Arte Non Sancto
Muestra de Micromuseo que promete sacar del clóset al arte peruano
Por Maribel de Paz*
En una sociedad chacotera como la peruana donde el término homosexual compite en sinónimos con el blanco de los esquimales (léase tortera, chimbombo, mariposa o tortees1), bien vale una muestra como la de próxima inauguración en el Paradero Habana de Miraflores, que busca sacar del closet al arte peruano. Alteridades es el título de la exposición y su objetivo exponer la evolución de la presencia de lo travestido en la plástica nacional.
Gustavo Buntinx, al volante de la institución "Micromuseo-Al fondo hay sitio", organizadora de la muestra, pone pie derecho y explica que lo gay en el arte peruano ha pasado de lo melancólico a lo festivo, con su respectiva mirada mediática antes escandalizada y hoy cachacienta. Precisamente, como parte de la exposición se mostrará una investigación hemerográfica sobre uno de los más bochornosos incidentes de discriminación homofóbica: el intitulado "escándalo de la lagunita".
El escándalo: un baile de travestis donde bailarinas de can-can y vampiresas se congregaron en 1959 en el restaurante La Laguna de Barranco. Con batidas y embargos mediante, según recuerda Buntinx, así como la profiláctica anuencia de una inquietante Asociación Peruana de Higiene Social, a los pocos meses "hasta el nombre del establecimiento es travestido del femenino La Laguna a las connotaciones sementales de El Caballo Negro". Ahora, ese mismo espacio ha sido objeto de un transformismo radical para la construcción del Museo de Arte Contemporáneo, y sigue siendo motivo de escándalos, aunque de otro talante.
Los curadores (junto a Buntinx están Daniel Contreras y Sophía Durand), recurren al Deuteronomio para citar un credo de facha homofóbica: "No vestirá la mujer hábito de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que esto hace". El mismo terrorismo bíblico que ya en la Colonia inspiraría paseos de la vergüenza como aquella "procesión infamante por las calles de Lima que las autoridades le imponen en 1803 al mulato Francisco Pro cuando su masculinidad es descubierta bajo el atuendo de una tapada". Luego, aciagos "matacabros" tomarían la posta en desquiciadas matanzas de travestis en la década del 80 (recordar hit ochentero de Sangre Púrpura: ¿Qué te pasa, Javier? / travesti o gay, ahá… / chaca chaca te pueden hacer).
Junto a dicho descubrimiento de archivo, también integrarán la muestra propuestas de una musealidad "mestiza y promiscua", con obras de Lu.Cu.Ma., Gilda Mantilla, Christian Bendayán y Piero Quijano, así como fotografías de rituales de iniciación del Leoncio Prado (Vargas Llosa no habido).
La muestra, que se presenta como complemento al lanzamiento del libro Museo Travesti, del artista Giuseppe Campuzano, llega como interesante correlato al estreno de Al Pie del Támesis, obra de Mario Vargas Llosa donde se apela a la transexualidad. Muestra, libro y obra de teatro, pues, pueden servir como una reflexión no solo de las opciones de género, sino de la visión de nación en el Perú, un país en cuyo discurso oficial nos preciamos de haber superado apartheids y abismos sociales. En realidad, dirán muchos, el árbol de la inequidad no ha sufrido ninguna poda sustantiva, quizá un mero travestismo político-social que a veces, ay, viene con yapa.
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(1) No confundir con el inefable chizito, reservado para tribulaciones menores.
* Publicado en Caretas 2021.
En la foto: Maorilyn, del taller N.N. [Leyenda de Caretas] Hoy se presenta en el C.C. de España el libro Museo travesti del Perú de Giuseppe Campuzano.
Por Maribel de Paz*
En una sociedad chacotera como la peruana donde el término homosexual compite en sinónimos con el blanco de los esquimales (léase tortera, chimbombo, mariposa o tortees1), bien vale una muestra como la de próxima inauguración en el Paradero Habana de Miraflores, que busca sacar del closet al arte peruano. Alteridades es el título de la exposición y su objetivo exponer la evolución de la presencia de lo travestido en la plástica nacional.
Gustavo Buntinx, al volante de la institución "Micromuseo-Al fondo hay sitio", organizadora de la muestra, pone pie derecho y explica que lo gay en el arte peruano ha pasado de lo melancólico a lo festivo, con su respectiva mirada mediática antes escandalizada y hoy cachacienta. Precisamente, como parte de la exposición se mostrará una investigación hemerográfica sobre uno de los más bochornosos incidentes de discriminación homofóbica: el intitulado "escándalo de la lagunita".
El escándalo: un baile de travestis donde bailarinas de can-can y vampiresas se congregaron en 1959 en el restaurante La Laguna de Barranco. Con batidas y embargos mediante, según recuerda Buntinx, así como la profiláctica anuencia de una inquietante Asociación Peruana de Higiene Social, a los pocos meses "hasta el nombre del establecimiento es travestido del femenino La Laguna a las connotaciones sementales de El Caballo Negro". Ahora, ese mismo espacio ha sido objeto de un transformismo radical para la construcción del Museo de Arte Contemporáneo, y sigue siendo motivo de escándalos, aunque de otro talante.
Los curadores (junto a Buntinx están Daniel Contreras y Sophía Durand), recurren al Deuteronomio para citar un credo de facha homofóbica: "No vestirá la mujer hábito de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que esto hace". El mismo terrorismo bíblico que ya en la Colonia inspiraría paseos de la vergüenza como aquella "procesión infamante por las calles de Lima que las autoridades le imponen en 1803 al mulato Francisco Pro cuando su masculinidad es descubierta bajo el atuendo de una tapada". Luego, aciagos "matacabros" tomarían la posta en desquiciadas matanzas de travestis en la década del 80 (recordar hit ochentero de Sangre Púrpura: ¿Qué te pasa, Javier? / travesti o gay, ahá… / chaca chaca te pueden hacer).
Junto a dicho descubrimiento de archivo, también integrarán la muestra propuestas de una musealidad "mestiza y promiscua", con obras de Lu.Cu.Ma., Gilda Mantilla, Christian Bendayán y Piero Quijano, así como fotografías de rituales de iniciación del Leoncio Prado (Vargas Llosa no habido).
La muestra, que se presenta como complemento al lanzamiento del libro Museo Travesti, del artista Giuseppe Campuzano, llega como interesante correlato al estreno de Al Pie del Támesis, obra de Mario Vargas Llosa donde se apela a la transexualidad. Muestra, libro y obra de teatro, pues, pueden servir como una reflexión no solo de las opciones de género, sino de la visión de nación en el Perú, un país en cuyo discurso oficial nos preciamos de haber superado apartheids y abismos sociales. En realidad, dirán muchos, el árbol de la inequidad no ha sufrido ninguna poda sustantiva, quizá un mero travestismo político-social que a veces, ay, viene con yapa.
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(1) No confundir con el inefable chizito, reservado para tribulaciones menores.
* Publicado en Caretas 2021.
En la foto: Maorilyn, del taller N.N. [Leyenda de Caretas] Hoy se presenta en el C.C. de España el libro Museo travesti del Perú de Giuseppe Campuzano.