El primaveral optimismo y la puta linda
Dice Mirko Lauer hoy en su columna de La República, titulada "Insólito, primaveral optimismo": "Aunque quizás no lo sepamos, en Lima estamos viviendo un verdadero shock de optimismo. Nadie sabe bien de dónde ha salido. Una explicación posible es la acumulación de maravillosos momentos macroeconómicos está teniendo algunos efectos prácticos. Otra es el verbo del nuevo gobierno, que simplemente produce deseos de ser optimista. La encuesta de la Universidad de Lima del 7/8 de octubre el porcentaje de quienes piensan que la situación económica es muy buena/buena ha saltado a 16.7, dos veces y media el de octubre del 2005. Regular ha pasado de 41 a 63, mala/muy mala ha caído de 51 a 19. Son números que, digamos, realmente desafían la ley de la gravedad. El autopronóstico para dentro de un año es aun más espectacular. Estaré mejor duplica la cifra del 2005, casi cuadruplica la del 2003. Estaré peor se reduce a una cuarta parte. Todo esto –una instantánea estadística, nunca lo olvidemos- suma una verdadera revolución en las expectativas de los limeños".
Estas ideas me hicieron recordar la nueva novela que acaba de publicar Fernando Ampuero, Puta linda (Planeta), que será presenta por Alonso Cueto mañana en la galería Dédalo de Barranco. "Creo que lo esencial de Noemí[, el personaje de mi novela,] es su naturalidad para asumir todas las vicisitudes de la vida, su amoralidad totalmente asimilada y su optimismo a prueba de bombas. Cuando hablo de una realidad emputecida, pienso que el Perú pasa por una situación similar. Vivimos en un país de moral muy relajada. Con burócratas del gobierno coimeros, un comercio informal y hasta delincuencial que todo el mundo acepta con naturalidad. Y, sin embargo, es un país optimista", declara Ampuero a Enrique Planas, quien lo entrevistara el pasado domingo en la sección cultural de El Comercio. Una semana anterior, Ampuero había comentado algo más en el weblog de Iván Thays: "El optimismo, a contracorriente de todas las desgracias del país, es hoy en día el sentimiento que embarga a muchos peruanos. Pienso que Puta linda, novela de moral relajada y optimista, tal vez refleja el momento que estamos viviendo".
Un momento (que yo también he percibido en mi reciente viaje a Lima, setiembre 2006, aunque no habría sabido llamarlo optimismo, quizá sí tranquilidad, una tranquilidad para nada asociada a una calma chicha) que Lauer advierte del siguiente modo en el párrafo final de su artículo: "Como sabemos, nada más peligroso que una revolución de expectativas, sobre todo porque rara vez tienen una relación real con las promesas mismas. No se conoce muchos casos en que ella se contente con un avance atado a las posibilidades reales. Es frecuente que esas esperanzas se vuelvan decepción, con razón o contra toda lógica". Y es que recordemos que una ola similar de optimismo se vivió también durante los dos primeros años del gobierno anterior de García (1985 y 1986).
A propósito, ¿qué pensará el 50% de peruanos que vive bajo los límites de la pobreza extrema y moderada? Según comenta Lauer, sobre la base de la mencionada encuesta, el denominado "sector D está confiando en la promesa básica del gobierno: convertir la bonanza de este lustro en un efectivo proceso de redistribución en medio de la estabilidad". Es de desear (porque siempre queda desear lo bueno, más allá de las creencias o desconfianzas propias) que nada de esto se agote en (o lo agote) "el verbo del nuevo gobierno" (la consabida labia de García & Cía).
PD Jueves 19: Ricardo González Vigil publica hoy una reseña a Puta linda en la sección cultural de El Comercio. Cito la parte final: "El proceso de construir historias, de ficcionalización, ocupa un papel relevante en Puta linda junto con varias alusiones literarias: las piuranas prostitutas y/o incestuosas de Vargas Llosa y Miguel Gutiérrez; el no querer escribir sobre indios (un guiño 'criollo' contra los 'andinos', en la p. 11), pero sí sobre la realidad emputecida, echando mano a una narradora oral de extracción popular (tan del gusto de los 'andinos'); la soterrada relación sentimental con una 'niña mala' (Vargas Llosa); en fin, la idea pirandelliana de un personaje en busca de autor (citada explícitamente en la p. 126)".
En la foto: carátula de Puta linda.
Estas ideas me hicieron recordar la nueva novela que acaba de publicar Fernando Ampuero, Puta linda (Planeta), que será presenta por Alonso Cueto mañana en la galería Dédalo de Barranco. "Creo que lo esencial de Noemí[, el personaje de mi novela,] es su naturalidad para asumir todas las vicisitudes de la vida, su amoralidad totalmente asimilada y su optimismo a prueba de bombas. Cuando hablo de una realidad emputecida, pienso que el Perú pasa por una situación similar. Vivimos en un país de moral muy relajada. Con burócratas del gobierno coimeros, un comercio informal y hasta delincuencial que todo el mundo acepta con naturalidad. Y, sin embargo, es un país optimista", declara Ampuero a Enrique Planas, quien lo entrevistara el pasado domingo en la sección cultural de El Comercio. Una semana anterior, Ampuero había comentado algo más en el weblog de Iván Thays: "El optimismo, a contracorriente de todas las desgracias del país, es hoy en día el sentimiento que embarga a muchos peruanos. Pienso que Puta linda, novela de moral relajada y optimista, tal vez refleja el momento que estamos viviendo".
Un momento (que yo también he percibido en mi reciente viaje a Lima, setiembre 2006, aunque no habría sabido llamarlo optimismo, quizá sí tranquilidad, una tranquilidad para nada asociada a una calma chicha) que Lauer advierte del siguiente modo en el párrafo final de su artículo: "Como sabemos, nada más peligroso que una revolución de expectativas, sobre todo porque rara vez tienen una relación real con las promesas mismas. No se conoce muchos casos en que ella se contente con un avance atado a las posibilidades reales. Es frecuente que esas esperanzas se vuelvan decepción, con razón o contra toda lógica". Y es que recordemos que una ola similar de optimismo se vivió también durante los dos primeros años del gobierno anterior de García (1985 y 1986).
A propósito, ¿qué pensará el 50% de peruanos que vive bajo los límites de la pobreza extrema y moderada? Según comenta Lauer, sobre la base de la mencionada encuesta, el denominado "sector D está confiando en la promesa básica del gobierno: convertir la bonanza de este lustro en un efectivo proceso de redistribución en medio de la estabilidad". Es de desear (porque siempre queda desear lo bueno, más allá de las creencias o desconfianzas propias) que nada de esto se agote en (o lo agote) "el verbo del nuevo gobierno" (la consabida labia de García & Cía).
PD Jueves 19: Ricardo González Vigil publica hoy una reseña a Puta linda en la sección cultural de El Comercio. Cito la parte final: "El proceso de construir historias, de ficcionalización, ocupa un papel relevante en Puta linda junto con varias alusiones literarias: las piuranas prostitutas y/o incestuosas de Vargas Llosa y Miguel Gutiérrez; el no querer escribir sobre indios (un guiño 'criollo' contra los 'andinos', en la p. 11), pero sí sobre la realidad emputecida, echando mano a una narradora oral de extracción popular (tan del gusto de los 'andinos'); la soterrada relación sentimental con una 'niña mala' (Vargas Llosa); en fin, la idea pirandelliana de un personaje en busca de autor (citada explícitamente en la p. 126)".
En la foto: carátula de Puta linda.