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domingo, junio 15, 2008

Carlos López Degregori: 30 años del primer libro de poesía

Un día como hoy, hace treinta años (el mismo día del estreno de Grease), apareció el primer poemario de Carlos López Degregori, Un buen día, en una cuidada edición artesanal con tapas de cartón. El libro fue publicado en el sello de La Sagrada Familia y el poemario, hoy inhallable, recogía 12 textos. Cinco de ellos fueron rescatados en Lejos de todas partes (1994), antología poética del autor, de los cuales incluyo en este post los primeros tres. Como apunta Edgar O'Hara en su estudio introductorio a dicha antología, Un buen día obtuvo en 1976 el primer premio en los Juegos Florales de la Universidad Javeriana de Bogotá. Uno de los poemas, el aquí incluido "Hablábamos del mar", en una primera versión había formado parte de Las Islas, título con el que López Degregori quedara finalista en el concurso El poeta joven del Perú de 1975 (dicha colección se publicó en el número respectivo de los trujillanos Cuadernos trimestrales de poesía). O'Hara también ofrece la siguiente idea sobre el poemario: "Un buen día (1978) expone de manera muy fiel las bases de esta poética: ocultamiento de lo anecdótico, preferencia por la composición como suma o distribución de imágenes. A nivel de la persona que allí se expresa es ostensible la indagación en el Yo (uno y múltiple) que la conforma, mientras que el lenguaje utilizado es un arma peligrosa por lo que quiere o no puede aún decirnos[.] La palabra asumirá dos formas: jerogrífico y llave para descifrarlo. Pero también esa máscara, la que sea, pide ser revelada; o quizás acepta la concesión de una voz que murmura incluso en la impersonalidad de cualquier descripción" (13). A continuación, los poemas.

UN BUEN DÍA


1

Un buen día
Nos descubrimos en el agua
Y decidimos nacer muy lentamente

Y estamos o no estamos
Nos buscan
Nos preguntan
Presencia sospechosa una visita
Alguna llamada para nadie en el teléfono
Y dónde
Dónde nos habremos metido acaso sin saberlo
Tal vez en el jardín jugando a las estatuas
O extraviando nuestros cuerpos en la calle más lejana
Un destino mejor
Una palabra

2

Un buen día
Nos descubrimos en el agua
Y elegimos una mano
Un ojo un cabello

Hablamos con Casandra

3

Casandra
El juego ha concluido
Y ya la hiedra guerreros unos años
Subieron hasta la ventana más alta de la torre
Tejiste profecías que aprendimos a leer
En la dura persistencia de tu cuerpo
Y a cada cual su propia historia
Su propio mar oscuro
Engaño enfermedad
Destierro y gallo negro

Resulta que ahora el fuego nos aturde
El agua no nos limpia
Ni convierte


CUALQUIER DÍA UNA MANO

cualquier día una mano nos detiene
un toque muy discreto
apenas un chasquido dibujado
con la punta de los dedos

la seguimos
y aún no hay preguntas
(ella puede ser muy amable al comienzo)
pero ya no habrá más tiempo
para terminar con el café
regresar del trabajo contando nuestras llaves
o amar una mujer
un cortaplumas

tal vez una sospecha
cualquier ojo en la ventana dispuesto a delatarnos
cierta marca que llevábamos
aunque nosotros no la vimos

y sucedió
la mano se dio vuelta
jugó a interrogarnos
después nos estranguló y borró todas las huellas

es posible


HABLÁBAMOS DEL MAR

Hablábamos del mar
De su final en el punto donde se estremecen las linternas
Y se confunden vertiginosos los peces moribundos
con los navíos y los hombres
Y dijo Usted que así sería
Que todo estaba ya en la escritura de las olas
Porque así es el designio fatídico del agua
El paso de los siglos
De las islas

Hablábamos del mar aquella tarde
La justa
La soleada
En que Usted concluía sus escritos
Y viendo finalmente su trabajo propuso celebrar
Seguimos entonces por la línea de la playa
Hasta el recinto lustral de la taberna
Ningún presentimiento
Ningún vuelo de lanza o pájaro agorero
Oscureció el vino y las muchachas

Del resto de la historia me enteré por los periódicos
Por las noticias de un viejo transeúnte que lo vio
bajo la sombra de dos encapuchados
Entonces supe que su libro no aparecería
Que empezaba ya a sentir en las regiones de la piel
Un pequeño mar cadalso
Mar olvido
Mar hoguera



En la foto: carátula del poemario, Carlos López Degregori y la máscara revelada.