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domingo, febrero 03, 2008

Más sobre los poemas de María Emilia Cornejo

En su weblog Kolumna okupa, Rocío Silva Santisteban acusó recibo el viernes de "el affaire María Emilia" sobre los tres poemas más famosos de María Emilia Cornejo, así como sobre el artículo "La historia de la muchacha" de Carlos Cabanillas en Caretas del jueves último. Cabanillas, como se sabe, es "'asiduo colaborador'" de este weblog, al igual que Maribel de Paz y Rebeca Vaisman, también redactoras de culturales de Caretas. Con relación al debate, RSS expresa que "en realidad aquí lo que falta es la voz de Elqui Burgos" y se pregunta por el "propósito" exacto por el cual Hildebrando Pérez Grande entregó a José Rosas Ribeyro y Burgos los apuntes póstumos de MEC que dieron lugar a "Soy la muchacha mala de la historia", "Como tú lo estableciste" y "Tímida y avergonzada". Por mi parte, a raíz de una relectura de En la mitad del camino recorrido ([1989] 1994, 2da ed.), "obra en la que María Emilia trabajaba cuando murió" (1949-1972), como señala Mariella Sala en su "Presentación" al libro (13), comparto con ustedes la siguiente idea. Se trata de la diferencia clara que marcan el estilo y la construcción de un sujeto femenino en las secciones I a IV del libro, con relación a la sección V, donde están los tres famosos poemas (y uno más a modo de epílogo dedicado a su hermana gemela Ana María), y en los que aparece una voz más cortante, menos obsecuente, capaz de cometer adulterio y despreciar al hombre, entre otros actos de rebeldía contra el machismo y el patriarcalismo. Se trata, sin duda, de poemas mucho mejor logrados, con un manejo profesional del ritmo (Burgos había ganado en 1971 los Juegos Florales Universitarios convocados por UNMSM y Rosas Ribeyro el VII Premio de Poesía José María Arguedas en 1972) y una audacia ideológica y moral que estaban muy veladas o simplemente ausentes en las primeras cuatro partes. Y es que en las secciones I-IV la mujer que habla en los poemas es sumisa, leal, monogámica y hasta ingenuamente resignada frente al hombre: "soy la mujer incondicional / que nada pide a cambio / la que siempre te recibe / y te abre las piernas sin chistar" (57). En ese sentido, cuando Carmen Ollé expresa en su "Prólogo a la segunda edición" que "el estilo, como expresión, es el que impone la calidad, y no el tema, como se cree, el que alcanza la intensidad en un texto literario" (8), pues son precisamente el estilo de "sus tres magníficos poemas" (como los denomina Ollé) y la construcción de un sujeto femenino liberado de la opresión masculina los que más han llamado la atención de la crítica (consagración temprana a través de la "ya célebre" Antología de la poesía peruana de Alberto Escobar en 1973 que menciona Ollé) y de las poetas inmediatamente posteriores de los 70 y 80, y que son hoy materia de debate. Finalmente, hay que pensar que esta intervención masculina, transformando el estilo y la identidad de la voz poética de Cornejo, habría servido para la formación de "una manera otra" que Rocío Silva Santisteban reclama esencialmente femenina y protagónica en un comentario de su post mencionado. En síntesis, se habría venido siguiendo un modelo de erotismo y de identidad femenina basado, en gran parte, en la fantasía de dos varones.

En la foto: María Emilia Cornejo.