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lunes, julio 02, 2007

Dos entrevistas a Gonzalo Portocarrero

El pasado viernes, en la sección Contracorriente del diario El Comercio Miguel Ángel Cárdenas M. publicó una entrevista a página entera a Gonzalo Portocarrero a propósito de su libro Racismo y mestizaje y otros ensayos, recientemente publicado por el Fondo Editorial del Congreso de la República, y cuya Introducción publiqué aquí hace cerca de un mes. "Todos estamos marcados por el racismo, toda persona tiene que concebirse como una suerte de coro de voces, que son los ecos de los discursos que uno ha escuchado. Pero lo que sí puede ser de responsabilidad personal es la voz que uno escoge para ser representado. Que a uno se le escape en un momento de descontrol, no me parece serio, sí que alguien persista en escoger esa voz como la propia y en darle consistencia y en fomentarla. Tenemos un inconsciente social racista que sale por cualquier cosa. Y existen dos caras acá donde todos estamos mezclados: la de creerse más frente a unos y sentirse menos frente a otros; que nos persigue desde la infancia...", comenta Portocarrero. Por otra parte, ayer en El Dominical de El Comercio Jorge Paredes publicó una entrevista a dos páginas al sociólogo y crítico literario. "Lo desafiante es pensar que pueden coexistir racismo y mestizaje. Porque lo que tenemos es un grupo muy heterogéneo, disociado, donde hay una práctica de discriminación, ya no en función de una idea de raza como un conjunto homogéneo de individuos, sino en función de quien tiene más de indio, más de negro o más de blanco. Otra particularidad es que siempre nuestro racismo está identificado con el factor económico y cultural. De ahí esa expresión 'el dinero blanquea'. Es decir, el racismo no está vinculado solo a la apariencia física, sino es más englobante. Una persona puede tener un 'buen aspecto', pero si es pobre tiene un valor social relativo. Y una tercera característica es que el racismo ha sido invisibilizado por las ideologías del mestizaje. En algún momento, fundamentalmente a mediados del siglo XIX, hubo una especie de pacto social en el cual se impuso la idea de que acá todos somos mestizos. Entonces, no podía haber racismo; pero es toda una mentira porque este discurso, aunque progresista, ponía al margen al indio. Porque la idea era que para ser peruano el indígena tenía que acriollarse en la escuela, dejar su idioma nativo y castellanizarse, tenía que huir de su condición. Nuestro racismo tiene peculiaridades que no son fáciles de descubrir porque justamente están cubiertas por el manto invisible del mestizaje", sostiene.

En la foto:
Gonzalo Portocarrero. "Cuando una persona del mundo popular va a Miraflores se siente de alguna manera más vulnerable, más frágil, esperando que le digan algo feo. Y cuando una persona de Miraflores va a El Agustino también espera que en cualquier momento la agredan o la puedan asaltar. Hay una especie de frontera, un apartheid caleta en nuestro país que sigue funcionando y que no solo es por racismo, sino está influido por el factor económico y cultural", afirma.