zonadenoticias

jueves, noviembre 30, 2006

Revista virtual literaria Sol Negro

Me entero por un e-mail remitido a inicios de la semana pasada por Paul Guillén (cuyo ensayo "Un espejo convexo: Dos imágenes alternas en la poesía peruana de las décadas del 70 y 80" fue resaltado en una ronda de preguntas por José Morales Saravia en el reciente Congreso de poesía peruana en la Universidad Complutense de Madrid) de la reciente aparición de la revista virtual literaria Sol Negro, dirigida por él conjuntamente con Edgar Saavedra. Este primer número de la revista incluye interesantes textos de autores como Eduardo Milán, Roberto Echavarren, José Kozer, Eduardo Espina, Tamara Kamenszain, entre otros. Incluyo una pregunta de la entrevista de Guillén al poeta peruano Vladimir Hererra. "Muchas personas piensan que la poesía barroca puede ser un artificio frío y, en realidad, por ejemplo en tus poemas, que son barrocos y a la vez tienen una influencia surrealista, veo que el barroco está tomado desde otra perspectiva. En el sentido de que uno de tus temas recurrentes es lo erótico, que está de acuerdo con lo barroco. Lo barroco está en tu poesía como una luminosidad o, como dices en uno de tus versos: 'soledades del barroco'. ¿Cómo podrías vincular tu propuesta con la tradición de la poesía peruana —se te compara con Martín Adán, con Westphalen, con el mismo Moro—, cómo vinculas esta aventura dentro de tu propia poesía?": "Yo diría más bien que el barroco del que se habla para mi gusto es un manierismo. Es producto de una orfandad estilística o producto de una ilegitimidad, como dice el buen Rodolfo [Hinostroza]. De alguna ilegitimidad cultural. Es un manierismo; es como un gesto feliz en la escritura poética, no tanto como un estilo. Es muy difícil hablar de barroco. Diría que es un neobarroco, como un manierismo cuyo logro sería Lezama, básicamente, en el mundo hispanoamericano. Pero no sólo Lezama como tal, sino Lezama como un epígono del modernismo dariano, uno de los grandes epígonos del modernismo dariano. Y yo creo que la lección de Darío bien aprendida prevalece, es una manera de ser nuestra, pero como una fuga, como un manierismo, como un gesto. No es el fondo de la cuestión: el fondo de la cuestión —y esto nos enseña Vallejo— es la poesía misma. Entonces he escuchado a algún critico decir que no le interesa la época modernista de Vallejo. Yo diría que es importantísima, porque de ahí se pueden sacar muchos ligamentos para seguir poetizando y seguir volviendo a Darío, seguir volviendo a Lezama, seguir agarrando a Vallejo".

En la foto: Vladimir Herrera.