La historia descubierta
Arte: Muestra antológica de Susana Torres narra su historia desnuda y personal del Perú
Por Rebeca Vaisman*
No quería ni parque de diversiones, ni cine. Cuando, de niña, pedía ser premiada, en casa tocaba día de mercado. O de ida a La Parada, si la hazaña infantil había sido muy especial. "Era lo máximo", recuerda, y muy bien, ahora que ha pasado el tiempo y ya no vive en Jesús María sino en Chaclacayo, con su esposo e hijos, desde hace diez años.
Recorre todos los días la Carretera Central. Va despacio para encontrar entre los camiones algún tapabarros que le guste. O alguna de las faldas que se consiguen, baratísimas, en el mercado de Ceres, "y que cuando te la pones y queda regia, alguien se acerca y te pregunta si es de Dior... ¡En serio!, me lo han preguntado...", asegura, pero sin necesidad: la cojudez siempre es muy probable.
También hay peligro, contaminación y caos. No le interesa mitificar nada.
Cree que ha tenido suerte en ver lo que ha visto. Y no se excusa cuando explica que ha tomado de eso lo que ha querido. "Descaradamente", afirma.
"El Repase" es el nombre de la muestra antológica que reúne los últimos quince años de trabajo de la artista plástica Susana Torres (Lima, 1969). El título apela al recorrido que supone una obra reunida, pero también a la costumbre bélica de ultimar –"repasar"– a los heridos caídos. Que ha quedado, quizás, como imagen de una Guerra del Pacífico que hasta ahora, dos siglos después, sigue siendo una suma de almas en pena.
La referencia histórica del título no es gratuita. Se buscó que las series y piezas elegidas para conformar la muestra representen momentos claves del devenir nacional. "Podría decir que van desde sueño de San Martín hasta las nostalgias imperiales", explica Torres. “Es como una visión de los logros y los fracasos republicanos”. Logros y fracasos que se arrastran hasta este novísimo siglo XXI y se reflejan en la mirada de los peruanos. Y en el espejo.
"Siempre me ha interesado trabajar sobre la identidad", dice la artista. "Para ello, mezclo mi propia historia con la de la comunidad que me compete. Por ejemplo, para la época de mi primera muestra individual, 'La Vandera', yo comienzo a aprender lo que es ser un ama de casa. Entonces, mi trabajo habla de las rabonas y del heroísmo en la vida cotidiana. Yo no iba a hablar de mí porque, ¿a quién le interesa? Pero sí de la posibilidad de ser libertador, incluso desde la condición de esclavo".
Torres se apropia de típicos símbolos considerados patrios y los saca de sus pedestales para volverlos cotidianos. Pero también se da tiempo para hacer lo contrario y descubrir objetos comunes y corrientes que han devenido en nuevos (y quizás más reales) símbolos de la patria. Para ella, si una bandera blanquirroja puede ser lavada y planchada, bien pueden jabones Bolívar y botellas de Inca Kola lucirse en un museo.
Pero ni siquiera quince años de búsqueda, a través de herramientas plásticas y performáticas, le han dado a Torres respuestas certeras ("La identidad peruana es un montón de verduras, fruta, carnes, metidas en una licuadora"); sí sabe, en épocas en que alguno podría hablar de una apropiación frívola de la simbología nativa o popular (una colorida postura chicha chic), que la identidad no sólo pasa por Sarita Colonia o Chacalón, sino también por experiencias tan distintas y distantes como el Inti Raymi o la misma Inca Kola.
Finalmente, esta primera antológica, que da nuevo orden a su interés por la reconstrucción de la historia nacional, le ha servido a Torres, dice ella, para hacer memoria de muchas cosas. "Y también para darme cuenta que no estoy tan joven. Lo cual me da mucha risa".
* Publicado en Caretas Nº 1993.
En la foto: Susana Torres. "En la serie de huacos retrato me interesa recuperar esta antigua forma de retratarnos", dice Torres, y posa ligera junto a su obra: huacos retrato de Yma Súmac, de ella misma y de uno de sus hijos. [Leyenda de Caretas]
"El Repase" es el nombre de la muestra antológica que reúne los últimos quince años de trabajo de la artista plástica Susana Torres (Lima, 1969). El título apela al recorrido que supone una obra reunida, pero también a la costumbre bélica de ultimar –"repasar"– a los heridos caídos. Que ha quedado, quizás, como imagen de una Guerra del Pacífico que hasta ahora, dos siglos después, sigue siendo una suma de almas en pena.
La referencia histórica del título no es gratuita. Se buscó que las series y piezas elegidas para conformar la muestra representen momentos claves del devenir nacional. "Podría decir que van desde sueño de San Martín hasta las nostalgias imperiales", explica Torres. “Es como una visión de los logros y los fracasos republicanos”. Logros y fracasos que se arrastran hasta este novísimo siglo XXI y se reflejan en la mirada de los peruanos. Y en el espejo.
"Siempre me ha interesado trabajar sobre la identidad", dice la artista. "Para ello, mezclo mi propia historia con la de la comunidad que me compete. Por ejemplo, para la época de mi primera muestra individual, 'La Vandera', yo comienzo a aprender lo que es ser un ama de casa. Entonces, mi trabajo habla de las rabonas y del heroísmo en la vida cotidiana. Yo no iba a hablar de mí porque, ¿a quién le interesa? Pero sí de la posibilidad de ser libertador, incluso desde la condición de esclavo".
Torres se apropia de típicos símbolos considerados patrios y los saca de sus pedestales para volverlos cotidianos. Pero también se da tiempo para hacer lo contrario y descubrir objetos comunes y corrientes que han devenido en nuevos (y quizás más reales) símbolos de la patria. Para ella, si una bandera blanquirroja puede ser lavada y planchada, bien pueden jabones Bolívar y botellas de Inca Kola lucirse en un museo.
Pero ni siquiera quince años de búsqueda, a través de herramientas plásticas y performáticas, le han dado a Torres respuestas certeras ("La identidad peruana es un montón de verduras, fruta, carnes, metidas en una licuadora"); sí sabe, en épocas en que alguno podría hablar de una apropiación frívola de la simbología nativa o popular (una colorida postura chicha chic), que la identidad no sólo pasa por Sarita Colonia o Chacalón, sino también por experiencias tan distintas y distantes como el Inti Raymi o la misma Inca Kola.
Finalmente, esta primera antológica, que da nuevo orden a su interés por la reconstrucción de la historia nacional, le ha servido a Torres, dice ella, para hacer memoria de muchas cosas. "Y también para darme cuenta que no estoy tan joven. Lo cual me da mucha risa".
* Publicado en Caretas Nº 1993.
En la foto: Susana Torres. "En la serie de huacos retrato me interesa recuperar esta antigua forma de retratarnos", dice Torres, y posa ligera junto a su obra: huacos retrato de Yma Súmac, de ella misma y de uno de sus hijos. [Leyenda de Caretas]
Esta fundamental muestra antológica se inaugura hoy a las 7:30 pm en la Sala Raúl Porras Barrenechea del Centro Cultural Ricardo Palma (Larco 770, Miraflores).