermo desahuciado que desarmó a su enfermedad". Así Pablo Guevara se recuperará y saldrá a la ciudad de Lima para mirarla una vez más, hallar sus máculas infalibles y lanzar sus líricos gritos de protesta contra erróneas tradiciones, esclavizantes grilletes que se mantienen a través de los siglos. (Palma de Mallorca, septiembre 2006)
En la foto: Pablo Guevara.