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viernes, julio 21, 2006

Julio Ortega: "La violencia política se sostiene en las violencias racista, machista y clasista"

El crítico peruano Julio Ortega es entrevistado hoy en la Revista de Libros del diario El Mercurio por María Teresa Cárdenas. "El profesor de literatura hispanoamericana de la Universidad de Brown, donde además dirige el Proyecto Transatlántico, vendrá en los próximos días a Chile para integrar el jurado del concurso de poesía de Revista de Libros", comenta la periodista. Entre otros puntos, Ortega señala que "la violencia política se sostiene en las violencias racista, machista y clasista. Esto es, en la negación del Otro, en esa mutilación del Yo". También habla de su Proyecto Transatlántico: "Este grupo de trabajo, que inicié hace diez años y que ha convocado una serie de encuentros y coloquios en varios países, explora la historia cultural de las relaciones de América Latina y Europa. Afirma, por eso, las diferencias y atiende a las convergencias. Pero también promueve el debate sobre los modos de conocer e interpretar, que a veces empobrecen la conversación. Nuestros textos se leen mejor entre varias orillas, desencadenando un proceso de lectura que les confiere nueva actualidad". Incluyo completas algunas de las preguntas:
¿Qué significa para usted que el peruano Carlos Germán Belli haya recibido hace unos días en La Moneda el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda?
Es una imagen barroca, ¿verdad? Lihn admiraba mucho a Belli, por la máscara barroca de su poesía, una suerte de formalidad y glosa, de tributo y de ironía. Una estrategia laboriosa para desplegar el habla del deseo. Pero es también una imagen fraterna, ya que las sumas literarias entre Chile y Perú son una conversación plena.
¿Hay una generación de relevo poético en Perú?, ¿quiénes son y qué corrientes distingue?
Vivimos ya la hora del relevo en todos los órdenes de la cultura hispánica. Ha terminado la época del intelectual público, y está pasando el momento del escritor mediático, abrumado de premios y sin lectores. En Perú, los jóvenes no sólo escriben con desenfado y libres de cualquier ansiedad de influencias, sino que hacen talleres y comunidades, donde inician pequeñas editoriales, revistas y actos públicos. Se mueven, además, entre fronteras, y seguramente son la parte sensible de la nueva constelación migratoria. La revista Hueso Húmero es un buen lugar para empezar a leer a estos nuevos poetas. Sigo con interés los trabajos de Victoria Guerrero y Lorenzo Helguero.
¿Le parece que los premios a Alonso Cueto (Herralde) y Santiago Roncagliolo (Alfaguara) en los últimos meses hablan de un buen momento de la narrativa peruana?
Dos excelentes premios, que demuestran la capacidad de apuesta de esas dos editoriales. Como explica Josefina Ludmer, la buena literatura no sólo está en las editoras marginales y heroicas, nos viene también en las más grandes. Es la nueva composición de lugar en que se hace hoy la novela. Y, en efecto, la narrativa peruana se ha diversificado más allá de sus tradiciones.
...Y de sus fronteras. ¿Qué le parece la narrativa que están produciendo los peruanos, dentro y fuera del país?
Pienso que el marco nacional se ha convertido en melancólico como espacio de lectura. Nos condena a leer la tanda generacional, o la tribu de alguna voz dominante. Creo que el relevo de la lectura nos hará leer más creativamente. En el caso peruano, los jóvenes se están librando de la tradición traumática, que lo explica todo por el malestar del origen. En Chile, se trata de lo que he llamado la deuda impagable del origen nacional. Jorge Edwards ha novelado la comedia social de esa posta agonista. Entre nosotros, Bryce Echenique ha empleado el poder curativo del humor. La idea del trauma como destino es complaciente, carece de inteligencia y dignidad. Son más críticos y más libres Iván Thays y Luis Hernán Castañeda, entre varios otros que merecen atención.

En la foto: Julio Ortega.