La baja estima
Por Julio Ortega*
Tenemos tan baja estima nacional que hemos batido campanas cuando un comité de turismo nos descubrió, desde Europa, que Machu Picchu es una nueva "maravilla". El orgullo nacional está muy alto, declararon los diarios, que unos días antes habían reclamado al presidente de la república un "informe optimista" para recibir las fiestas patrias. El terremoto vino a estropearnos los fastos. A un funcionario, experto en imagen, se le ocurrió que la fecha del desastre podría darle nombre a una nueva marca de pisco. No es casual, por eso, que al hablar de literatura peruana hayamos terminado listando los premios que han obtenido nuestros novelistas. Irónicamente, sus novelas son sobre la violencia y la matanza padecidas por el Perú en la "guerra sucia", que nos dejó la deuda impagable de 70 mil muertos. Está muy bien que ganen esos premios, y que esos libros se lean más y mejor. Pero no son la botella de pisco de una tragedia. Son, a veces, su forma indignada, desolada y reparadora. Como dice Víctor Vich, nuestra literatura está haciendo con la violencia lo que el país institucional no ha podido hacer: asumirla, enjuiciarla.
* Publicado en Hueso Húmero Nº 51. Lima: enero 2008, p. 134-135.
En la foto: publicidad de El Comercio a sus fascículos sobre las Maravillas del Perú. Es de desear que jamás haya que ver tal cantidad de señalizaciones o anuncios en el camino inca a la ciudadela de Machu Picchu.
Tenemos tan baja estima nacional que hemos batido campanas cuando un comité de turismo nos descubrió, desde Europa, que Machu Picchu es una nueva "maravilla". El orgullo nacional está muy alto, declararon los diarios, que unos días antes habían reclamado al presidente de la república un "informe optimista" para recibir las fiestas patrias. El terremoto vino a estropearnos los fastos. A un funcionario, experto en imagen, se le ocurrió que la fecha del desastre podría darle nombre a una nueva marca de pisco. No es casual, por eso, que al hablar de literatura peruana hayamos terminado listando los premios que han obtenido nuestros novelistas. Irónicamente, sus novelas son sobre la violencia y la matanza padecidas por el Perú en la "guerra sucia", que nos dejó la deuda impagable de 70 mil muertos. Está muy bien que ganen esos premios, y que esos libros se lean más y mejor. Pero no son la botella de pisco de una tragedia. Son, a veces, su forma indignada, desolada y reparadora. Como dice Víctor Vich, nuestra literatura está haciendo con la violencia lo que el país institucional no ha podido hacer: asumirla, enjuiciarla.
* Publicado en Hueso Húmero Nº 51. Lima: enero 2008, p. 134-135.
En la foto: publicidad de El Comercio a sus fascículos sobre las Maravillas del Perú. Es de desear que jamás haya que ver tal cantidad de señalizaciones o anuncios en el camino inca a la ciudadela de Machu Picchu.