Fernando Iwasaki y la narrativa peruana actual
Hoy en la sección cultural de La República Pedro Escribano publica una entrevista a Fernando Iwasaki en la que "no solo habla de su novela de amores desdichados Libro de mal amor, sino también sobre la narrativa peruana actual". Incluyo las preguntas relacionadas a este segundo tema:
Tú que estás fuera, ¿cómo se ve la narrativa peruana de hoy?
Se está viendo con mucho interés porque creo que tenemos dos nombres: Mario Vargas Llosa y Alfredo Bryce, son las mejores cartas de presentación. Tras ellos vienen otros nombres que durante años han sido poco conocidos. Si no fuera por el Herralde, Alonso Cueto no habría dado el salto que yo creo que es bueno que lo haya dado. Edgardo Rivera Martínez es un extraordinario escritor, pero su conocimiento y reconocimiento internacional no es todavía el que debiera ser.
Las generaciones se suceden...
De la edad de Cueto está Ampuero, que también se le está conociendo cada vez más, pero también está Abelardo Sánchez León, que para mí es espléndido. También está Guillermo Niño de Guzmán y Lucho Nieto Degregori, que no son tan conocidos como merecen serlo. Si pasamos a la generación del 60 como podría ser mi caso, yo creo que el más conocido es Jaime Bayly y luego a distancia venimos todos los demás, Jorge Eduardo Benavides.
¿Y Santiago Roncagliolo?
Santiago es más chico, es nacido en los setenta. Yo me lo guardo para ese momento. Pero volvamos, todavía no son conocidos o reconocidos Enrique Prochazka, Peter Elmore, Ricardo Sumalavia, Enrique Planas o Sandro Bossio, pues a mí me gustaría que se les conozca. Fíjate que en el Perú no tenemos grandes nombres que están internacionalmente circulando, tenemos que bajar hasta los nacidos en los 70 donde Santiago Roncagliolo ha alcanzado una notoriedad que yo creo que vuelve a poner a la literatura peruana en el primer plano. Los nacidos en los años 60 y 50 pues no hemos alcanzado el reconocimiento y el prestigio que otros escritores latinoamericanos coetáneos sí tienen. Entonces ahí se mira como peor no podemos estar, pero se puede mejorar.
¿Qué de nuevo ofrece la narrativa peruana de hoy?
Yo creo que hay dos cosas que llaman la atención como nuevas, porque corrupción hay en todos lados. En la narrativa peruana la ficcionalización de la violencia, del narcotráfico, de los años de Sendero, podría aportar algo nuevo. Yo creo que además es lo que se está haciendo en Colombia desde hace unos años. Las novelas de [Fernando] Vallejo, o las novelas de Jorge Franco han ficcionalizado esa violencia que sobrecoge Colombia. Entonces yo creo que con las novelas de Roncagliolo, Cueto y Miguel Gutiérrez que yo creo que debería conocérsele más, hay esa importancia de la violencia. Lo otro que llama la atención de la narrativa peruana podría ser la literalización del desarraigo, que es otra cosa que los argentinos, los chilenos y los colombinos vienen haciendo hace tiempo, porque han tenido dictaduras que han obligado a exiliarse a gente que ha escrito desde afuera, que hay como una especie de asimilación del desarraigo y del exilio. Ahí podríamos hacer algo.
Se está viendo con mucho interés porque creo que tenemos dos nombres: Mario Vargas Llosa y Alfredo Bryce, son las mejores cartas de presentación. Tras ellos vienen otros nombres que durante años han sido poco conocidos. Si no fuera por el Herralde, Alonso Cueto no habría dado el salto que yo creo que es bueno que lo haya dado. Edgardo Rivera Martínez es un extraordinario escritor, pero su conocimiento y reconocimiento internacional no es todavía el que debiera ser.
Las generaciones se suceden...
De la edad de Cueto está Ampuero, que también se le está conociendo cada vez más, pero también está Abelardo Sánchez León, que para mí es espléndido. También está Guillermo Niño de Guzmán y Lucho Nieto Degregori, que no son tan conocidos como merecen serlo. Si pasamos a la generación del 60 como podría ser mi caso, yo creo que el más conocido es Jaime Bayly y luego a distancia venimos todos los demás, Jorge Eduardo Benavides.
¿Y Santiago Roncagliolo?
Santiago es más chico, es nacido en los setenta. Yo me lo guardo para ese momento. Pero volvamos, todavía no son conocidos o reconocidos Enrique Prochazka, Peter Elmore, Ricardo Sumalavia, Enrique Planas o Sandro Bossio, pues a mí me gustaría que se les conozca. Fíjate que en el Perú no tenemos grandes nombres que están internacionalmente circulando, tenemos que bajar hasta los nacidos en los 70 donde Santiago Roncagliolo ha alcanzado una notoriedad que yo creo que vuelve a poner a la literatura peruana en el primer plano. Los nacidos en los años 60 y 50 pues no hemos alcanzado el reconocimiento y el prestigio que otros escritores latinoamericanos coetáneos sí tienen. Entonces ahí se mira como peor no podemos estar, pero se puede mejorar.
¿Qué de nuevo ofrece la narrativa peruana de hoy?
Yo creo que hay dos cosas que llaman la atención como nuevas, porque corrupción hay en todos lados. En la narrativa peruana la ficcionalización de la violencia, del narcotráfico, de los años de Sendero, podría aportar algo nuevo. Yo creo que además es lo que se está haciendo en Colombia desde hace unos años. Las novelas de [Fernando] Vallejo, o las novelas de Jorge Franco han ficcionalizado esa violencia que sobrecoge Colombia. Entonces yo creo que con las novelas de Roncagliolo, Cueto y Miguel Gutiérrez que yo creo que debería conocérsele más, hay esa importancia de la violencia. Lo otro que llama la atención de la narrativa peruana podría ser la literalización del desarraigo, que es otra cosa que los argentinos, los chilenos y los colombinos vienen haciendo hace tiempo, porque han tenido dictaduras que han obligado a exiliarse a gente que ha escrito desde afuera, que hay como una especie de asimilación del desarraigo y del exilio. Ahí podríamos hacer algo.
En la foto: Fernando Iwasaki rescata entre los autores peruanos que deberían ser más conocidos a Sandro Bossio.