zonadenoticias

jueves, mayo 17, 2007

Poder y placeres disidentes en la literatura erótica

Introducción: Luz Vargas de la Vega*

El cuerpo y sus placeres es un tema conectado a muchos otros, como el político o el económico, y la literatura ha sido y sigue siendo un gran espacio que llama la atención sobre dichas relaciones. Con esta versión de [nuestra sección] Swingers, interrogamos a tres creadores en cuyas obras estas redes constituyen preocupaciones muy cercanas. Las respuestas recibidas nos dejan un saldo muy sustancioso. La poeta y narradora peruana Carmen Ollé hace mención al placer transgresor en la poesía peruana de los ochenta y sus influencias, al hombre como objeto sexual en la última novela de Vargas Llosa, y a las representaciones distintas de la homosexualidad en Bayly y Reynoso. Por su parte, el novelista colombiano Jorge Franco, entre otras cosas, llama la atención sobre la relación entre la urbe y el erotismo en el desarrollo de la literatura erótica en su país. Finalmente, Mario Bellatin, narrador mexicano-peruano, traslada el estilo escueto de su narrativa a este cuestionario para señalar principalmente que nuestra tradición literaria ha relegado la exploración del placer en sí mismo para privilegiar su politización.

1. ¿Cómo ve la exploración literaria en torno al tema de lo erótico en su país? ¿Es en ella el placer lo más relevante o quizás están en juego otros significados?
Carmen Ollé: En poesía, durante la década de los años ochenta, el tema erótico se relacionó con el placer desde la transgresión. Se dejó ver el influjo del expresionismo alemán con Georg Trakl a la cabeza y la búsqueda de la autodestrucción del yo, que alcanza su máxima expresión en la argentina Alejandra Pizarnik. Los poemas describían el cuerpo femenino y sus funciones, el mal y los placeres oscuros. La poesía de Mariela Dreyfus, Rocío Silva Santisteban y Patricia Alba está centrada en una poética del dolor y el mal como el rayo refracto que se dispara de una zona conflictiva de nuestra historia. Para darse cuenta basta con darle un vistazo a los títulos de sus poemarios: Placer fantasma, Mariposa negra, O un cuchillo esperándome. En esta época se elabora otro discurso en la poesía erótica, más celebratorio (Domingo de Ramos, Moromisato) o de tono intimista, como los haikus y epigramas de Esher Castañeda. En narrativa, lo erótico conecta más con el placer como respuesta a la falta de trascendencia en todo sentido. El placer reemplaza a Dios y a la inmortalidad. En Travesuras de la niña mala de Vargas Llosa las escenas de sexo explícito no tienen nada que envidiarles a las líneas calientes de Internet. La niña mala –aventurera y ambiciosa– sabe lo que desea del amor, es clitoriana, no vaginal. Hay que reconocer que pocas veces un novelista peruano –las narradoras han explotado ya el tema del placer femenino– crea un personaje femenino que utiliza al hombre como objeto sexual y no a la inversa.

Jorge Franco: En Colombia el tema erótico se viene tratando en la literatura ya desde hace algunas décadas, sin mayores complicaciones y traumatismos. Creo que, desde que la ciudad se consolidó como escenario, lo erótico ha formado parte de lo urbano. En principio, el tema iba de la mano con los brotes de la libertad sexual y poco a poco se fue quedando para contar lo relacionado con el placer. No creo que ahora les apueste a otros significados. Se cuenta el sexo tal y como es, con todas sus manifestaciones posibles, como parte de la búsqueda del ser humano por encontrarse a sí mismo.
Mario Bellatin: De lo poco que se ha trabajado en el tema creo que la reivindicación de ciertos derechos, libertades o teorizaciones está por encima de alguna exploración en el placer en sí mismo.

2. ¿Cómo son representadas las prácticas sexuales disidentes en la literatura de su país (travestismo, homosexualismo, etc.)?
CO: Los personajes homosexuales en la narrativa de Jaime Bayly son cínicos pero sensibles, son también bisexuales y sus relaciones con las mujeres están más determinadas por las dudas existenciales que por el placer. De otro lado, existe una literatura homoerótica de naturaleza poética, la del último Reynoso, en la que se destaca la belleza y la condición angélica del objeto amado.

JF: Hemos tenido un par de buenos escritores abiertamente homosexuales que permitieron acercarnos al tema desde la madurez de sus escritos. El primero es Gustavo Álvarez Gardeazabal, y el otro, Fernando Vallejo. En el caso particular de Vallejo, en casi todos sus libros, parte del tema es su condición sexual, y desde ella aprovecha para criticar, disparar contra la sociedad, no propiamente en defensa de la homosexualidad, sino que el ataque va contra lo más absurdo y mezquino de la condición humana. Otros autores han escrito sobre estos temas con naturalidad, casi siempre en referencia a las dificultades íntimas de los personajes para encajar en una sexualidad que maneja sus destinos.
MB: Creo que mayormente aparece el derecho de la mujer a ejercer su sexualidad.

3. ¿Qué sentidos cree usted que se articulan en la relación entre el cuerpo erotizado y el poder?
CO: No solo el cuerpo, también el placer del cuerpo es un territorio político. La cultura oficial y las religiones, especialmente la cristiana, la islámica, condenan el placer en las mujeres. Lo han hecho desde antiguo y el fin no es solo puritano sino el de ejercer control en los derechos reproductivos. Con ello se mantiene el statu quo, es decir, el papel doméstico de la mujer y el hombre como proveedor de la familia heterosexual. Amar en este contexto significa tomar partido, es poder ser libremente otros (travestís, transgéneros, transexuales) para –si se quiere– formar una familia alternativa no tradicional. Por supuesto, con la amenaza de estar bajo la mira de grupos conservadores misóginos y homofóbicos que tienen injerencia y poder de decisión en los gobiernos.

JF: Existe en la sexualidad una tensión permanente de poderes. La seducción que busca doblegar al otro. Y el otro que gusta de dejarse doblegar. Un paralelo así puede darse en lo que tiene que ver con el poder político. El encantador y los encantados. No en vano el grado de poder político, y también el económico, ha demostrado estar en directa relación con el poder erótico, desplazando cualquier forma de erotismo que pueda venir meramente de la belleza física, así los sentidos tradicionales pierden vigencia y entra a operar un sentido estrictamente social, cultural, económico, mediático.
MB: El cuerpo ya es en sí mismo una fuente de poder. Lo podemos ver en las relaciones más simples y, sobre todo, en el uso comercial que se le da.

4. ¿Cómo inserta su obra dentro de la tradición erótico-literaria de su país?

CO: Con mi primer libro se generó una confusión porque se pensó que la temática del cuerpo era sinónimo de erótica. Puede ser a veces, pero no necesariamente. El erotismo es parte del todo, no es todo, por lo menos no en Noches de adrenalina. Creo que en mis otros libros he seguido esta idea. En mi narrativa me interesa que el erotismo plantee la legitimidad del placer en otros terrenos no convencionales. No sé si podemos hablar de una tendencia incipiente, en ese sentido, a contracorriente.
JF: Desde mis primeros trabajos la sexualidad ha sido parte importante de mis historias. He escrito historias de amor donde la sexualidad es inherente a este sentimiento. No creo en el amor sin sexualidad. He explorado distintas facetas de la sexualidad, sobre todo en los cuentos, y he trabajado bastante su lado oscuro. Creo que la sexualidad es un elemento imprescindible en nuestra búsqueda como personas, y esa sexualidad incluye lo sórdido, lo complejo, lo perverso porque son condiciones naturales de todo ser humano. Uno se busca en uno mismo y en los demás, y la sexualidad permite crear esos espejos para vernos en otros. Confirmamos lo que somos en la opinión que tienen de nosotros los demás.
MB: No creo que se inserte de ninguna manera.

* Publicado en Casa de citas 4. Lima: mayo 2007, pp. 51-54.
En la foto: Carmen Ollé, quien hoy a las 7:30 pm presenta en el Centro Cultural de la Universidad Católica su nuevo libro Retrato de mujer sin familia ante una copa. Véase la interesante entrevista a la autora publicada hoy por Giancarlo Stagnaro en la contracarátula de El Peruano.