José B. Adolph: Yo trabajé para la CIA
Yo trabajé para la CIA
Por José B. Adolph
Estos son mis principios, pero si no le gustan, también tengo otros
Groucho
Ya que están de moda las confesiones sobre pasados ocultos (ver Günter Grass et al.), creo que ya es mi hora de salir del closet.
Yo trabajé para la CIA. Y cobré.
Allá por los años cincuenta del siglo pasado se formó una entidad internacional llamada Congreso por la Libertad de la Cultura, que publicaba dos excelentes revistas, fabricadas en Buenos Aires e impresas en París (editorial Ruedo Ibérico), y cuya sede en Lima era dirigida por Jorge Luis Recavarren. Nunca olvidaré (para los chismes divertidos sí tengo buena memoria) los deliciosos insultos arcaicos que le dedicó Mario Vargas Llosa (por entonces, como yo, en la izquierda) como "cacaseno" y "bribón". Mario nunca ha negado su pasado, cosa que le honra.
Las revistas eran Mundo Nuevo (de carácter literario y artístico) y Apuntes, sociológica. Ambas eran excelentes y sumamente abiertas. Recuerdo haber publicado en la primera un cuento llamado "Norman", que un crítico despistado calificó como "el mejor cuento político latinoamericano", y un ensayo sobre el machismo latinoamericano. En contra, naturalmente.
Por cada colaboración me pagaron 100 $, que ahora serían como 300. Mis colaboraciones aparecieron tal cual. "Norman" sucede durante un congreso mundial de la IV Internacional, al que asistí.
Después se supo que tanto el Congreso como las revistas eran total o parcialmente financiadas por la CIA que, en estas cosas ya que no en otras, era bastante liberal y tolerante. Más bien sus contrapartes eran unos plomazos vulgares de pura propaganda.
No me voy a escudar en aquello de que "yo no lo sabía". Efectivamente, no lo sabía, pero estoy dispuesto a confesar que, probablemente, hubiera colaborado aun a sabiendas. Las revistas eran demasiado buenas, sin censura, y llegaban a un público extenso e inteligente y sobre todo no dogmático ni sectario.
Así que así fue. Ya puedo publicar mis memorias sin "olvidar" nada.
En la foto: José B. Adolph. Este artículo apareció hoy en Caretas, en su columna "El señor de los colmillos".
Por José B. Adolph
Estos son mis principios, pero si no le gustan, también tengo otros
Groucho
Ya que están de moda las confesiones sobre pasados ocultos (ver Günter Grass et al.), creo que ya es mi hora de salir del closet.
Yo trabajé para la CIA. Y cobré.
Allá por los años cincuenta del siglo pasado se formó una entidad internacional llamada Congreso por la Libertad de la Cultura, que publicaba dos excelentes revistas, fabricadas en Buenos Aires e impresas en París (editorial Ruedo Ibérico), y cuya sede en Lima era dirigida por Jorge Luis Recavarren. Nunca olvidaré (para los chismes divertidos sí tengo buena memoria) los deliciosos insultos arcaicos que le dedicó Mario Vargas Llosa (por entonces, como yo, en la izquierda) como "cacaseno" y "bribón". Mario nunca ha negado su pasado, cosa que le honra.
Las revistas eran Mundo Nuevo (de carácter literario y artístico) y Apuntes, sociológica. Ambas eran excelentes y sumamente abiertas. Recuerdo haber publicado en la primera un cuento llamado "Norman", que un crítico despistado calificó como "el mejor cuento político latinoamericano", y un ensayo sobre el machismo latinoamericano. En contra, naturalmente.
Por cada colaboración me pagaron 100 $, que ahora serían como 300. Mis colaboraciones aparecieron tal cual. "Norman" sucede durante un congreso mundial de la IV Internacional, al que asistí.
Después se supo que tanto el Congreso como las revistas eran total o parcialmente financiadas por la CIA que, en estas cosas ya que no en otras, era bastante liberal y tolerante. Más bien sus contrapartes eran unos plomazos vulgares de pura propaganda.
No me voy a escudar en aquello de que "yo no lo sabía". Efectivamente, no lo sabía, pero estoy dispuesto a confesar que, probablemente, hubiera colaborado aun a sabiendas. Las revistas eran demasiado buenas, sin censura, y llegaban a un público extenso e inteligente y sobre todo no dogmático ni sectario.
Así que así fue. Ya puedo publicar mis memorias sin "olvidar" nada.
En la foto: José B. Adolph. Este artículo apareció hoy en Caretas, en su columna "El señor de los colmillos".