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lunes, febrero 12, 2007

La felicidad de los muertos en una realidad descarnada

La nouvelle de Enrique Cortez La felicidad de los muertos (de cuya aparición di cuenta en un post que titulé "La primera novela peruana del 2007") se encuentra relacionada al tema de la violencia política que cada día pareciera tener mayor cabida en la literatura peruana actual (en su reseña de la semana pasada en El Dominical de El Comercio a Hotel Lima de Miguel Ildefonso, Jorge Coaguila menciona por ejemplo que "la violencia es un condimento importante en la novela [ambientada desde 1987 hasta 1992]. La presencia de Sendero Luminoso es cada vez mayor, pero los personajes no toman partido ni a favor ni en contra. Es parte del nihilismo de muchos jóvenes de entonces". Está también el caso del padre Dieguez, acusado de ser "un cura terrorista", personaje de "Los ángeles del quinto piso", el último cuento de Historias de verdugos de Carlos Calderón Fajardo). En ese sentido, ayer en la sección cultural del diario Correo Olga Rodríguez Ulloa (con su habitual coloquialidad) dio cuenta de cómo en la obra de Cortez "es el azar el que involucra al narrador en el episodio terrorista, es él quien mutila al desafortunado habitante del arenal, y termina siendo él quien salva de convertirse en terruca a la empleada penitenciaria". Por su parte, en su texto leído la noche de la presentación de la novela, José Donayre Hoefken anota que la misma "quizá sea un esfuerzo por relatar la historia del hombre desde la matriz, y recontar o hacer el recuento de una sucesión de acontecimientos con palabras suicidas, que van acabando sucesivamente, en la más absoluta oscuridad, con sus acepciones, hasta denotar una realidad descarnada, en huesos y sin posibilidad de redención mundana". Se trata, en suma, de una mirada (fatalista pero sin renunciar a la reflexión) a tomar en cuenta dentro del delicado tema de la violencia en la narrativa peruana más reciente.

En la foto: Enrique Cortez.