La tradición de los ornitorrincos
A propósito de la mención hecha ayer por Miguel Gutiérrez en la entrevista de Jorge Coaguila en Semana de La Primera sobre la próxima publicación de la segunda edición de su libro de ensayos La generación del 50: un mundo dividido (1988), me puse a releer algunos capítulos de este libro, particularmente el séptimo, sobre "La poesía del 50", en el que Gutiérrez comenta "la dicotomía entre poetas 'puros' y 'sociales'" (59-62). Un fragmento en el cual Miguel Gutiérrez menciona que "lo interesante es que estas dos líneas [poéticas] se manifiestan también en la narrativa[ de la generación del 50, donde] se da la dicotomía entre la ficción fantástica-esteticista —Mejía Valera, Durand, Buendía, León Herrera, Loayza, Ribeyro— y la ficción realista —Zavaleta, Vargas Vicuña, Congrains, Reynoso, el segundo Loayza, y de nuevo Ribeyro, excelente en los dos registros—" (61), me ha parecido especialmente vinculado con la distinción enfatizada por Carlos Calderón Fajardo "entre novela 'artística' y novela 'social'". Veo en esta "ficción fantástica-esteticista" de Gutiérrez un claro antecedente de los así llamados ornitorrincos de Calderón Fajardo, que como dice "abundan sobre todo a partir de lo años 90". Y si ya existe esta línea o tradición, ¿cómo es que por esta vía se puede "intentar superar la estéril discusión entre 'andinos' y 'costeños'"? Una narrativa elusiva, "cuyo propósito es antes que nada artístico, es decir autores para quienes el referente nacional, la realidad social peruana no es lo más importante, incluso es prescindible" y exclusivamente interesada en "expresar una verdad humana y no necesariamente social y con mensaje" no me parece el camino adecuado.
En la foto: carátula de la primera edición de La generación del 50: un mundo dividido.
En la foto: carátula de la primera edición de La generación del 50: un mundo dividido.