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miércoles, agosto 01, 2007

Una guitarra eléctrica para Edwin Zcuela

Por Róger Santiváñez

A pedido de mi amigo el poeta Paolo de Lima, enhebro estas líneas sobrelpucho, inmediatamente después de haberme enterado de la muerte de Edwin Núñez, fundador, líder y cantante del conjunto Zcuela Crrada, uno de los cinco grupos iniciales de la movida del rock subterráneo del Perú, junto a Leuzemia, Narcosis, Autopsia y Guerrilla Urbana hacia 1985.
Una avalancha de imágenes vienen a mi memoria pero entre ellas destaco la primera vez que me reuní con los subtes (entrevistándolos para la revista Oiga) en las gradas del edificio de la Unidad Vecinal que queda cerca de San Marcos, a la puerta del departamento de Daniel F. Allí conocí a Edwin vestido con su uniforme punk, su parado rape y su lacia colita que le caía sobre la nuca. Fue Leo Escoria quien me llevó hasta ese encuentro. También estaban Montaña, Kimba Vilis, Kilowatt, Matute, Kike Excomulgado, el Omiso y Espátula Venérea. Es decir, la plana mayor de esa juventud rockanrolera radical que me tocó conocer, cuando ya el Movimiento Kloaka había desaparecido, pero del que ellos me reconocían extraído de allí y me consideraban entre las Ovejas Negras que los habían antecedido en su propuesta de ruptura.
Cuando yo le pregunté a Edwin el porqué del nombre de su grupo, él me contestó muy seriamente que se trataba de cerrar todas las escuelas, colegios y universidades porque moldeaban el espíritu de las gentes bajo un férreo y alienante proceso castrador, que liquidaba y domesticaba toda la vitalidad y creatividad de la persona. Esto hacía que todo el mundo viviera alienado, encerrado como en una cárcel mental, en una "Zcuela Crrada" me dijo; y de allí el nombre que quería denunciar esta situación de opresión a que el sistema somete a los seres humanos.
A mí me pareció muy interesante dicha tesis y a partir de entonces una gran amistad me unió a este pata, con quien me encontraba en todos los conciertos subtes de aquella fulgurante época: en la sala de Magia, en el canchón de Chofers, o en la Plaza de Acho la noche que le tocó a Zcuela Crrada compartir el estrado con Los Violadores de Buenos Aires. "Ansias de Loco Burdel" o "La Calle de la Muerte" son algunos de los estribillos que recuerdo entre las canciones que reventaban los escenarios, mientras las mejores mentes de mi generación (Ginsberg dixit) se rompían el alma en un pogo salvaje que remecía los cimientos de una Lima pacata, hipócrita y reaccionaria.
La sinceridad de la propuesta subterránea se propagó como un reguero de pólvora por toda la ciudad. Se trataba de hacer un rock primeramente en nuestra lengua, y que reflejara lo que ocurría en el país, con letras directas y en una tonalidad punk e inmediatamente dark, que provocara la conciencia y motivara a los jóvenes hacia el cambio radical de una sociedad con la que no estaban de acuerdo. Era una sola mancha subte, conformada por muchachos y algunas chicas provenientes de distintos barrios y estratos de Lima, unidos y solidarizados bajo una estética centrada en la revuelta y en un visionario humanismo. Esto es lo que ocurría en 1984 y 85.
La vida cambia y con el paso del tiempo dejé de ver a Edwin Zcuela. Ya en los 90s lo encontré una noche en el Bar Queirolo de Quilca y nos abrazamos entre un bosque de botellas de cerveza. Trabajaba en una editorial (o una imprenta) y le iba muy bien. Mi oscura vida maldita de esos días se iluminaba cada vez que lo encontraba y podíamos recordar los viejos tiempos y volver a hablar de Zcuela Crrada, ya que hacia el 99 o 2000 Edwin tuvo la idea de reflotar el grupo y empezar a presentarse públicamente de nuevo. Inmediatamente después (2001) yo abandoné Lima, primero en son de curación total en mi natal Piura y luego partí becado a seguir un post-grado en los Estados Unidos.
Hace unos pocos meses -a través de Montaña- me enteré que estaba hospitalizado. La súbita noticia de su pase a la Gloria me coge desprevenido. Es un aire malsano que se filtra entre el hirviente verano boreal. Pero algo me dice que Edwin pudo haberse salvado y haber vivido y creado mucho más. Siempre he oído que el Perú mata a sus artistas. El caso de Edwin Zcuela parecería confirmar dramáticamente este aserto. Y esto llena de indignación a cualquiera. Porqué tiene que morir -debido a la ausencia de recursos- una excelente persona, joven creador cuyo talento tenía mucho para darle no solo al rock and roll, sino a la entera vida que acontece en cada esquina de nuestro país. Como dijo el gran Lucho Hernández, no es que la sociedad está mal, sino que no hay sociedad.
Aquí le pongo punto a esta nota. Una nota que se amplifica y se eleva, cruza las nubes y llega al profundo cielo de Lima. Una nota en rock como a Edwin Zcuela le hubiera gustado.

Collingswood, New Jersey, 31 julio 07.


En la foto: casete, 198¿5-6?. El dibujo del mismo pertenece a Leo Escoria.