zonadenoticias

domingo, octubre 15, 2006

Más debate sobre Madeinusa

Los administradores del weblog La cinefilia no es patriota dan cuenta de un interesante intercambio de opiniones con el crítico de cine Emilio Bustamante alrededor de la opera prima de Claudia Llosa Madeinusa (protagonizada por Magaly Solier), que acaba de merecer un nuevo premio en el Festival Internacional de la Mujer de Dortmund/Colonia, en la ciudad alemana de Colonia, convirtiéndola, de hecho, tal y como insinuara a inicios de mes Gustavo Buntinx, "en la película más premiada de la cinematografía peruana".
"He leído con interés los últimos comentarios en su blog sobre Madeinusa, en especial el diálogo entre Jesús Pacheco, Fernando Vílchez y Mario Castro, que creo enriquece el debate sobre la película", expresa Bustamante antes de dar paso a su argumentación, que entre otros puntos señala lo siguiente: "Si la película ha generado tanta inquietud, es porque un discurso ideológico discutible, con el que muchos disienten, se halla en un producto artístico bastante logrado y persuasivo". También dice: "No sostengo, tampoco, que un analista deba hacer una separación radical de valores estéticos y éticos, pero sí que debe diferenciarlos como paso previo a establecer una relación entre ellos. Del mismo modo, no sostengo la independencia absoluta de una obra de arte de su realidad histórica y cultural. Es tan ingenuo pretender que un filme debe ser un reflejo de la realidad, como pretender que no tenga nada que ver con la realidad. Madeinusa no es 'fantasía pura' (eso no existe) y la película no sería la misma si las acciones ocurrieran en la India o el Tíbet. Manayaycuna, y el Perú al que el filme alude, no son reales sino imaginados, y ese pueblo y ese Perú imaginados han sido construidos en base a la fantasía; pero también a la percepción que la cineasta tiene del país y de los Andes, y a los sistemas de significación y valores que le permiten ordenar esa percepción. Esos sistemas de significación y valores 'ordenadores' forman parte de una cultura compartida por la narradora y un grupo social. De otro lado, esa mirada (esa representación) de los Andes y el país que encontramos en Madeinusa, no es absolutamente nueva, pues tiene antecedentes que se pueden rastrear desde el siglo XIX por lo menos. De acuerdo a esa mirada, los Andes son el atraso, la barbarie o el salvajismo; si hay cultura allí, esa cultura es caduca. Lima, por el contrario, es la modernidad, y hay que incorporar a los indios a la modernidad y la civilización para que el país progrese [...] Como dice Gonzalo Portocarrero, esa mirada se presentaba como una superación del racismo 'científico', pues no consideraba a los indios atrasados por inferioridad biológica, sino por inferioridad cultural. Ahora bien, hay versiones actuales, según las cuales aunque no queramos que las culturas populares o subalternas desaparezcan, se impondrá una cultura dominante, globalizada, de mercado, hegemónica. Si queremos acelerar el progreso, mejor sacrifiquemos de una vez las culturas que ya se hallan condenadas. Lo interesante es que esta propuesta puede no gustar (a mí no me gusta), pero es fuerte, coherente y seductora inclusive para los sectores populares y pobladores andinos. El despojamiento cultural se presenta como camino para superar la pobreza, la exclusión y el abuso. La cultura de los subalternos se transforma (a fin de cuentas, todo se transforma en esta vida), sus significantes se resemantizan y se incorporan al festivo universo posmoderno o al mercado como pintoresquismo turístico. La pregunta es si éste es realmente el único camino. La pregunta es si el costo de la modernidad es necesariamente la renuncia a toda tradición o, en última instancia, el etnocidio. Otra pregunta es si el etnocidio no es acaso una forma de racismo, pues, al fin y al cabo, solo aceptamos al otro con tal que deje de ser él y se convierta en uno igual a nosotros. Así dejaremos de temerle o de sentirnos culpables por su suerte. La integración del otro es la desaparición del otro".
Por su parte, Fernando Vílchez desarrolla sus críticas a aspectos cinematográficos puntuales y a lo que denomina como "el asunto ideológico" del filme, mientras que Jesús Pacheco centra la primera parte de su respuesta en torno a las objeciones ideológicas. "Celebro que finalmente uno de los críticos reconocidos en nuestro medio no sólo se limite a describir la ideología subyacente a esta película, sino que también emita un juicio de valor sobre esta ideología, y celebro mucho más que sea en contra", manifiesta Pacheco. Finalmente, Mario Castro escribe entre otras cosas esto de aquí: "Es la coherencia integral de la película la que está en cuestión. Me parece que la partición entre lo ideológico y lo estético no se da en el acto perceptivo original. Mi respuesta no puede sino estar condicionada por lo que soy, y, como cualquier espectador, recibo todo en un solo paquete: la imagen digamos 'bella' o mejor, 'bonita' ya no lo resulta tanto si al mismo tiempo capto 'mensajes' que me dan una lectura o visión que no puedo desatender, mensajes que me gritan los prejuicios de una parte de la sociedad peruana con respecto a la otra, sin importar que se trate de una película en clave de fábula. [...] Madeinusa, a mi entender ni siquiera trata del ande, aunque suene extraño decirlo. Madeinusa trata en el nivel más obvio no del ande sino de que lo mejor que puede hacer una chica del ande con el ande es borrarse del ande. Qué feo el ande, en el fondo. Aunque tiene su colorcito. La moraleja es que la promesa de libertad está en Lima". Y termina sosteniendo lo siguiente: "La de ignorar o minimizar el 'contenido' o la ideología, me parece una actitud en último análisis cínica o frívola: uno construye imágenes, sí, pero eso no es todo. Hay que preguntarse también para qué".
Pasando a otra publicación, Domingo Martínez, el kuraka administrador de la revista cultural virtual Ciberayllu, reflexiona en su último editorial (que lleva como fecha 1ro de octubre, pero que apareció a inicios de esta semana) sobre el debate generado en torno a Madeinusa. "¿Representa la historia de Madeinusa a la cultura andina? En particular, ¿son representativas de esa cultura las transgresiones morales que suceden en la película? ¿Dónde termina la licencia artística? ¿Existe una agresión por parte de la película hacia una cultura secularmente excluida? ¿O se trata simplemente de un trabajo de ficción que podría haberse ambientado en cualquier otro lugar del planeta? Y algo muy importante: ¿qué público ve películas en el Perú? Sospecho que la diferencia de actitud respecto a estas preguntas tiene que ver con la percepción que la gente tiene respecto a cada 'otro'. En cualquier lugar donde haya un grupo (social, cultural, 'racial') secularmente excluido por la cultura dominante, los actos públicos —especialmente los actos reprobables— de los individuos pertenecientes al grupo excluido suelen percibirse con una luz distinta a actos similares de individuos del grupo de la cultura dominante. En otras palabras, los individuos miembros de una cultura perciben actos negativos de cada 'otro' individual como representativos de todo el 'otro' grupo, mientras que los actos negativos de individuos del grupo propio son siempre considerados actos individuales: el otro no es sólo un individuo, sino deviene un prototipo —estereotipo— de todos los de su clase o grupo", sostiene.