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lunes, octubre 15, 2007

Más sobre La cuarta espada

El día de hoy en el suplemento Variedades del diario El Peruano, Ernesto Carlín publica una entrevista a dos páginas (que pueden leer aquí) a Santiago Roncagliolo por su libro La cuarta espada. En ella el narrador "contesta a los cuestionamientos habituales a su obra", tal y como me comenta Carlín en una comunicación personal. Por mi parte, transcribo tres preguntas de la ya mencionada entrevista de Diego Salazar a Roncagliolo publicada en el folleto distribuido por la editorial Debate la noche de la presentación de La cuarta espada en la sala Borges de la Casa de América aquí en Madrid.
Leyendo el libro uno descubre, no sin cierto pavor, la claridad y lucidez del análisis de la sociedad peruana que realiza [Abimael] Guzmán. Guzmán ve las grietas y los fallos de un Estado y una sociedad que sus propios dirigentes se niegan a ver...
Así es, creo que él era, al menos a mediados de los ochenta, el mejor analista político que tenía el país, el único que entendía lo que estaba ocurriendo. Cuando Sendero Luminoso empieza nadie en el país sabía lo que estaba pasando, luego nadie sabía cómo combatir a este grupo terrorista porque no era una guerrilla normal, no era una guerrilla cubano-guevarista... Y ese análisis también lo había hecho él, sabía que una guerrilla típica, en la línea cubana, no era viable en el Perú. Además de que despreciaba a Cuba, claro, le parecía un Estado de derecha. Pero sí, el Estado no sabía qué hacer con él y él sí sabía cómo manejar al Estado. Fue capaz, por ejemplo, de darse cuenta de que los militares no iban a ser capaces de coordinarse con la población civil, por lo tanto no iban a ser capaces de tener una respuesta rápida y que cuando finalmente reaccionasen iban a entrar a sangre y fuego, algo que beneficiaba a su propio proyecto. Guzmán, para poner otro ejemplo, previó el golpe de Fujimori de 1992. Su concepto del Estado, que era este concepto marxista que puede parecer caricaturesco, es decir, que el Estado es despótico, fascista, asesino, en resumen, que todos los componentes son "malos", normalmente esta definición no sería más que un error de análisis, normalmente un Estado no es tan fácil de diagnosticar, pero resultó que el Estado peruano se comportó en determinados momentos de acuerdo a esa caricatura, luego en la práctica el Estado se pareció bastante a esa definición.
Hay un cosa interesante en el libro, muy curiosa, y es que de los personajes del libro, de los miembros de la cúpula de Sendero, del único del que jamás se cuenta un episodio de violencia es del propio Guzmán.
Nadie, a lo largo de toda la investigación, me contó jamás un episodio de violencia que tuviese a Abimael como protagonista. De hecho, para mí una de las cosas más interesantes de Guzmán es que es la muestra del poder de las ideas. Él no usaba armas, no sabía qué hacer con un arma. Según Feliciano, lo dice en algún momento, si le dabas un arma probablemente se pegase un tiro sin querer. Lo que él sabía era articular la violencia, realizar un análisis de la situación y servirse de los activos que encontrase. Y eso es lo realmente peligroso. Un tipo con una bomba es un tipo con una bomba, puedes arrestarlo y se acabó la amenaza. Pero alguien cuyo poder de destrucción son las ideas, aunque lo metas preso, su trabajo ya está hecho, la semilla ya está plantada. Y sigue haciendo su trabajo cada vez que habla o escribe. Guzmán dirigió la guerra desde un escritorio, y tenía una concepción absolutamente burocrática de la guerra: Comité Central, Buró Político, Secciones Provinciales y Regionales.
Esa imagen, el artífice de una matanza que se saldó con sesenta y nueve mil muertos sentado en un escritorio, dirigiéndolo todo desde un escritorio es tremendamente perturbadora.
Así es, el mayor asesino de la historia del Perú es un intelectual. Es una imagen muy perturbadora, y más aún en América Latina, donde nadie cree que los intelectuales sirvan para algo.

En la foto: carátula de La cuarta espada.