Julio Ortega sobre Alfredo Bryce
Hoy en la página de opinión de El Comercio Julio Ortega publica un artículo "a propósito de las acusaciones de plagio contra Alfredo Bryce Echenique". Llama a curiosidad que sea la misma página donde Bryce publicó varios de sus plagios la que acoja la amplia defensa de Ortega al autor de Un mundo para Julius. ¿Tomará nota de este hecho Perú 21 (el periódico que dio cuenta de todos o casi todos los casos de plagio de Bryce) en el acuse de recibo que hará me imagino mañana mismo?
"Toda la obra de Alfredo Bryce Echenique es una desautorización de la autoridad. Desde la oralidad (que reduce jerarquías) y el humor (que elimina distancias), esta obra es una vasta recusación de los poderes del padre (la ley del Estado), las instituciones (la sociedad como destino) y la ideología (la verdad única)", empieza sosteniendo Ortega. También escribe: "Lacan dijo que la mentira es la forma interna de la verdad. Bardieu, que la verdad es indiscernible: no tiene lugar en la enciclopedia, es un hueco en el conocimiento. En la obra de Bryce, el sujeto es ese peruano, antihéroe de la certidumbre. Quienes se arrogan su ejercicio armado, asumen el papel de policías, pero no mienten mejor. Después de Fujimori y Montesinos, que mintieron hasta cuando decían la verdad; después que el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, que denuncia la matanza de casi 70 mil peruanos, no pudo ser asumido por la ley, las novelas de Alfredo Bryce Echenique se han hecho casi realistas". Y con relación a las acusaciones en sí, sostiene: "Leyendo las acusaciones de plagio que se le hacen, uno diría que sus lectores se han vuelto sus personajes. Y como a Unamuno los suyos, le reclaman una mentira mejor. No pocos asumen el papel de Platón y expulsan a Bryce de la República. Ya sabemos que esa expulsión (equivalente a la bíblica) de la racionalidad civil, se debe a que, según Platón, los poetas eran incapaces de decir la verdad. Esto es, de una verdad socialmente útil. Precisamente, la verdad que dejamos en manos de los guardianes del orden. Una vez le escuché decir a Juan Benet que en España los únicos que reclamaban saber toda la verdad y juraban en su nombre eran los policías de Franco. Otros, como Pinochet, creían encarnar la verdad de Occidente". Franco, Pinochet. Es decir, Julio Ortega llama fascistas y reaccionarios a quienes acusan a Bryce. Pero también tiene líneas para los marxistas: "Más irónico es que algunos marxistas se hayan desgarrado las vestiduras defendiendo la propiedad privada", expresa. En otro momento, Ortega señala: "Por eso, me apresuro ahora a corregir una información errada que, a nombre del plagio, inventa una ficción. Fernando Vivas, en una nota en El Comercio (Lima, 19 de julio), se suma a la violencia contra Bryce Echenique y utiliza mi nombre como supuesto plagiado. Podría, al menos, haberme preguntado por la veracidad del rumor malevo. Le habría yo respondido que no es cierto. El prólogo a los Cuentos de Julio Ramón Ribeyro lo firma Bryce y es suyo, aunque lo haya escrito yo. No es un plagio: es una complicidad literaria, acordada por ambos. Nunca he escrito mejor. Y me he divertido mucho con el juego y el humor de ese gesto de des-autor-ización de la propiedad privada. No es el único que he propiciado. Forman parte de mi práctica crítica de 'intervención' de algunos paisajes". ¿Qué otros juegos humorísticos de complicidades literarias no advertidas a los lectores ha publicado la editorial Alfaguara? Ortega concluye su texto con las siguientes frases: "No han faltado comentaristas que con perverso regusto han querido poner en entredicho a Bryce Echenique, acorralarlo y acrecentarle la herida peruana. Pero los lectores que han sido felices con sus libros, los que reconocen la generosidad de su talento y la nobleza de su vasta novelización verdadera, no deberían alimentar ese penoso intento de asesinato periodístico. Podrían, más bien, imaginar la posibilidad de otras hipótesis, para evitar ese exceso de poca fe".
Creo no equivocarme si afirmo que este artículo de Julio Ortega dará (de distintas formas) la vuelta al mundo.
En la foto: Julio Ortega. "El plagio, como es bien sabido, deriva del triunfo del mercado en la actividad literaria, y se impone como razón económica no por reclamo de los autores sino por la lógica comercial de los impresores", sostiene.
"Toda la obra de Alfredo Bryce Echenique es una desautorización de la autoridad. Desde la oralidad (que reduce jerarquías) y el humor (que elimina distancias), esta obra es una vasta recusación de los poderes del padre (la ley del Estado), las instituciones (la sociedad como destino) y la ideología (la verdad única)", empieza sosteniendo Ortega. También escribe: "Lacan dijo que la mentira es la forma interna de la verdad. Bardieu, que la verdad es indiscernible: no tiene lugar en la enciclopedia, es un hueco en el conocimiento. En la obra de Bryce, el sujeto es ese peruano, antihéroe de la certidumbre. Quienes se arrogan su ejercicio armado, asumen el papel de policías, pero no mienten mejor. Después de Fujimori y Montesinos, que mintieron hasta cuando decían la verdad; después que el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, que denuncia la matanza de casi 70 mil peruanos, no pudo ser asumido por la ley, las novelas de Alfredo Bryce Echenique se han hecho casi realistas". Y con relación a las acusaciones en sí, sostiene: "Leyendo las acusaciones de plagio que se le hacen, uno diría que sus lectores se han vuelto sus personajes. Y como a Unamuno los suyos, le reclaman una mentira mejor. No pocos asumen el papel de Platón y expulsan a Bryce de la República. Ya sabemos que esa expulsión (equivalente a la bíblica) de la racionalidad civil, se debe a que, según Platón, los poetas eran incapaces de decir la verdad. Esto es, de una verdad socialmente útil. Precisamente, la verdad que dejamos en manos de los guardianes del orden. Una vez le escuché decir a Juan Benet que en España los únicos que reclamaban saber toda la verdad y juraban en su nombre eran los policías de Franco. Otros, como Pinochet, creían encarnar la verdad de Occidente". Franco, Pinochet. Es decir, Julio Ortega llama fascistas y reaccionarios a quienes acusan a Bryce. Pero también tiene líneas para los marxistas: "Más irónico es que algunos marxistas se hayan desgarrado las vestiduras defendiendo la propiedad privada", expresa. En otro momento, Ortega señala: "Por eso, me apresuro ahora a corregir una información errada que, a nombre del plagio, inventa una ficción. Fernando Vivas, en una nota en El Comercio (Lima, 19 de julio), se suma a la violencia contra Bryce Echenique y utiliza mi nombre como supuesto plagiado. Podría, al menos, haberme preguntado por la veracidad del rumor malevo. Le habría yo respondido que no es cierto. El prólogo a los Cuentos de Julio Ramón Ribeyro lo firma Bryce y es suyo, aunque lo haya escrito yo. No es un plagio: es una complicidad literaria, acordada por ambos. Nunca he escrito mejor. Y me he divertido mucho con el juego y el humor de ese gesto de des-autor-ización de la propiedad privada. No es el único que he propiciado. Forman parte de mi práctica crítica de 'intervención' de algunos paisajes". ¿Qué otros juegos humorísticos de complicidades literarias no advertidas a los lectores ha publicado la editorial Alfaguara? Ortega concluye su texto con las siguientes frases: "No han faltado comentaristas que con perverso regusto han querido poner en entredicho a Bryce Echenique, acorralarlo y acrecentarle la herida peruana. Pero los lectores que han sido felices con sus libros, los que reconocen la generosidad de su talento y la nobleza de su vasta novelización verdadera, no deberían alimentar ese penoso intento de asesinato periodístico. Podrían, más bien, imaginar la posibilidad de otras hipótesis, para evitar ese exceso de poca fe".
Creo no equivocarme si afirmo que este artículo de Julio Ortega dará (de distintas formas) la vuelta al mundo.
En la foto: Julio Ortega. "El plagio, como es bien sabido, deriva del triunfo del mercado en la actividad literaria, y se impone como razón económica no por reclamo de los autores sino por la lógica comercial de los impresores", sostiene.