El poeta Chirinos Cúneo
Esta mañana encontré en casa antiguos papeles olvidados: recortes de periódicos, revistas, incluso algunos libros que mi memoria había borrado, pero que reencontrarlos me causó una grata emoción. Entre los papeles fui a dar con varios ejemplares del suplemento cultural Revista del diario El Peruano, que aparecía en los primeros años de la década del noventa. En un número del 3 de marzo de 1993 (págs. 6 y 7) veo un reportaje de Juan de la Fuente al poeta Guillermo Chirinos Cúneo, que incluye tres poemas suyos hasta entonces inéditos. De la Fuente pregunta al poeta "por qué considera que la crítica literaria ha mantenido una enorme indiferencia respecto a su obra", a lo que contestó: "Quizás ha habido para ellos (los críticos) un proceso de autodeliberación que los ha llevado a ocuparse de otros poetas y no de mi trabajo, porque sencillamente dichos poetas estaban más cercanos a ellos y les resultaban más importantes que yo. No me considero, sin embargo, mucho más o mucho menos que estos creadores, aunque de tener que elegir probablemente me consideraría menos, pero al fin y al cabo pienso que he llegado a igualarlos". De su poemario El idiota del Apocalipsis expresa lo siguiente: "Creo que fue producto de un proceso de liberación de aquellas ataduras que me sometían a una soledad, a una incapacidad de lograr mis deseos". De sus influencias literarias, dice: "Creo que son Rimbaud y Baudelaire. Al primero lo admiro por su pureza, por su inocencia y, al segundo, por su franqueza, su sinceridad y su produndo pesimismo, su profundo pesar. Baudelaire era un auténtico poeta, que nació en la pobreza y murió en ella, pero escribió hasta lo último de su vida". Incluyo los tres poemas.
En la foto: los cuatro jinetes del Apocalipsis. "La poesía nace, se hace y se realiza para poder distinguir entre lo que se piensa y lo que se siente. Porque una cosa es pensar y otra cosa es sentir" (Chirinos Cúneo).
ALLÁ EN EL ESPACIO DONDE
Allá en el espacio donde
las sombras logran alcanzar
el solsticio de la cópula
genérica del Sol, hay una
niña que vive de los astros
Está allí apacible como
si la Luna semejara
sus ojos celestes, está allí
para vivir en el paraíso
siempre desaparecido
pero algún día desconocido.
Como es el tiempo
así la tarde se parece
a tus ojos y el viento cálido
de verano te levanta
Durante toda la mañana
colmada de policromías
que andando, tú eres la dueña
Yo soy el dios del estío yo soy el amante fortuito
el que te espera a través
de tus ojos verdes como
el tiempo y la hierba.
AMADA
Siento que tus ojos descienden de la Luna
cuyo enigma destroza mis apasionadas.
EN EL CELAJE DE TU MIRADA EN ACECHO
Delante tuyo estoy viviendo y muriendo
y mi silencio acosa las horas perseguidas
Cómo haré para volver a preferir mi pena
cuando mi furia hostiga tu alma indecisa
y el cielo de tus ojos es azul como el mar.
Descansaré en la arena como una gaviota
luego iré muriendo por la selva umbría
y mi alma quedará acuciando mi sombra...
Para pedirte un beso escancearé a diario
una miga de pan y un vaso desprendido y azul
en el celaje de tu mirada en acecho.
En la foto: los cuatro jinetes del Apocalipsis. "La poesía nace, se hace y se realiza para poder distinguir entre lo que se piensa y lo que se siente. Porque una cosa es pensar y otra cosa es sentir" (Chirinos Cúneo).