Definitivo: Enrique Congrains Martin retorna
Se trata de un retorno, tanto personal como escritural, después de cincuenta años de ausencia. El retorno de Enrique Congrains Martin (Lima, 1932). En febrero, Carlos Meneses, compañero generacional suyo, me había avisado ya de este reingreso narrativo del autor de No una sino muchas muertes (la novela que Francisco Lombardi llevara al cine bajo el título de Maruja en el infierno). Parece que la noticia alarmó a algunos, porque Meneses a los pocos días me volvió a escribir para decirme que posiblemente se trataba de un error, de que ahora le habían dicho que Congrains no publicaría nada nuevo sino que solamente reimprimiría alguno de sus libros de la década del cincuenta. Sin embargo, hoy, por fin, se puede afirmar que este año tendremos de nuevo con nosotros a este importante escritor peruano. Y lo tendremos nada menos que con una novela de quinientas páginas (situada en Mendoza, Argentina) que lleva por título El narrador de historias. "Algo así como un impuesto que paga el autor a sus nuevos lectores, diez páginas por cada año de ausencia", comenta Meneses.
"Haciendo un poco de buceo psicoanalítico conmigo mismo, creo haber dejado de hacer literatura por razones económicas", declara Congrains en la extensa entrevista que Carlos Meneses le acaba de realizar, y que Zona de noticias publica con carácter de exclusiva en su integridad aquí. Congrains declara y aclara: "¡Ojo! Durante 50 años he mantenido un estricto silencio literario, pero jamás me alejé de los libros".
La novela está dedicada a Mario Vargas Llosa (quien prologó una de las reediciones de su novela), por quien Congrains guarda admiración: "La he dedicado a mi amigo Mario Vargas Llosa, en la propia dedicatoria, y leyéndola entre líneas, digo que uno de los principales méritos de Mario es haber sabido organizar su carrera literaria de manera tal que no ha tenido que buscarse una segunda ocupación".
Congrains también señala lo siguiente: "Jamás hubiera podido escribir esta novela a los 30 años, está escrita por otro Congrains, la única conexión entre la narración actual y la antigua es mi obsesión por construir personajes femeninos muy fuertes".
Como en todo auténtico creador, Congrains concibe su obra no sólo en el plano textual, argumental, sino que la misma comprende también otros tantos aspectos, como el paratextual: "Cuando se publique el editor va a tener que respetar mi portada, porque si no lo hace la novela quedaría coja o inconexa. Tengo entendido que ningún narrador se preocupa por el tema de la portada, y en ese sentido creo haber hecho una innovación porque la portada es concepción y diseño mío. Yo le di la idea y dirigí al diseñador gráfico que compuso la imagen en un programa de 3 dimensiones. Quiero decir que la portada está integrada a la novela y es parte de la novela y no trabajo posterior".
Congrains, pues, ingresa nuevamente al ruedo. Uno de los acontecimientos narrativos del año. De la década.
En la foto: Enrique Congrains Martin: "El mensaje de mi nuevo libro es simple: No hay que dejarse lavar el cerebro ni meterse el dedo en la boca. Eso es lo que uno tiene que evitar que ocurra y eso es lo que propone la novela".
"Haciendo un poco de buceo psicoanalítico conmigo mismo, creo haber dejado de hacer literatura por razones económicas", declara Congrains en la extensa entrevista que Carlos Meneses le acaba de realizar, y que Zona de noticias publica con carácter de exclusiva en su integridad aquí. Congrains declara y aclara: "¡Ojo! Durante 50 años he mantenido un estricto silencio literario, pero jamás me alejé de los libros".
La novela está dedicada a Mario Vargas Llosa (quien prologó una de las reediciones de su novela), por quien Congrains guarda admiración: "La he dedicado a mi amigo Mario Vargas Llosa, en la propia dedicatoria, y leyéndola entre líneas, digo que uno de los principales méritos de Mario es haber sabido organizar su carrera literaria de manera tal que no ha tenido que buscarse una segunda ocupación".
Congrains también señala lo siguiente: "Jamás hubiera podido escribir esta novela a los 30 años, está escrita por otro Congrains, la única conexión entre la narración actual y la antigua es mi obsesión por construir personajes femeninos muy fuertes".
Como en todo auténtico creador, Congrains concibe su obra no sólo en el plano textual, argumental, sino que la misma comprende también otros tantos aspectos, como el paratextual: "Cuando se publique el editor va a tener que respetar mi portada, porque si no lo hace la novela quedaría coja o inconexa. Tengo entendido que ningún narrador se preocupa por el tema de la portada, y en ese sentido creo haber hecho una innovación porque la portada es concepción y diseño mío. Yo le di la idea y dirigí al diseñador gráfico que compuso la imagen en un programa de 3 dimensiones. Quiero decir que la portada está integrada a la novela y es parte de la novela y no trabajo posterior".
Congrains, pues, ingresa nuevamente al ruedo. Uno de los acontecimientos narrativos del año. De la década.
En la foto: Enrique Congrains Martin: "El mensaje de mi nuevo libro es simple: No hay que dejarse lavar el cerebro ni meterse el dedo en la boca. Eso es lo que uno tiene que evitar que ocurra y eso es lo que propone la novela".