Bruno Mendizábal y su Extravío personal

La primera vez que vi a Royer K. fue en el bar de la barriada de la ciudad universitaria. Yo ya había oído hablar de él y también del grupo Kloaka, y cuando hablamos yo sentí que ya lo conocía. Yo estaba con una classmate del programa de literatura, una simpática provinciana que años después se convertiría en senderista y se pudriría en la cárcel. El discurso de Royer fue puro floro, la encontró atractiva e intentó impresionarla. Al final le dijo: tienes unos lindos senos, lo cual era cierto, pero ella lo rechazó y lo llamó posero.
En la foto: carátula y contracarátula del libro.