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viernes, octubre 13, 2006

Cecilia Bustamante (1932 - 2006)

Hace sólo dos días nos enterábamos de la noticia del Premio Lorca de poesía obtenido en España por Blanca Varela, noticia que alegró a todos, y ahora debemos dar cuenta del sensible fallecimiento de Cecilia Bustamante, poeta de la misma generación que Varela.
Con mucho pesar, acabo de leer en la página de Radio Programas del Perú una nota que informa sobre esta triste pérdida. Bustamante, quien naciera en Lima en 1932, residía desde hace muchos años en Austin (Texas), ciudad en la que falleció esta mañana.
Hace sólo unas semanas consigné un artículo de Ricardo González Vigil en el que el crítico rendía un homenaje a la poeta a propósito del número 14 de la revista de artes y letras Martín, el cual está dedicado a la obra de Bustamante. Martín cuenta con la dirección académica de Hildebrando Pérez Grande y la dirección artística de Jesús Ruiz Durand. He pedido un testimonio a Hildebrando Pérez: "En el Perú vivimos días de sentimientos encontrados. Por un lado, la felicidad de que este año, la poesía peruana ha recibido el reconocimiento internacional por sus excelentes bondades poéticas: Arturo Corcuera, premio Casa de las Américas; Carlos Germán Belli, premio 'Pablo Neruda'; y recientemente Blanca Varela, premio 'Federico García Lorca'. Pero este año, el notable Jorge Eduardo Eielson y ahora Cecilia Bustamante, nos han dejado más despoblados que nunca, más huérfanos, más a la intemperie, más cerca de la grita más canalla. Así de simple y trágico. Esta tarde, en el Taller de Poesía de San Marcos, le rendimos un homenaje a Cecilia Bustamante, a su quehacer poético, a su coraje por sobrevivir empeñosas situaciones sociales. 'Morir en el exilio, eso es morirse", decía el joven exiliado Juan Gonzalo Rose, resumiendo su propia experiencia y adivinando la de otros. Sí, pues. Cecilia Bustamante murió exiliada, pero no por el exilio tradicional: el político, no. Por el exilio que significa buscar nuevas perspectivas que nuestro país le había negado, por buscar otros cielos en donde tener la oportunidad de desarrollar su arte sin perder la dignidad. Hay que volver a 'las altas hojas' de Cecilia Bustamante, para continuar en la brega, en las batallas por una vida digna para todos nosotros".
Los primeros días de diciembre del año pasado, Carlos Germán Belli tributó un bello testimonio a Cecilia Bustamante en el suplemento cultural Identidades de El Peruano (suplemento hoy por hoy estúpidamente inexistente). "Es una Eva del siglo XX, que contra viento y marea se yergue firmemente contra los consabidos avatares humanos, y que abrazará con fervor las corrientes feministas. Pero, claro está, es muchísimo más que todo ello, porque el arte literario lo ha cultivado a lo largo de su vida, convirtiéndola en una sobresaliente escritora peruana", escribía ahí Belli. También, le reiteraba "a pie juntillas nuestra amistad y admiración, que vienen de tiempo atrás".
Hace unos años, en una entrevista realizada por Márgara Russotto, la autora de Discernimiento explicaba lo siguiente con relación a la escritura poética: "Consciente o no, toda poética encierra un proyecto (o varios) de tipo estético e ideológico. Pero es más bien la construcción del deseo que se proyecta en el fondo del poema. Es algo inevitable. Son resonancias de modelos y convenciones literarias que pueden moldear la misma figura del 'poeta', sus funciones o 'misiones', atribuidas o inventadas. Pero también creo que existe un punto de fuga en esas estructuras".
Sandro Chiri hizo la que quizá sea la última entrevista realizada a Cecilia Bustamante. Le he pedido unas palabras a propósito de su partida: "La muerte de un(a) artista siempre golpea a la tribu que merodeamos esos ámbitos. A Cecilia Bustamante la leí en antologías de poesía peruana. Siempre me gustó la secreta energía de sus poemas. La entrevisté para Martín, la revista que dirige el poeta Hildebrando Pérez Grande. Sus respuestas fueron francas, a veces viscerales, pero siempre con el latido constante de la ternura. Me dijo que había dejado el Perú con 30 dólares y dos hijas. Eso la retrataba de cuerpo entero: temple, fuego y esperanza. Paz en su tumba".
A continuación, transcribo un significativo fragmento de la entrevista mencionada:
"Haber obtenido el Premio Nacional de Poesía [de 1965] fue algo terrible. Decepcionante ya que me persiguió por el resto de mi vida, en el sentido de que no querían ni recordarlo. Y esto por un extraño recambor que contribuyó a la omisión que se hizo de mi nombre en la poesía peruana a partir de entonces. Los colegas estuvieron descontentos y me lo hacían ver con su desdén y burla. No tuve ni un agasajo, nada. Una foto que tomó alguien en el NC cuando el doctor San Martín me entregó mi diploma, quedó en la mesa y mi marido le puso un vaso mojado encima y lo dañó. Con los adelantos que hay ahora quiero ver si una computer wizard lo arregla algo. Los mayores en la familia sí lo apreciaron discretamente. Mis compañeros de trabajo también. En resumen, los literatos trataron de opacar mi distinción y gratuitamente me organizaron una rivalidad con Blanca Varela a quien mis tías habían lanzado en su Peña Pancho Fierro. Ni ella ni Szyszlo nunca fueron mezquinos en su trato conmigo. Y esta maniobra de algunos no me gustó y me hizo daño. Yo no sé con quiénes competí, queda a los investigadores averiguarlo. Empatamos con Reynaldo Naranjo, lo que consoló a los machistas".
El 2002, Cecilia Bustamante organizó un Festival Literario Internacional de Otoño, que se llevó a cabo en la Universidad de Austin en setiembre de dicho año. Asistimos, entre otros, Laura Coatl, Lina Zerón, Alfredo Elejalde, Borka Sattler, Ericka Ghersi, Pedro Flecha, Ida Vitale, Enrique Fierro (profesor de esa casa de estudios), Márgara Russotto, Pedro Granados, Róger Santiváñez y Diego Trelles, quien por entonces empezaba sus estudios de posgrado en dicha universidad. He pedido a Trelles un breve testimonio: "Conocí a Cecilia Bustamante de casualidad, por teléfono, intercediendo para que Miguel Ildefonso llegara a tiempo a un Congreso de Escritores en Austin del que hasta entonces nada sabía y al que Miguel nunca llegó. Ella preguntó si era escritor y yo le dije que hacía mi mejor esfuerzo y aquello propició una conversación de horas con una mujer encantadora que podía disertar sobre los temas más diversos con gracia y destreza. Ese día supe que había conocido a Robert Frost en Lima y que había traducido a Sylvia Plath. Luego vino el Congreso que se clausuró en la sala de su casa entre comida criolla y espantosa cerveza estadounidense. Ella, Cecilia, entre los escritores ebrios que sosteníamos un estéril debate sobre Neruda, era la poeta y eso lo sabíamos todos. La recuerdo sonriendo, haciendo adioses con la mano a diez escritores latinoamericanos apiñados en la tolva de una pick up que pronto se perdería en la oscuridad de las calles de este desierto luminoso, tan suyo".
Cecilia Bustamante fallece alrededor de sus hijos Cecilia Inés González Bustamante (hija del periodista peruano Fernando González, fallecido hace dos años), e Isolda, Alina y Leonardo Ortega Bustamante, hijos del escritor y crítico literario Julio Ortega. Su velorio será este domingo a las 6 pm en Peel & Sons y el cortejo saldrá el día lunes a las 10 am de la iglesia de Saint Austin.
Fue sobrina política de José María Arguedas, cuya primera esposa, Celia, era hermana de su padre. Precisamente, Cecilia Bustamante escribió el texto "Una evocación de José María Arguedas", publicado inicialmente en 1982 en la revista colombiana Eco, y reproducido en 1999 por Ciberayllu.

En la foto: Cecilia Bustamante, descansa en paz.