Habla Magaly Solier, la protagonista de Madeinusa
"El guión me pareció tan valiente"
Por Gustavo Buntinx
Madeinusa parece destinada a convertirse en la película más premiada de la cinematografía peruana. También la que mayores comentarios ha generado, algunos de ellos con sorprendentes sesgos. Como un aporte al conocimiento interior de esa obra, circulo ahora algunos fragmentos de la conversación que en abril de 2006 sostuve con Magaly Solier, quien asumió con impresionante entereza el difícil papel protagónico de la cinta. Pero Magaly no está hecha en los Estados Unidos, sino en un pueblo campesino de la provincia de Huanta, la hasta hace poco convulsionada zona ayacuchana. Una experiencia extrema que ella encarna del modo más vital y artístico en la impresionante película de Claudia Llosa. Y en su propia existencia.
Gustavo Buntinx: Más que hablar de Madeinusa, de la película en sí, Magaly, quisiéramos entender mejor tu relación personal con ella.
Magaly Solier: Es una relación compleja. Mi vida ha experimentado un cambio total. Yo nací en 1986 en Palmayoc, un pueblo a dos horas de distancia de la ciudad de Huanta. Mis padres se dedican principalmente a la agricultura y yo casi no conocía otras cosas. Aunque había visto películas en la televisión, nunca antes había entrado a un cine.
GB: ¿Habías estado en Lima antes de involucrarte en el proyecto de Madeinusa?
MS: Había estado en Lima una sola vez, por el distrito de Los Olivos, a los diez años de edad. Tuve entonces una muy mala experiencia y por eso no he vuelto hasta esta oportunidad. No ha sido fácil. Al principio me sentía aislada, ajena a las personas con las que yo estaba. Tenía miedo de preguntar. Temía que se fueran a burlar de mí, de mi forma de hablar. Me daba miedo incluso acercarme a las personas, porque psicológicamente tenia una cosa... Sentía que todo el mundo quería hacerme daño, como lo hicieron cuando estuve aquí siendo todavía una niña. Todavía recuerdo cuando un limeño le gritó a mi hermano: "serrano de miércoles, ¿a que vienes aquí a joder a Lima?", así dijo. Y yo me sentí tan mal. Incluso parientes míos me obligaban a trabajar, me pegaban, me negaban la comida. Entonces aguanté apenas dos semanas y luego volví a la sierra con mi hermano.
GB: La vida también era difícil en Huanta, que se vio tan afectada por la violencia.
MS: Sí, pero yo era una niña... No comprendía todavía la dimensión de lo que estaba sucediendo. Mi mamá, sin embargo, me fue contando todas las cosas que pasaron. Y luego, al ir creciendo, empecé a ver la maldad en todas partes. Poco a poco fui aprendiendo cosas que nunca pude aprender con mis padres.
GB: ¿Tu familia fue directamente afectada por la violencia?
MS: La madre de mi madre fue asesinada. Le cortaron la yugular, la garganta. Mi madre misma fue perseguida por haber recogido el cuerpo de mi abuela. Ella tuvo que huir hasta Satipo para esconderse. Pero yo no había nacido todavía. Nunca llegué a conocer a mi abuela.
GB: ¿Cómo fue tu encuentro con Claudia Llosa, la directora de Madeinusa?
MS: Yo estaba con un grupo de amigas en Luricocha, a media hora de Huanta. Estaba recaudando fondos para un viaje de nuestra promoción escolar al Cusco. Parece que Claudia me observaba desde lejos y de pronto ella se me acercó y me preguntó: "¿no quieres trabajar en una película?" Yo le mire a los ojos. Y acepté hacer el casting.
GB: ¿Cómo te sentiste al leer el argumento?
MS: Cuando leí el guión por primera vez, me di cuenta que allí se me ofrecía la oportunidad que nunca imaginé tener, la de demostrar todo lo que veía en la vida real. Me dije: ahora tengo la posibilidad de denunciar todas las cosas que continuamente pasan en la sierra. Eso fue lo que sentí. Tantos abusos. Incluso en la Iglesia.
GB: ¿Cómo así?
MS: En mi casa son muy católicos. Me bautizaron e hice la primera comunión, pero no llegue a la confirmación. En mi pueblo hacen procesiones al Señor de los Milagros y a la Virgen de las Nieves, pero yo ya no voy, aunque me considero religiosa. Antes todos los domingos iba a misa, pero hacia los doce años de edad dejé de hacerlo cuando descubrí cómo algunos padres son mentirosos. Uno de ellos incluso abusó de una niña y yo me dije: ¿qué les pasa? Dentro de la iglesia los curas son unos corderitos, pero fuera de ella son unos zorros, unos diablos. Ya nunca volví a ir a la misa y mis padres me preguntaban: "¿porque ya no vas?". Y yo les decía: tengo mis razones. Por último, guardo en mi corazón una fe tan grande que no creo necesario ir a una iglesia para pedir algo.
GB: ¿Y esos abusos son parte de lo que sentías que la película reflejaba?
MS: Sí, mucho, mucho. Yo vi como tres, cuatro hechos de abuso sexual. El padre abusa de su hija, el cura abusa de las fieles pequeñas, el psicópata asesina a niños. Y en el gobierno es igual, tantas autoridades acusadas de violación. Todo esto me desesperaba, pero cuando leí el guión me di cuenta que tenía una oportunidad para denunciar esos hechos. El guión me pareció tan valiente. Y yo tenía que actuar muy bien para hacer ver la realidad de todo lo que sucede en la sierra.
Claudia y su equipo me ayudaron mucho para lograrlo. Pero, en realidad, no me fue difícil hacer de Madeinusa, porque ya había visto en la realidad lo que se siente cuando alguien es abusado, cuando se es víctima de pedofilia. Aunque al filmar la escena de la procesión, cuando me llevaban en andas, tuve una reacción mala. El aire me golpeaba y sentía que me iba a caer. Empecé a sangrar por la nariz y tuve una hemorragia horrible. También me afectaron en algo las escenas de sexo.
GB: En alguna de ellas actuabas además vestida de Virgen María.
MS: Sí... Y pesa horrible el vestuario. Me dolía el cerebro.
GB: Claudia Llosa me comentaba que su trabajo de dirección contigo se había visto facilitado por las relaciones que establecías entre el argumento de la película y tus lecturas previas de novelas como Cien años de soledad.
MS: Sí, Cien años de soledad. Pero también Aves sin nido, "Warma Kuyay", María...
GB: ¿María, de Jorge Isaacs?
MS: Claro, de Jorge Isaacs. Y otros libros por el estilo.
GB: ¿Y como llegaban esos libros a ti, a través del colegio?
MS: En realidad, la profesora raras veces nos obligaba, pero a veces nos decía que íbamos a repetir de año porque no sabíamos siquiera agarrar un libro. Entonces yo me propuse revisar los que teníamos en la biblioteca escolar, y como a los pocos días me exigían que los devolviera empecé a fotocopiarlos, hasta tener una colección que revisaba todo el tiempo y en cualquier lugar. Cuando iba a la chacra por la carretera, por ejemplo, o cuando seguía a mis animales, siempre iba leyendo. Así fui aprendiendo muchas cosas.
GB: ¿Y eso cómo afectaba tu relación con el quechua?
MS: En escuela todo era puro castellano, nada de quechua. También en mi casa la lengua que usamos a diario es el castellano, pero yo perfectamente hablo el quechua. Aunque los jóvenes de hoy tienen vergüenza de hablarlo. A veces, cuando en mi pueblo les converso en quechua hacen como que no me entienden. "Yo no hablo quechua", me dicen. No sé qué les pasa. Se pierde tanto. Por ejemplo, en castellano se dice "te quiero", pero en quechua puedes decirlo de varias maneras distintas. En quechua es más largo, pero tiene más gusto.
GB: Es más intenso.
MS: Más intenso. En la película misma, se siente un gusto diferente cuando el diálogo pasa de un idioma a otro.
GB: ¿Y la intensidad de los cambios que ahora enfrentas en tu propia vida?
MS: Tantos cambios. Nuevas experiencias, nuevas amistades, nuevas enseñanzas. Aprendí mucho. Aprendí a actuar, aprendí a conquistar la cámara. Pero quiero aprender más de Lima, adaptarme a esta ciudad. Ahora me dedico a ver noticias y estudiar todo tipo de artes. Más adelante quiero postular a la universidad, pero ahora me estoy dedicando sobre todo a la música: ayacuchana, romántica, ópera, pero también salsa, todo... Y hasta estoy imitando a Yma Súmac. Tengo ese sueño de cantar como ella.
(¿FIN?)
En la foto: Magaly Solier en el papel de Made.
Por Gustavo Buntinx
Madeinusa parece destinada a convertirse en la película más premiada de la cinematografía peruana. También la que mayores comentarios ha generado, algunos de ellos con sorprendentes sesgos. Como un aporte al conocimiento interior de esa obra, circulo ahora algunos fragmentos de la conversación que en abril de 2006 sostuve con Magaly Solier, quien asumió con impresionante entereza el difícil papel protagónico de la cinta. Pero Magaly no está hecha en los Estados Unidos, sino en un pueblo campesino de la provincia de Huanta, la hasta hace poco convulsionada zona ayacuchana. Una experiencia extrema que ella encarna del modo más vital y artístico en la impresionante película de Claudia Llosa. Y en su propia existencia.
Gustavo Buntinx: Más que hablar de Madeinusa, de la película en sí, Magaly, quisiéramos entender mejor tu relación personal con ella.
Magaly Solier: Es una relación compleja. Mi vida ha experimentado un cambio total. Yo nací en 1986 en Palmayoc, un pueblo a dos horas de distancia de la ciudad de Huanta. Mis padres se dedican principalmente a la agricultura y yo casi no conocía otras cosas. Aunque había visto películas en la televisión, nunca antes había entrado a un cine.
GB: ¿Habías estado en Lima antes de involucrarte en el proyecto de Madeinusa?
MS: Había estado en Lima una sola vez, por el distrito de Los Olivos, a los diez años de edad. Tuve entonces una muy mala experiencia y por eso no he vuelto hasta esta oportunidad. No ha sido fácil. Al principio me sentía aislada, ajena a las personas con las que yo estaba. Tenía miedo de preguntar. Temía que se fueran a burlar de mí, de mi forma de hablar. Me daba miedo incluso acercarme a las personas, porque psicológicamente tenia una cosa... Sentía que todo el mundo quería hacerme daño, como lo hicieron cuando estuve aquí siendo todavía una niña. Todavía recuerdo cuando un limeño le gritó a mi hermano: "serrano de miércoles, ¿a que vienes aquí a joder a Lima?", así dijo. Y yo me sentí tan mal. Incluso parientes míos me obligaban a trabajar, me pegaban, me negaban la comida. Entonces aguanté apenas dos semanas y luego volví a la sierra con mi hermano.
GB: La vida también era difícil en Huanta, que se vio tan afectada por la violencia.
MS: Sí, pero yo era una niña... No comprendía todavía la dimensión de lo que estaba sucediendo. Mi mamá, sin embargo, me fue contando todas las cosas que pasaron. Y luego, al ir creciendo, empecé a ver la maldad en todas partes. Poco a poco fui aprendiendo cosas que nunca pude aprender con mis padres.
GB: ¿Tu familia fue directamente afectada por la violencia?
MS: La madre de mi madre fue asesinada. Le cortaron la yugular, la garganta. Mi madre misma fue perseguida por haber recogido el cuerpo de mi abuela. Ella tuvo que huir hasta Satipo para esconderse. Pero yo no había nacido todavía. Nunca llegué a conocer a mi abuela.
GB: ¿Cómo fue tu encuentro con Claudia Llosa, la directora de Madeinusa?
MS: Yo estaba con un grupo de amigas en Luricocha, a media hora de Huanta. Estaba recaudando fondos para un viaje de nuestra promoción escolar al Cusco. Parece que Claudia me observaba desde lejos y de pronto ella se me acercó y me preguntó: "¿no quieres trabajar en una película?" Yo le mire a los ojos. Y acepté hacer el casting.
GB: ¿Cómo te sentiste al leer el argumento?
MS: Cuando leí el guión por primera vez, me di cuenta que allí se me ofrecía la oportunidad que nunca imaginé tener, la de demostrar todo lo que veía en la vida real. Me dije: ahora tengo la posibilidad de denunciar todas las cosas que continuamente pasan en la sierra. Eso fue lo que sentí. Tantos abusos. Incluso en la Iglesia.
GB: ¿Cómo así?
MS: En mi casa son muy católicos. Me bautizaron e hice la primera comunión, pero no llegue a la confirmación. En mi pueblo hacen procesiones al Señor de los Milagros y a la Virgen de las Nieves, pero yo ya no voy, aunque me considero religiosa. Antes todos los domingos iba a misa, pero hacia los doce años de edad dejé de hacerlo cuando descubrí cómo algunos padres son mentirosos. Uno de ellos incluso abusó de una niña y yo me dije: ¿qué les pasa? Dentro de la iglesia los curas son unos corderitos, pero fuera de ella son unos zorros, unos diablos. Ya nunca volví a ir a la misa y mis padres me preguntaban: "¿porque ya no vas?". Y yo les decía: tengo mis razones. Por último, guardo en mi corazón una fe tan grande que no creo necesario ir a una iglesia para pedir algo.
GB: ¿Y esos abusos son parte de lo que sentías que la película reflejaba?
MS: Sí, mucho, mucho. Yo vi como tres, cuatro hechos de abuso sexual. El padre abusa de su hija, el cura abusa de las fieles pequeñas, el psicópata asesina a niños. Y en el gobierno es igual, tantas autoridades acusadas de violación. Todo esto me desesperaba, pero cuando leí el guión me di cuenta que tenía una oportunidad para denunciar esos hechos. El guión me pareció tan valiente. Y yo tenía que actuar muy bien para hacer ver la realidad de todo lo que sucede en la sierra.
Claudia y su equipo me ayudaron mucho para lograrlo. Pero, en realidad, no me fue difícil hacer de Madeinusa, porque ya había visto en la realidad lo que se siente cuando alguien es abusado, cuando se es víctima de pedofilia. Aunque al filmar la escena de la procesión, cuando me llevaban en andas, tuve una reacción mala. El aire me golpeaba y sentía que me iba a caer. Empecé a sangrar por la nariz y tuve una hemorragia horrible. También me afectaron en algo las escenas de sexo.
GB: En alguna de ellas actuabas además vestida de Virgen María.
MS: Sí... Y pesa horrible el vestuario. Me dolía el cerebro.
GB: Claudia Llosa me comentaba que su trabajo de dirección contigo se había visto facilitado por las relaciones que establecías entre el argumento de la película y tus lecturas previas de novelas como Cien años de soledad.
MS: Sí, Cien años de soledad. Pero también Aves sin nido, "Warma Kuyay", María...
GB: ¿María, de Jorge Isaacs?
MS: Claro, de Jorge Isaacs. Y otros libros por el estilo.
GB: ¿Y como llegaban esos libros a ti, a través del colegio?
MS: En realidad, la profesora raras veces nos obligaba, pero a veces nos decía que íbamos a repetir de año porque no sabíamos siquiera agarrar un libro. Entonces yo me propuse revisar los que teníamos en la biblioteca escolar, y como a los pocos días me exigían que los devolviera empecé a fotocopiarlos, hasta tener una colección que revisaba todo el tiempo y en cualquier lugar. Cuando iba a la chacra por la carretera, por ejemplo, o cuando seguía a mis animales, siempre iba leyendo. Así fui aprendiendo muchas cosas.
GB: ¿Y eso cómo afectaba tu relación con el quechua?
MS: En escuela todo era puro castellano, nada de quechua. También en mi casa la lengua que usamos a diario es el castellano, pero yo perfectamente hablo el quechua. Aunque los jóvenes de hoy tienen vergüenza de hablarlo. A veces, cuando en mi pueblo les converso en quechua hacen como que no me entienden. "Yo no hablo quechua", me dicen. No sé qué les pasa. Se pierde tanto. Por ejemplo, en castellano se dice "te quiero", pero en quechua puedes decirlo de varias maneras distintas. En quechua es más largo, pero tiene más gusto.
GB: Es más intenso.
MS: Más intenso. En la película misma, se siente un gusto diferente cuando el diálogo pasa de un idioma a otro.
GB: ¿Y la intensidad de los cambios que ahora enfrentas en tu propia vida?
MS: Tantos cambios. Nuevas experiencias, nuevas amistades, nuevas enseñanzas. Aprendí mucho. Aprendí a actuar, aprendí a conquistar la cámara. Pero quiero aprender más de Lima, adaptarme a esta ciudad. Ahora me dedico a ver noticias y estudiar todo tipo de artes. Más adelante quiero postular a la universidad, pero ahora me estoy dedicando sobre todo a la música: ayacuchana, romántica, ópera, pero también salsa, todo... Y hasta estoy imitando a Yma Súmac. Tengo ese sueño de cantar como ella.
(¿FIN?)
En la foto: Magaly Solier en el papel de Made.