María Emilia Cornejo: el lado oculto de un mito
A raíz de la encuesta a seis poetas peruanos sobre María Emilia Cornejo publicada en nuestro número anterior, Intermezzo tropical recibió una petición del poeta José Rosas Ribeyro en el que proponía "un artículo que esclarezca por fin el 'misterio' de los tres poemas editados a inicios de los setenta en la revista Eros, tan diferentes por su concreción y arquitectura de los demás que conforman el libro póstumo En la mitad del camino recorrido". Al mencionar Rosas Ribeyro en dicho artículo, que pueden leer enseguida, que los textos se los hiciera llegar Hildebrando Pérez Grande un año después de la muerte de Cornejo (acaecida en 1972), creíamos conveniente pedirle a este último su propia versión de los hechos con el fin de esclarecer aún más lo revelado por Rosas Ribeyro. En ese sentido, hacemos entrega de un debate que, sabemos, será motivo de múltiples comentarios en la escena literaria. [Intermezzo tropical]*
MARÍA EMILIA CORNEJO: EL LADO OCULTO DE UN MITO
Por José Rosas Ribeyro
Para abordar el lado oculto, secreto, del mito María Emilia Cornejo quiero empezar con una anécdota. Hace unos años volví al Perú en momentos en que tenía lugar el encuentro internacional de poesía que organizaba (no sé si todavía existe) la Universidad de Lima. Acudí a algunas lecturas, encontré a amigos que no veía desde hace tiempo y fui entrevistado por una periodista de El Comercio cuyo nombre no recuerdo. Era joven y estaba haciendo un reportaje -me dijo- sobre María Emilia Cornejo. Le pregunté que por qué se acercaba a mí y me respondió que se lo había aconsejado el profesor Hildebrando Pérez, a quien había entrevistado un momento antes. Supuse entonces que el amigo Hilde le habría contado ya algo sobre la relación de María Emilia Cornejo con San Marcos y, particularmente, con el taller de poesía que él y Marco Martos animaban en la Facultad de Letras y al que ella había asistido de manera irregular entre 1970-72. "Me ha dicho el profesor Pérez que usted tiene cosas interesantes que decir sobre María Emilia Cornejo", añadió la periodista. "Sí", le respondí, "tengo cosas sumamente interesantes que decir pero no estoy seguro de que alguien quiera oírlas o que usted se anime a publicarlas". Me aseguró que sí, que por supuesto, pero a final de cuentas no salió impreso en El Comercio nada de lo que entonces le revelé. En otras ocasiones intenté dar a conocer lo que yo sabía y siempre la respuesta fue el silencio. Este silencio impuesto me llevó a pensar en el poder oscurantista de los mitos de hoy. Éstos son como sólidos búnkers sin puertas, ventanas ni rendijas por donde pueda entrar o salir algo sin control previo. Son verdades absolutas, de cemento armado, a prueba de balas y de bombas. Y metida de fuerza en un búnker así se le ha venido construyendo un lugar a María Emilia Cornejo en el paisaje de la poesía peruana y, más precisamente, dentro del marco específico de la llamada "poesía femenina".
¿Qué dije yo en aquella entrevista que fuera en ese momento impublicable? Hacia eso voy pero prefiero avanzar por etapas. Quisiera precisar desde ya que yo no fui un amigo íntimo de María Emilia Cornejo. Debo de haberme cruzado algunas veces con ella en San Marcos y, sobre todo, participé con ella en una animada fiesta que tuvo lugar muy poco tiempo antes de que se suicidara. Era una de esas reuniones setenteras en las que se bebía mucho alcohol, se fumaba algo de marihuana y se escuchaba sucesivamente música folclórica, caribeña y rock. Reuniones en que nos encontrábamos gentes de la primera y la segunda hornada de la Generación del 68 sin preguntarnos nunca quién era "del 60" y quién "del 70", fiestas que compartíamos con admiración, amistad y cariño con poetas "del 50" como Pablo Guevara y Leoncio Bueno. Allí llegó María Emilia, desesperada, desolada, con la angustia marcada en el rostro y la firme intención de ahogar su malestar existencial en el alcohol y el jolgorio de la fiesta. Días después supe que se había suicidado. Todo suicidio comporta un lado oscuro, incomprensible, misterioso, más aún cuando, como en su caso, quien lo comete tiene sólo veintitrés años.
Alguien que conoció bien a María Emilia Cornejo fue Isaac Rupay, miembro fugaz de Hora Zero, quien publicaría en agosto de 1973, en la primera entrega de su pequeña revista Eros, los tres poemas que la hicieron póstumamente célebre en el medio literario y que, años más tarde, con el influjo feminista, la convertirían en un mito. Isaac nunca habló conmigo de esta amiga muy querida, lo cual no es nada sorprendente ya que él era una persona extremadamente discreta y silenciosa. Las circunstancias quisieron, en cambio, que al coincidir en el Versalles de la plaza San Martín se la presentara a Armando Arteaga, quien recuerda algunos detalles de este encuentro en un texto que se puede consultar en el blog Tierra ígnea. 1 Él la describe como "misteriosa y silenciosa", "amable y agradable" y dotada de una "ternura ideal". Y precisa que en la primera semana del mes de julio del año 73, Isaac Rupay le enseñó los "originales" (las comillas son suyas) de los tres poemas, hoy famosos, de María Emilia Cornejo: "Soy la muchacha mala de la historia", "Como tú lo estableciste" y "Tímida y avergonzada". Poco tiempo después, en ese mismo año 1973, los dos primeros de esos tres poemas los incluiría Alberto Escobar en el tomo II de su Antología de la poesía peruana 2, con lo cual consagraría a María Emilia Cornejo como "una personalidad con talento" dotada de "una voz individual". El carácter provocador e impúdico de los textos, la manera directa como en ellos se aborda la sexualidad y, además, la gran tirada del libro, editado dentro de una muy popular "biblioteca peruana", garantizó una difusión enorme a los cincuenta versos de María Emilia Cornejo antologados por Escobar. Las bases para la construcción del mito ya estaban dadas.
¿Qué se sabe de esos tres poemas reunidos dieciséis años después por las ediciones del movimiento Flora Tristán en el libro titulado En la mitad del camino recorrido?3 En verdad, hasta ahora, muy poco. La mayoría de los comentaristas señala, sin embargo, que los tres publicados originalmente en Eros destacan entre los treinta incluidos en el libro. Ricardo González Vigil en su antología De Vallejo a nuestros días, selecciona "Soy la muchacha mala de la historia" y "Tímida y avergonzada"4 y en Poesía peruana Siglo XX, además de los tres poemas de Eros incluye dos otros, "Mi pueblo no es" y "Terriblemente tuya", que para cualquier lector medianamente conocedor de poesía son de calidad muy inferior a los tres ya mencionados.5 En la interesante encuesta sobre María Emilia Cornejo que Intermezzo tropical incluye en su cuarta entrega6, Montserrat Álvarez califica "Soy la muchacha mala de la historia" de "poema perfecto", Alessandra Tenorio dice que "es, ha sido y seguirá siendo un himno para muchas mujeres" y José Carlos Yrigoyen considera que el verso inicial "es un buen verso que está dentro de un muy buen poema". Xavier Echarri dice, por su parte, que éste y "Como tú lo estableciste" son "dos poemas redondos". Mucho menos entusiasta es, en cambio, la apreciación de los encuestados por Intermezzo tropical (y de la mayoría de los críticos) sobre el resto de la obra de María Emilia Cornejo. He aquí algunos ejemplos extraídos de la encuesta antes mencionada. Alessandra Tenorio evoca "una leyenda negra", agrega: "yo he escuchado desde que le hicieron el libro hasta que es un invento de las feministas" y afirma: "nunca sabremos cómo hubiera quedado su libro si hubiera terminado de corregirlo". José Carlos Yrigoyen hace referencia a En la mitad del camino recorrido como "un cuaderno de textos a medio hacer y de versos dislocados” y lo califica de “libro trunco”. Finalmente, Rommy Sordomez dice: "Creo que la poesía de María Emilia Cornejo ha sido sobrevalorada, debido a un efoque erróneo de un sector de la crítica", y después de precisar que "el poemario presenta una serie de imperfecciones" destaca (y éste es un aspecto muy importante) que hay "versos repetidos en distintos poemas".
Dicho esto ya me voy acercando a lo que le revelé, entre otros, a la periodista de El Comercio y que nunca hasta hoy ha sido hecho público. Voy a explicarlo aquí respondiendo a algunas preguntas. ¿Por qué lo que vio Armando Arteaga de los tres poemas famosos eran "originales" así, entre comillas? Porque no existen auténticos originales de los tres poemas de Eros, lo que Rupay recibió fueron hojas mecanografiadas por mí y Elqui Burgos. ¿Por qué se dice que hay, por un lado, uno, dos o tres "poemas perfectos" o "redondos" o "muy buenos" y, por otro, "textos a medio hacer" que constituyen la mayor parte de un "libro trunco"? Porque los poemas publicados en Eros fueron trabajados a posteriori, una vez fallecida María Emilia Cornejo, y los otros son textos extraídos "en bruto" de sus cuadernos y apuntes en hojas sueltas. ¿Por qué hay "versos repetidos en distintos poemas", como bien lo señala Rommy Sordomez? Porque los tres poemas famosos son montajes de versos extraídos de distintos apuntes, son estructuras que María Emilia Cornejo no realizó ella misma, mientras que el resto, ya lo dijimos, es material "en bruto". ¿Y cómo yo sé todo esto que afirmo? Pues por la sencilla razón que llevó a Hildebrando Pérez a dirigir hacia mí a la periodista de El Comercio: "Soy la muchacha mala de la historia", "Como tú lo estableciste" y "Tímida y avergonzada" son el resultado de un trabajo de montaje y construcción que en 1973 hicimos al alimón Elqui Burgos y yo en base a los textos que nos alcanzó Hildebrando Pérez un año después de la muerte de María Emilia Cornejo. En aquel momento, mientras nos pusimos a trabajar sobre los textos originales, no nos podíamos imaginar que los poemas resultantes iban a cobrar la importancia que hoy tienen. Alentados por Hildebrando Pérez, Elqui Burgos y yo utilizamos el mundo desgarrado, angustiado, autodestructivo y muy personal que se percibía en los apuntes desordenados, "dislocados" de María Emilia Cornejo para construir tres poemas que queríamos "redondos". Al margen del taller de poesía de San Marcos, al que yo no asistía pero Elqui sí, era nuestra forma de recordar, homenajear, a una muchacha que habíamos visto pasar entre nosotros como un pájaro que vuela con las alas quemadas y cuyo suicidio nos había dolido profundamente. Era nuestra manera de luchar contra el olvido, de comulgar con ella más allá de la muerte. Y era también un juego que Elqui y yo asumimos con el espíritu irreverente con que un anónimo poeta peruano había creado poco antes a una supuesta poetisa ecuatoriana. Según la opinión de los lectores, lo que buscábamos lo conseguimos más en unos que en otros de los textos, pero particularmente creo que en los tres poemas de Eros se nota mayor elaboración literaria que en el resto de escritos que María Elena Cornejo dejó dispersos, "en bruto", al suicidarse. Hildebrando Pérez, Elqui Burgos, yo y algunas personas más (cuyos nombres no revelaré aquí pues no me han autorizado a hacerlo), sabemos desde hace ahora treinta y cuatro años cuál es el misterio de la poesía de María Emilia Cornejo. Isaac Rupay debía saberlo también pero él murió muy joven traicionado por su corazón frágil y generoso. Sin embargo, nada de lo dicho aquí le quita méritos a los tres poemas que él decidió publicar en su pequeña revista sin saber tampoco que se convertirían en emblemáticos de la "escritura femenina". Al contrario, creo que la verdad sobre su origen, dicha con el respeto que merece una mujer que asumió con coraje su naufragio existencial, le confiere mayor complejidad y riqueza a "Soy la muchacha mala de la historia", "Como tú lo estableciste" y "Tímida y avergonzada", y permite valorarlos fuera de una visión simplificadora desde la que hoy, en muchos casos, se afirma de manera completamente arbitraria y tal vez exagerada, que "María Emilia Cornejo es la verdadera precursora de una vivencia de la poesía desde la mujer".7
NOTAS
1 "María Emilia Cornejo: el sinóptico de la poesía del 70", Armando Arteaga, en Terra ígnea (blog), 2 de febrero de 2006: terraignea.blogspot.com
2 Antología de la poesía peruana, tomo II, Alberto Escobar, Biblioteca popular, Peisa, Lima, 1973, pp. 177-178.
3 En la mitad del camino recorrido (Poesía reunida), María Emilia Cornejo, Ediciones Flora Tristán, Lima, 1989. Hay ediciones posteriores: 1994 y 2005.
4 De Vallejo a nuestros días. Poesía peruana. Antología general. Tomo III, Ricardo González Vigil, Ediciones Edubanco, Lima, 1984, pp. 369-370
5 Poesía peruana. Siglo XX Tomo II De los años '60 a nuestros días, Ricardo González Vigil, Ediciones Copé, Lima, diciembre de 1999, pp. 438 a 442.
6 "Soy la muchacha mala de la historia", encuesta en: Intermezzo tropical, año 4, n° 4, Lima, julio de 2006, pp. 63 a 69. Intervienen: Montserrat Álvarez, Xavier Echarri, Carmen Ollé, Rommy Sordomez, Alessandra Tenorio y José Carlos Yrigoyen.
7 "Fábula de los dos hermanos", Bethsabé Huamán A. , El Colegio de México, Estudios de Género, México D.F. Se puede consultar por internet: gmexico.colmex.mx/Fabulas.jsp
MARIA EMILIA CORNEJO Y EL TALLER DE POESIA DE SAN MARCOS
Por Hildebrando Pérez Grande
José Rosas Ribeyro es mi amigo desde hace muchas lunas, pero, como se dice en Lima, yo no sé nada. De esta manera podría dar curso, rápidamente, al expediente abierto por ustedes sobre este tema. Pero sería injusto, tanto por la memoria de María Emilia como por la amistad con José y por el entredicho en que dejaría al Taller de Poesía de San Marcos.
Desde los años 70', a nuestro Taller llegaban jóvenes leones que deseaban compartir una guarida cómplice, provocadora, estimulante para la creación poética. Una tarde llegó María Emilia Cornejo, envuelta en el humo de su eterno cigarrillo, un poncho inquietante para resguardarse del frío y la soledad y ese aire sospechoso de no saber qué hacer con la vida. Y se encontró con una jauría dorada de matreros, que tenían esquina, calle: quiero decir que no eran palomillas de ventana. Entre ellos, andaban verseando José y Elqui.
En el Taller de Poesía se compartía una relación horizontal, franca, abierta, generosa. Relación que nos permitía invitar a cada uno de sus integrantes para que nos mostraran sus poemas, antiguos o recientes, y exponerlos, sin piedad, a la lectura y sugerencias y comentarios de cada uno de sus integrantes. Obviamente, el autor de los textos bien podía tomar en cuenta estas sugerencias o deshacerse de ellas, apenas con algún ademán vanidoso.
Recuerdo, para el caso que ahora ventilamos, que los motivábamos contándoles lo que hizo Pound con la versión inicial de Tierra baldía. El viejo Ezra, con ojo zahorí, leyó y atisbó cómo debería ser, realmente, el texto de Eliot. Dentro de ese espíritu, pues, que ciertamente distinguía a la tribu de ese entonces, se debería contemplar el testimonio de José Rosas Ribeyro.
Los poemas de María Emilia han crecido desde entonces ante los lectores y seguirán creciendo más sin duda alguna: es más, creo que alcanzarán alturas insospechadas al margen de las acertadas propuestas o enmiendas que en ese entonces José y Elqui le alcanzaron a la muchacha mala de la historia. El tiempo ha legitimado su autoría. En el imaginario y en el paisaje de la poesía escrita por mujeres en el Perú, siempre estarán fundidos aquellos poemas con la imagen de aquella joven que, una tarde sin nombre, ingresara al Taller de Poesía de San Marcos envuelta en el humo azabache de su cabellera nocturna.
* Publicado en Intermezzo tropical 5. Lima, 2007, 124-127.
En la foto: María Emilia Cornejo en dos instantáneas.
MARÍA EMILIA CORNEJO: EL LADO OCULTO DE UN MITO
Por José Rosas Ribeyro
Para abordar el lado oculto, secreto, del mito María Emilia Cornejo quiero empezar con una anécdota. Hace unos años volví al Perú en momentos en que tenía lugar el encuentro internacional de poesía que organizaba (no sé si todavía existe) la Universidad de Lima. Acudí a algunas lecturas, encontré a amigos que no veía desde hace tiempo y fui entrevistado por una periodista de El Comercio cuyo nombre no recuerdo. Era joven y estaba haciendo un reportaje -me dijo- sobre María Emilia Cornejo. Le pregunté que por qué se acercaba a mí y me respondió que se lo había aconsejado el profesor Hildebrando Pérez, a quien había entrevistado un momento antes. Supuse entonces que el amigo Hilde le habría contado ya algo sobre la relación de María Emilia Cornejo con San Marcos y, particularmente, con el taller de poesía que él y Marco Martos animaban en la Facultad de Letras y al que ella había asistido de manera irregular entre 1970-72. "Me ha dicho el profesor Pérez que usted tiene cosas interesantes que decir sobre María Emilia Cornejo", añadió la periodista. "Sí", le respondí, "tengo cosas sumamente interesantes que decir pero no estoy seguro de que alguien quiera oírlas o que usted se anime a publicarlas". Me aseguró que sí, que por supuesto, pero a final de cuentas no salió impreso en El Comercio nada de lo que entonces le revelé. En otras ocasiones intenté dar a conocer lo que yo sabía y siempre la respuesta fue el silencio. Este silencio impuesto me llevó a pensar en el poder oscurantista de los mitos de hoy. Éstos son como sólidos búnkers sin puertas, ventanas ni rendijas por donde pueda entrar o salir algo sin control previo. Son verdades absolutas, de cemento armado, a prueba de balas y de bombas. Y metida de fuerza en un búnker así se le ha venido construyendo un lugar a María Emilia Cornejo en el paisaje de la poesía peruana y, más precisamente, dentro del marco específico de la llamada "poesía femenina".
¿Qué dije yo en aquella entrevista que fuera en ese momento impublicable? Hacia eso voy pero prefiero avanzar por etapas. Quisiera precisar desde ya que yo no fui un amigo íntimo de María Emilia Cornejo. Debo de haberme cruzado algunas veces con ella en San Marcos y, sobre todo, participé con ella en una animada fiesta que tuvo lugar muy poco tiempo antes de que se suicidara. Era una de esas reuniones setenteras en las que se bebía mucho alcohol, se fumaba algo de marihuana y se escuchaba sucesivamente música folclórica, caribeña y rock. Reuniones en que nos encontrábamos gentes de la primera y la segunda hornada de la Generación del 68 sin preguntarnos nunca quién era "del 60" y quién "del 70", fiestas que compartíamos con admiración, amistad y cariño con poetas "del 50" como Pablo Guevara y Leoncio Bueno. Allí llegó María Emilia, desesperada, desolada, con la angustia marcada en el rostro y la firme intención de ahogar su malestar existencial en el alcohol y el jolgorio de la fiesta. Días después supe que se había suicidado. Todo suicidio comporta un lado oscuro, incomprensible, misterioso, más aún cuando, como en su caso, quien lo comete tiene sólo veintitrés años.
Alguien que conoció bien a María Emilia Cornejo fue Isaac Rupay, miembro fugaz de Hora Zero, quien publicaría en agosto de 1973, en la primera entrega de su pequeña revista Eros, los tres poemas que la hicieron póstumamente célebre en el medio literario y que, años más tarde, con el influjo feminista, la convertirían en un mito. Isaac nunca habló conmigo de esta amiga muy querida, lo cual no es nada sorprendente ya que él era una persona extremadamente discreta y silenciosa. Las circunstancias quisieron, en cambio, que al coincidir en el Versalles de la plaza San Martín se la presentara a Armando Arteaga, quien recuerda algunos detalles de este encuentro en un texto que se puede consultar en el blog Tierra ígnea. 1 Él la describe como "misteriosa y silenciosa", "amable y agradable" y dotada de una "ternura ideal". Y precisa que en la primera semana del mes de julio del año 73, Isaac Rupay le enseñó los "originales" (las comillas son suyas) de los tres poemas, hoy famosos, de María Emilia Cornejo: "Soy la muchacha mala de la historia", "Como tú lo estableciste" y "Tímida y avergonzada". Poco tiempo después, en ese mismo año 1973, los dos primeros de esos tres poemas los incluiría Alberto Escobar en el tomo II de su Antología de la poesía peruana 2, con lo cual consagraría a María Emilia Cornejo como "una personalidad con talento" dotada de "una voz individual". El carácter provocador e impúdico de los textos, la manera directa como en ellos se aborda la sexualidad y, además, la gran tirada del libro, editado dentro de una muy popular "biblioteca peruana", garantizó una difusión enorme a los cincuenta versos de María Emilia Cornejo antologados por Escobar. Las bases para la construcción del mito ya estaban dadas.
¿Qué se sabe de esos tres poemas reunidos dieciséis años después por las ediciones del movimiento Flora Tristán en el libro titulado En la mitad del camino recorrido?3 En verdad, hasta ahora, muy poco. La mayoría de los comentaristas señala, sin embargo, que los tres publicados originalmente en Eros destacan entre los treinta incluidos en el libro. Ricardo González Vigil en su antología De Vallejo a nuestros días, selecciona "Soy la muchacha mala de la historia" y "Tímida y avergonzada"4 y en Poesía peruana Siglo XX, además de los tres poemas de Eros incluye dos otros, "Mi pueblo no es" y "Terriblemente tuya", que para cualquier lector medianamente conocedor de poesía son de calidad muy inferior a los tres ya mencionados.5 En la interesante encuesta sobre María Emilia Cornejo que Intermezzo tropical incluye en su cuarta entrega6, Montserrat Álvarez califica "Soy la muchacha mala de la historia" de "poema perfecto", Alessandra Tenorio dice que "es, ha sido y seguirá siendo un himno para muchas mujeres" y José Carlos Yrigoyen considera que el verso inicial "es un buen verso que está dentro de un muy buen poema". Xavier Echarri dice, por su parte, que éste y "Como tú lo estableciste" son "dos poemas redondos". Mucho menos entusiasta es, en cambio, la apreciación de los encuestados por Intermezzo tropical (y de la mayoría de los críticos) sobre el resto de la obra de María Emilia Cornejo. He aquí algunos ejemplos extraídos de la encuesta antes mencionada. Alessandra Tenorio evoca "una leyenda negra", agrega: "yo he escuchado desde que le hicieron el libro hasta que es un invento de las feministas" y afirma: "nunca sabremos cómo hubiera quedado su libro si hubiera terminado de corregirlo". José Carlos Yrigoyen hace referencia a En la mitad del camino recorrido como "un cuaderno de textos a medio hacer y de versos dislocados” y lo califica de “libro trunco”. Finalmente, Rommy Sordomez dice: "Creo que la poesía de María Emilia Cornejo ha sido sobrevalorada, debido a un efoque erróneo de un sector de la crítica", y después de precisar que "el poemario presenta una serie de imperfecciones" destaca (y éste es un aspecto muy importante) que hay "versos repetidos en distintos poemas".
Dicho esto ya me voy acercando a lo que le revelé, entre otros, a la periodista de El Comercio y que nunca hasta hoy ha sido hecho público. Voy a explicarlo aquí respondiendo a algunas preguntas. ¿Por qué lo que vio Armando Arteaga de los tres poemas famosos eran "originales" así, entre comillas? Porque no existen auténticos originales de los tres poemas de Eros, lo que Rupay recibió fueron hojas mecanografiadas por mí y Elqui Burgos. ¿Por qué se dice que hay, por un lado, uno, dos o tres "poemas perfectos" o "redondos" o "muy buenos" y, por otro, "textos a medio hacer" que constituyen la mayor parte de un "libro trunco"? Porque los poemas publicados en Eros fueron trabajados a posteriori, una vez fallecida María Emilia Cornejo, y los otros son textos extraídos "en bruto" de sus cuadernos y apuntes en hojas sueltas. ¿Por qué hay "versos repetidos en distintos poemas", como bien lo señala Rommy Sordomez? Porque los tres poemas famosos son montajes de versos extraídos de distintos apuntes, son estructuras que María Emilia Cornejo no realizó ella misma, mientras que el resto, ya lo dijimos, es material "en bruto". ¿Y cómo yo sé todo esto que afirmo? Pues por la sencilla razón que llevó a Hildebrando Pérez a dirigir hacia mí a la periodista de El Comercio: "Soy la muchacha mala de la historia", "Como tú lo estableciste" y "Tímida y avergonzada" son el resultado de un trabajo de montaje y construcción que en 1973 hicimos al alimón Elqui Burgos y yo en base a los textos que nos alcanzó Hildebrando Pérez un año después de la muerte de María Emilia Cornejo. En aquel momento, mientras nos pusimos a trabajar sobre los textos originales, no nos podíamos imaginar que los poemas resultantes iban a cobrar la importancia que hoy tienen. Alentados por Hildebrando Pérez, Elqui Burgos y yo utilizamos el mundo desgarrado, angustiado, autodestructivo y muy personal que se percibía en los apuntes desordenados, "dislocados" de María Emilia Cornejo para construir tres poemas que queríamos "redondos". Al margen del taller de poesía de San Marcos, al que yo no asistía pero Elqui sí, era nuestra forma de recordar, homenajear, a una muchacha que habíamos visto pasar entre nosotros como un pájaro que vuela con las alas quemadas y cuyo suicidio nos había dolido profundamente. Era nuestra manera de luchar contra el olvido, de comulgar con ella más allá de la muerte. Y era también un juego que Elqui y yo asumimos con el espíritu irreverente con que un anónimo poeta peruano había creado poco antes a una supuesta poetisa ecuatoriana. Según la opinión de los lectores, lo que buscábamos lo conseguimos más en unos que en otros de los textos, pero particularmente creo que en los tres poemas de Eros se nota mayor elaboración literaria que en el resto de escritos que María Elena Cornejo dejó dispersos, "en bruto", al suicidarse. Hildebrando Pérez, Elqui Burgos, yo y algunas personas más (cuyos nombres no revelaré aquí pues no me han autorizado a hacerlo), sabemos desde hace ahora treinta y cuatro años cuál es el misterio de la poesía de María Emilia Cornejo. Isaac Rupay debía saberlo también pero él murió muy joven traicionado por su corazón frágil y generoso. Sin embargo, nada de lo dicho aquí le quita méritos a los tres poemas que él decidió publicar en su pequeña revista sin saber tampoco que se convertirían en emblemáticos de la "escritura femenina". Al contrario, creo que la verdad sobre su origen, dicha con el respeto que merece una mujer que asumió con coraje su naufragio existencial, le confiere mayor complejidad y riqueza a "Soy la muchacha mala de la historia", "Como tú lo estableciste" y "Tímida y avergonzada", y permite valorarlos fuera de una visión simplificadora desde la que hoy, en muchos casos, se afirma de manera completamente arbitraria y tal vez exagerada, que "María Emilia Cornejo es la verdadera precursora de una vivencia de la poesía desde la mujer".7
NOTAS
1 "María Emilia Cornejo: el sinóptico de la poesía del 70", Armando Arteaga, en Terra ígnea (blog), 2 de febrero de 2006: terraignea.blogspot.com
2 Antología de la poesía peruana, tomo II, Alberto Escobar, Biblioteca popular, Peisa, Lima, 1973, pp. 177-178.
3 En la mitad del camino recorrido (Poesía reunida), María Emilia Cornejo, Ediciones Flora Tristán, Lima, 1989. Hay ediciones posteriores: 1994 y 2005.
4 De Vallejo a nuestros días. Poesía peruana. Antología general. Tomo III, Ricardo González Vigil, Ediciones Edubanco, Lima, 1984, pp. 369-370
5 Poesía peruana. Siglo XX Tomo II De los años '60 a nuestros días, Ricardo González Vigil, Ediciones Copé, Lima, diciembre de 1999, pp. 438 a 442.
6 "Soy la muchacha mala de la historia", encuesta en: Intermezzo tropical, año 4, n° 4, Lima, julio de 2006, pp. 63 a 69. Intervienen: Montserrat Álvarez, Xavier Echarri, Carmen Ollé, Rommy Sordomez, Alessandra Tenorio y José Carlos Yrigoyen.
7 "Fábula de los dos hermanos", Bethsabé Huamán A. , El Colegio de México, Estudios de Género, México D.F. Se puede consultar por internet: gmexico.colmex.mx/Fabulas.jsp
MARIA EMILIA CORNEJO Y EL TALLER DE POESIA DE SAN MARCOS
Por Hildebrando Pérez Grande
José Rosas Ribeyro es mi amigo desde hace muchas lunas, pero, como se dice en Lima, yo no sé nada. De esta manera podría dar curso, rápidamente, al expediente abierto por ustedes sobre este tema. Pero sería injusto, tanto por la memoria de María Emilia como por la amistad con José y por el entredicho en que dejaría al Taller de Poesía de San Marcos.
Desde los años 70', a nuestro Taller llegaban jóvenes leones que deseaban compartir una guarida cómplice, provocadora, estimulante para la creación poética. Una tarde llegó María Emilia Cornejo, envuelta en el humo de su eterno cigarrillo, un poncho inquietante para resguardarse del frío y la soledad y ese aire sospechoso de no saber qué hacer con la vida. Y se encontró con una jauría dorada de matreros, que tenían esquina, calle: quiero decir que no eran palomillas de ventana. Entre ellos, andaban verseando José y Elqui.
En el Taller de Poesía se compartía una relación horizontal, franca, abierta, generosa. Relación que nos permitía invitar a cada uno de sus integrantes para que nos mostraran sus poemas, antiguos o recientes, y exponerlos, sin piedad, a la lectura y sugerencias y comentarios de cada uno de sus integrantes. Obviamente, el autor de los textos bien podía tomar en cuenta estas sugerencias o deshacerse de ellas, apenas con algún ademán vanidoso.
Recuerdo, para el caso que ahora ventilamos, que los motivábamos contándoles lo que hizo Pound con la versión inicial de Tierra baldía. El viejo Ezra, con ojo zahorí, leyó y atisbó cómo debería ser, realmente, el texto de Eliot. Dentro de ese espíritu, pues, que ciertamente distinguía a la tribu de ese entonces, se debería contemplar el testimonio de José Rosas Ribeyro.
Los poemas de María Emilia han crecido desde entonces ante los lectores y seguirán creciendo más sin duda alguna: es más, creo que alcanzarán alturas insospechadas al margen de las acertadas propuestas o enmiendas que en ese entonces José y Elqui le alcanzaron a la muchacha mala de la historia. El tiempo ha legitimado su autoría. En el imaginario y en el paisaje de la poesía escrita por mujeres en el Perú, siempre estarán fundidos aquellos poemas con la imagen de aquella joven que, una tarde sin nombre, ingresara al Taller de Poesía de San Marcos envuelta en el humo azabache de su cabellera nocturna.
* Publicado en Intermezzo tropical 5. Lima, 2007, 124-127.
En la foto: María Emilia Cornejo en dos instantáneas.