Los nombres de María Emilia Cornejo
Revisando hace unas semanas la bibliografía sobre María Emilia Cornejo, encontré que Ricardo González Vigil citaba en el segundo tomo de su antología Poesía peruana. Siglo XX (1999) una crónica de Liliana Bringas titulada "Memoria de María Emilia. Cuatro poemas desconocidos de M. E. Márquez", publicada el 31 de enero de 1999 en las páginas del suplemento Domingo de La República. Luego recordé el nombre de la cronista, quien hace año y medio publicó en Ciberayllu una entrevista a Róger Santiváñez realizada en Nueva York, y que yo consignara en su momento aquí. Bringas a solicitud mía ha tenido la gentileza de escanear su crónica y enviármela. Pueden leer la misma aquí y aquí.
Como se sabe, la poesía más difundida de María Emilia Cornejo (Lima, 1949-1972) es aquella que expresa la experiencia amorosa y erótica del sujeto femenino. En ese sentido, poco se conoce de los poemas que publicó en vida, y que la crónica de Bringas rescata. Son "cuatro poemas de [octubre de] 1970 -seguramente los primeros y únicos que [MEC] logró publicar- de un humilde desplegable del Centro de Estudiantes de Literatura de San Marcos, en el que figura con el seudónimo de María Márquez". Tal desplegable es un tríptico-plaqueta titulada Gesta, que "se editó al finalizar el taller de poesía" de dicha universidad.
Uno de los integrantes del taller, Francisco Cagigao, es entrevistado en la nota, y comenta el matrimonio de MEC con Oswaldo Márquez así como su acercamiento a la Teología de la Liberación. "No fue una poeta maldita ni quiso serlo. No fue Luis Hernández", manifiesta Cagigao. Otra de las entrevistadas es la madre, Aída Márquez (coincidentemente el mismo apellido del esposo de su hija), quien comenta la pérdida que sufriera María Emilia Cornejo a los tres meses de embarazo, lo cual "la deprimió mucho". La crónica hace alusión a su vez a una enigmática carta enviada por Cornejo a uno de sus maestros, el filósofo José Russo Delgado, días antes de su suicidio.
Por último, Hildebrando Pérez Grande es también entrevistado. Supongo es a través de su testimonio que Bringas escribe que "fueron Elqui Burgos y José Rosas Ribeyro [...] los que se encargaron de un primer intento de reunir los poemas que María Emilia había legado". Más bien, pienso que la afirmación de Hildebrando Pérez, cuando declara que "lo que me llamaba la atención era la manera desenfadada que tenía al construir sus poemas, rompiendo estructuras hasta entonces respetadas", debe ser contrastada a la luz del reciente testimonio de José Rosas Ribeyro sobre "el lado oculto del mito", y la mención de Pérez Grande, en base a este testimonio, a "las acertadas propuestas o enmiendas que en ese entonces José y Elqui le alcanzaron a la muchacha mala de la historia".
Quiero dedicar unas palabras a los cuatro "poemas sociales" (438), como los denomina González Vigil en su antología, publicados en Gesta por María Emilia Cornejo bajo el nombre de María Márquez, y que no forman parte de En la mitad del camino recorrido. En principio, no parece que la autora esté utilizando precisamente un seudónimo, como sostiene Liliana Bringas en su crónica, sino que más bien puede entenderse como un doble juego en el que MEC estaría por un lado utilizando su nombre de casada o bien haciendo una reivindicacion del matriarcado al identificarse con su apellido materno.
De estos cuatro poemas, los dos primeros son propiamente sociales, para continuar con el adjetivo mencionado. "Soy / micaela catari", afirma en el primero, lo que es de por sí una clara confluencia, a través de ese "soy", con los famosos versos del mito: "Soy / la muchacha mala de la historia". Sin embargo, hay una gran diferencia a pesar de la confluencia sintáctica, precisamente la diferencia que construyeron Rosas Ribeyro y Burgos, y a la que ya dediqué en su momento un post. En el primer caso se reivindica una posición política heroica, ejemplar, casi de mártir. En el caso de la muchacha mala, lo que hay es la construcción del mito de la esposa liberada, la adúltera sin tapujos, la casquivana que se apropia de su sexualidad.
Está, además, el hecho de la alusión a Túpac Catari, el líder aymara que se sublevó contra las autoridades coloniales en el Alto Perú. El nombre puede entenderse a su vez como una alusión a dos levantamientos: el de Túpac Amaru II y Micaela Bastidas y el de los hermanos Catari. La esposa de Túpac Katari (Julián Apaza) fue Bartolina Sisa (ambos recientemente declarados héroes nacionales de Bolivia). Micaela Bastidas fue la esposa de Túpac Amaru II. Se trataría, entonces, de una ficcionalización a partir de esta última. La poeta estaría asumiendo así, nuevamente, en los propios versos, con la figura de utilizar el apellido del esposo y el nombre de la heroína, una nueva identidad (Micaela esposa de Katari). Esto sin dejar de mencionar que con la simbiosis de estos nombres históricos MEC (o MM) toma en su poema el nombre simbólico que representa tanto Micaela como Katari: el de revolucionaria (mujer e indígena) que se casa con el proyecto de liberar a su pueblo ("llevo en la sangre / el dolor de mi pueblo").
Precisamente en el segundo poema se apela de manera central al concepto de "pueblo": es decir, los hijos del Perú que en cualquier momento "empe[zarán] a luchar" del anterior poema. "Mi pueblo sufre / y es / gente dividida en colores, / mendigos y explotadores", se lee en sus versos. Los dos últimos textos están dirigidos a un ser querido. "Eres como un árbol / que da sombra, / que protege", expresa en el tercero. "Eres el alba / que busco con afán", manifiesta en el cuarto poema.
En conclusión, esta otra manifestación de la producción poética de María Emilia Cornejo guarda relación con la voz de la guerrera revolucionaria pero no necesariamente de una mujer liberada sexualmente o que erotiza el cuerpo. En ese sentido, ahondando en la exploración de la poesía de MEC confirmamos la diferencia identitaria entre la poeta antes de su muerte en 1972 y la que surge de los tres textos libremente intervenidos por dos varones y publicados póstumamente, en 1973, en la revista Eros, los cuales han servido significativamente para la formación de una personalidad poética femenina en los años posteriores.
En la foto: La poeta (izquierda) con su madre, Aída Márquez, y su hermana gemela, Ana María. [Leyenda de La República]
En la foto: La poeta (izquierda) con su madre, Aída Márquez, y su hermana gemela, Ana María. [Leyenda de La República]