zonadenoticias

viernes, febrero 16, 2007

Más sobre Asia

ASIA: GUÍA NO AUTORIZADA*

Por Carlos Cabanillas

Asia, culo del mundo. Su nombre suena remoto, distante. Remite a lo apartado y al apartheid. A un pedazo de desierto helado con 0% de precipitación y 99% de humedad relativa. Al autoexilio de un monje tibetano, y al ostracismo a la inversa de una minoría peruana. Súmmum de la exclusividad, pico de la pirámide alimenticia socioeconómica, y último piturrefugio arrinconado por el mar helado y un pueblo joven. Ciudadela paralela donde la chela jamás se entibia. Un continente aparte.

Se ha llevado todo. Asia tiene restaurantes, supermercados y conciertos. Tiene a Mario Vargas Llosa y su puesta en escena "La Verdad de las Mentiras". Tiene al deporte blanco (léase la Copa Davis de tenis). Bien puede llamársele Lima 2. También tiene sus propios vendedores ambulantes.
El Bulevar Sur Plaza es un islote comercial espolvoreado con un archipiélago de anfitrionas. Pero parece ser algo más. Quizás es parte de un plan maestro. Uno puede empezar el día a las 11 a.m., horario de verano, con un helado. Hay cuatro heladerías, con al menos veinte sabores cada una. Siendo aún mediodía, las ochenta posibles decisiones por tomar evitan que el veraneante extrañe la oficina. Pero las decisiones son casi infinitas. Al otro lado de la acera espera un multicine, tres locales de juegos de video, dos de comida rápida, cuatro restaurantes de lujo, dos tiendas de ropa, una panadería, una aseguradora, tres mendigos, dos concesionarios de autos, una escuela de modelaje, una pizzería, dos estrados para conciertos, dos stands de cerveza, dos tiendas de ropa deportiva, dos librerías más que en todo el Cono Norte –o sea dos–, y tres cafés de internet con laptops desencadenadas a la espera del ladrón que algún día llegará. Finalmente, incontables cajeros para reiniciar el circuito comercial ad libitum. Y en el medio de la plaza, el flamante supermercado. Como Asia es zona liberada, las reglas son más flexibles. Hasta las 11 p.m., Wong les abre sus puertas a forasteros de toda ralea. Ellos suelen entrar picados, descalzos y embadurnados en bronceador. Antes, el playero consuetudinario debía comprar víveres en Mala. Hoy, ni siquiera tiene que salir de Asia. Ese parece ser el plan a largo plazo. Sólo eso explica la rápida urbanización en sólo cinco años. Porque aunque luego del 8 de abril el bulevar suele mimetizarse con el desierto confín, es sabido que la temporada en Asia se extiende progresivamente cada año. No faltará quien lo relacione con la creciente ola de calor que nos aqueja año tras año, aquella incómoda verdad. Otros hablarán de ostracismo, escapismo o racismo. Mito o verdad, Asia (provincia de Cañete, departamento de Lima, a 100 km de la capital) está en pleno proceso de expansión desde los noventas.
Verdad: Asia es exclusiva. "Para asociarte debes pasar un filtro económico y otro social", dice Augusto Cáceres, abogado con casa y corazón en Asia. Un terreno, 100 mil. Una casa hecha, 200 mil. Alquilar una por la temporada, 15 mil. Todo en dólares y en cifras aproximadas.
Ya sea en "Brisas", "Cocos", "Playa Del Sol" o "Playa Bonita". Mito: en Asia hay racismo. "Ningún reglamento lo estipula" –cuenta Cáceres– "aunque quizá sea algo tácito". La playa más exclusiva de todo Asia es Playa Blanca. Y en Playa Blanca se preocupan mucho por sus candidatos a vecinos. Por cómo viven, qué tarjetas tienen, cuánto ganan y a quién le han ganado. Como en una logia, sólo alguien 'de adentro' puede hacer ingresar a un no iniciado. Una vez dentro, hay reglas. Evitar radios a todo volumen y escándalos a partir de las 2 a.m., parrandear sólo en la zona de discotecas y hasta las 10 a.m., no ensuciar la playa con vidrios y metales (el plástico desaparece cada vez que incendian la arena), y no llevar comida (lqqd: ir al restaurante oficial de la playa o, en su defecto, regresar al bulevar). Una vez frente al mar, sólo se puede consumir lo que ofrece el club house, especie de chino-de-la-esquina que le da un aire de 'hecho en casa' a todo lo que ofrece. Otros le llaman bodega. Y es que lejos de ser una realidad completamente distinta, a veces la otredad asiática radica en la mera diferencia nominal: ser de la wich es ser de un grupo selecto, un avión es una mujer guapa, y un chicken brunch es básicamente una pollada.
Verdad: en la mayoría de playas de Asia, la gente duerme con la puerta abierta. Al igual que en la Lima antigua y en los balnearios de moda de antaño. Mito: pasada la medianoche, las parejas de veraneantes arrojan las llaves de sus casas al unísono hacia el cielo y juegan a intercambiarlo todo. "Es falso, pero no me consta. Total, en Lima sucede a cada rato", sugiere Cáceres. La política de puertas abiertas no es casual. El arquitecto Alfredo Queirolo traza una línea invisible que recorre la ruta de los veraneantes burgueses limeños hasta llegar a Asia. El concepto de balneario data del Perú moderno. Ya en el siglo XIX existía la idea de una 'segunda vivienda' de esparcimiento y descanso, apartada de la ciudad. Ante la modernidad de las ciudades, surge la necesidad de escapar temporalmente de ellas. Existieron ranchos de Ancón a fines del XIX, con sus porches y villas al estilo italiano. Luego Barranco, con sus quebradas y bajadas de baños. Augusto Cáceres retoma la historia en los ochentas. "Yo he vivido en Pulpos, El Silencio y Arica" –cuenta Cáceres– "y cuando empezaron a asemejarse a Lima fugué hasta Asia". El respetado melómano Roy Morris retrotrae tiempos mejores. Tiempos en que un círculo de conocidos decidió llevar material noble a un arenal para construir casas modestas con techos de eternit. No fueron levantadas por arquitectos ni ingenieros, sino a veces –la mejor de las veces– por capataces. Calaminas, velas para reconocerse en la noche, y almuerzos recién pescados. Sin agua potable, sin luz eléctrica. Léase, un pueblo joven y rubio. Una invasión chic. Aquel arenal era la playa Las Palmas, y ser socio entonces era fácil. Un par de soles y un estrechar de manos. Y listo, tenías casa en Asia. A diferencia de las invasiones populares, la modernización en Asia fue de la mano con el exponencial crecimiento de socios. Era 1979. Luego vendría el otro desborde popular.
El pueblo de Asia está en contra del desborde. "Evito ir al boulevard" –dice Roy Morris– "Asia ya no es la tranquila playa que era antes". "Es una reproducción a escala de Lima", sugiere Alfredo Queirolo. "Cuando Asia se malée me iré más al sur. Como lo hice en los noventas", añade Augusto Cáceres. Quizás termine en Chile.

* Publicado en Caretas1963, pp. 48-52 y 54.
En la foto: Tres poco audaces empleadas del hogar. No quisieron dar sus rostros ni sus nombres para evitar problemas. Tampoco se sacaron el uniforme. [Leyenda de Caretas]