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domingo, diciembre 09, 2007

El poeta Toño Cisneros

Como di cuenta el viernes, hoy El Dominical de El Comercio dedica gran parte de sus páginas a Antonio Cisneros. Peter Elmore en su artículo sostiene lo siguiente: "Poeta mayor de la llamada generación del 60 en el Perú y figura de primer orden en la lírica castellana contemporánea, Cisneros moldea en la forma flexible y abarcadora de su poesía -vitalista y culta, coloquial y arcaizante, épica y confesional, cosmopolita y arraigada en la vida peruana- materiales en apariencia disímiles: el ámbito de la escritura comprende, holgadamente, tanto a la larga duración histórica como a la actualidad doméstica. Reacio a dividirse entre el impulso cívico y la cavilación intimista, el poeta no cede ante la falsa dicotomía entre la realidad colectiva y la experiencia individual: la primera persona de la poesía se convierte en una asamblea de voces y en un teatro de perspectivas. En Ezra Pound y, sobre todo, en Bertolt Brecht, halló Cisneros pistas y propuestas que habría de incorporar creativamente a su quehacer. A través del monólogo dramático y de un reparto versátil de presencias, el poeta amplía la órbita de su expresión". Por su parte, Eduardo Chirinos escribe las siguientes líneas que suscribo plenamente: "En mis años de universidad, Cisneros era un héroe literario. No muchos podían acceder a ese título más consagratorio que los premios (que Cisneros, para colmo, ya se los había ganado). Los otros héroes pertenecían a la tradición oral y debíamos conformarnos con los saldos de las publicaciones del INC. Además eran inalcanzables: Heraud asesinado en Madre de Dios, Martín Adán recluido en Larco Herrera, Eielson en su exilio romano, Westphalen en su reino silencioso. Se me dirá, y con razón, que su condición de inalcanzables era precisamente lo que los convertía en mito, y es verdad. Pero cuando se es joven se busca también la presencia: la cara, el gesto, los tics y desplantes que configuran la imagen de un autor y nos permite cotejarla con la que hemos construido en las lecturas. Y allí estaba Cisneros, veinte años mayor que nosotros, luciendo el mismo desenfado y el mismo blue jean con que aparece en sus poemas, y leyéndolos como él sabe hacerlo: con el cuerpo y el oído tan afinados como su dicción. Además estaba su generosidad con los poetas más jóvenes, su capacidad para apreciar el valor de versos primerizos y orientar sin pontificar ni hacer sentir autoridad ninguna. Eso le venía de una larga tradición que ojalá nunca se pierda: la de la camaradería entre los poetas mayores y los más jóvenes. Muchas veces he pensado que es esa camaradería la que sostiene el exigente legado de Vallejo, Eguren y Martín Adán en un país carente de proyectos editoriales, apoyo estatal y becas de creación".

En la foto: Cisneros con unos folletos del equipo de sus amores, el Sporting Cristal
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