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miércoles, octubre 18, 2006

Entrevista a Claudia Llosa

En la recientemente aparecida revista virtual Aeropuerto, dedicada a la literatura, cine, música, teatro, entre otros temas (se incluye por ejemplo una crónica de Santiago Roncagliolo sobre Charly García, u otra de Fernando Iwasaki en la que da cuenta de "un tiempo glorioso en el que los libros, la lectura, el conocimiento y los idiomas provocaron un efecto afrodisíaco en una generación de mujeres sensibles, inteligentes y bellas que hoy tienen entre 40 y 50 años"), encuentro una entrevista de Hans Huerto a Claudia Llosa, directora de Madeiunsa. Incluyo una pregunta:
¿Cómo crees que podría haber sido una festividad como la que muestras en la película si se hubiera localizado en Lima?
(Risas) Sería como cuando nos muestran estos reality shows en los que, de alguna manera, se intenta generar la libertad de una casa, pero, finalmente, esa libertad se vuelve artificial.
Estamos hablando de que la libertad es una utopía, de que en el fondo el ser humano vive buscando una libertad metafórica, un concepto de libertad que en el fondo es imposible de conseguir. Si uno no comprende que el amor es una especie de 'atrapamiento', nunca se va a enamorar.
La libertad no existe. Si yo hubiera hecho esta película en Lima, cosa que no sé si hubiese hecho nunca, hubiera trabajado sobre la utopía, sobre el artificio de la libertad con las armas que te da una urbe.
Creo que a mí lo que me interesaba, más bien, es este mundo de la creencia. Qué ocurre cuando una persona cree algo, esa creencia se convierte en realidad. Cuándo una persona no es creyente sabe que esa realidad es ficción. Si yo soy una persona que creo fervientemente en la idea del tiempo santo, la vivo como realidad. Para mí la creencia es el único puente que existe entre la realidad misma con la ficción. Por eso me atrae ese mundo, porque de alguna manera me rompe el esquema. En Lima me costaría entender que todos compartan esa misma creencia, esa misma idea.
El hecho de que una ciudad convive con tanta mezcla en un pueblo se puede entender mucho más fácil. Se puede generar un mundo más verosímil, en el sentido de que el mismo autoencierro te permite mantener una sola idea. En una ciudad hay muchas ideas que conviven y la idea de la única creencia se rompe. Sería mucho más complejo, sin embargo para mí lo interesante es esto, cómo vivimos en un país lleno de creencias y que cualquier tipo de cosas puede ocurrir.
Me he pasado explicando a mucha gente que esta historia es ficticia porque mucha gente creía que era verdad. Gente del mismo pueblo.
Acerca de lo ficcional y lo real. He leído muchas opiniones en foros en los que, de alguna manera, algunos dicen: Esto es meramente una ficción y debe ser tomada así. Incuso leí: Es como una fábula de Tim Burton en el que pones al Joven Manos de Tijera en un suburbio americano
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En la foto: Claudia Llosa.