Luis Lama sobre Madeinusa
El crítico de arte Luis Lama dedica hoy la mitad de su columna de opinión Artes & Ensartes de la revista Caretas a la película Madeiunsa, que acaba de obtener un premio más, esta vez en el Festival de Cine de Hamburgo. Lama ya escribió hace exactamente un mes sobre esta cinta, hoy comenta con relación a la polémica generada en torno a la misma. Transcribo tal cual (e incluyo la segunda parte de su columna aquí):
Tiemposanto
Luce que Dios ha muerto para los autores de cartas, blogs y e-mails que atacan a Madeinusa, una de las películas más intensas que haya visto, de cualquier nacionalidad. En un medio tan apático frente a problemas de arte muy pocas veces he visto tanto revuelo en torno a obra de arte alguna. Los argumentos son deleznables y racistas. No puedo entender por qué se critica a Claudia Llosa por presentar incesto, borracheras y swappings en una comunidad andina, si exactamente lo mismo ocurre en Lima, Seúl, Roma, et al. Los vicios y virtudes no se limitan a la Arcadia andina, son inherentes a todo ser humano y cada sociedad puede considerarlos –o no– una interdicción.
Si hay algo que admiro en el arte es su capacidad de no dejarnos indiferente y si Madeinusa logra indignar se debe a sus méritos, particularmente, a su verosimilitud. Esto no ocurrió con una película como El Forastero, de Federico García, la cual –salvo una u otra crítica inmisericorde– no merecía comentario alguno. Quienes protestan no se han detenido a precisar lo objetivo: Madeinusa es una estupenda película y eso es lo que realmente cuenta. Con el mismo criterio de estos detractores también pudiera condenarse a todo artista que trasgreda lo políticamente correcto. ¿Que pasaría, por ejemplo, si Carlos Reygadas o Amat Escalante, quienes tratan sin piedad la marginalidad mexicana, fueran peruanos? Abran los ojos.
En la foto: pobladores de Canrey Chico el día del estreno de Madeinunsa en dicha comunidad. Se puede apreciar a la actriz Magaly Solier y, al fondo, con cámara en mano, a la directora Claudia Llosa.
Tiemposanto
Luce que Dios ha muerto para los autores de cartas, blogs y e-mails que atacan a Madeinusa, una de las películas más intensas que haya visto, de cualquier nacionalidad. En un medio tan apático frente a problemas de arte muy pocas veces he visto tanto revuelo en torno a obra de arte alguna. Los argumentos son deleznables y racistas. No puedo entender por qué se critica a Claudia Llosa por presentar incesto, borracheras y swappings en una comunidad andina, si exactamente lo mismo ocurre en Lima, Seúl, Roma, et al. Los vicios y virtudes no se limitan a la Arcadia andina, son inherentes a todo ser humano y cada sociedad puede considerarlos –o no– una interdicción.
Si hay algo que admiro en el arte es su capacidad de no dejarnos indiferente y si Madeinusa logra indignar se debe a sus méritos, particularmente, a su verosimilitud. Esto no ocurrió con una película como El Forastero, de Federico García, la cual –salvo una u otra crítica inmisericorde– no merecía comentario alguno. Quienes protestan no se han detenido a precisar lo objetivo: Madeinusa es una estupenda película y eso es lo que realmente cuenta. Con el mismo criterio de estos detractores también pudiera condenarse a todo artista que trasgreda lo políticamente correcto. ¿Que pasaría, por ejemplo, si Carlos Reygadas o Amat Escalante, quienes tratan sin piedad la marginalidad mexicana, fueran peruanos? Abran los ojos.
En la foto: pobladores de Canrey Chico el día del estreno de Madeinunsa en dicha comunidad. Se puede apreciar a la actriz Magaly Solier y, al fondo, con cámara en mano, a la directora Claudia Llosa.