Entrevista a Gilles Lipovetsky
Hoy la sección cultural de El País publica una entrevista de Ferran Bono al pensador francés Gilles Lipovetsky (1944), cuyo libro Los tiempos hipermodernos acaba de ser editado por Anagrama. Algunas preguntas.
¿El hombre y la mujer desempeñan el mismo papel en lo que llama "democratización del lujo"?
En mi libro [El lujo eterno] hablaba de la feminización del lujo. Empieza en el siglo XVIII y continúa, porque el lujo es cada vez más sensual y no es para mostrar poder. Responde a las aspiraciones del individuo, que quiere cosas bonitas. Quiere un coche y que el interior sea agradable. Pasamos de un lujo físico, de cosas materiales, a un lujo emocional. Y lo emocional es muy femenino y está asociado a la sensualidad. La sexualidad, el placer de los sentidos... es la feminización del lujo.
¿Este lujo no es una forma más de legitimar el consumismo?
No. La democratización del lujo es sobre todo la expresión de una sociedad que quiere aprovechar el presente. Antes las clases pobres querían sobrevivir; ahora, viajar y tener coches de marca. Esto potencia los valores hedonistas.
¿Es un avance?
Es una vieja pregunta que se remonta al menos al siglo XVII. Hay dos posiciones: la de Voltaire, que dice que es la expresión de la civilización; y la de Rousseau, que afirma que esto conduce al hedonismo y al final de las virtudes.
¿Y cuál es su opinión?
(Sonríe) Es una pregunta embarazosa. No niego el derecho al lujo, ni hago apología. Hay formas de lujo que me chocan, pero no todas. En São Paulo hay un centro comercial de lujo a pocos metros de un poblado de favelas. Por otro lado, Louis Vuitton manda construir al arquitecto Frank Gehry la sede de su fundación. Es increíble. No podemos condenarlo. Si suprimimos los objetos de lujo, la vida deviene triste. Es una forma de placer, pero también me molesta, porque hay quien no tiene nada. Pero suprimiendo el lujo no vamos a acabar con la pobreza.
En la foto: Gilles Lipovetsky.
¿El hombre y la mujer desempeñan el mismo papel en lo que llama "democratización del lujo"?
En mi libro [El lujo eterno] hablaba de la feminización del lujo. Empieza en el siglo XVIII y continúa, porque el lujo es cada vez más sensual y no es para mostrar poder. Responde a las aspiraciones del individuo, que quiere cosas bonitas. Quiere un coche y que el interior sea agradable. Pasamos de un lujo físico, de cosas materiales, a un lujo emocional. Y lo emocional es muy femenino y está asociado a la sensualidad. La sexualidad, el placer de los sentidos... es la feminización del lujo.
¿Este lujo no es una forma más de legitimar el consumismo?
No. La democratización del lujo es sobre todo la expresión de una sociedad que quiere aprovechar el presente. Antes las clases pobres querían sobrevivir; ahora, viajar y tener coches de marca. Esto potencia los valores hedonistas.
¿Es un avance?
Es una vieja pregunta que se remonta al menos al siglo XVII. Hay dos posiciones: la de Voltaire, que dice que es la expresión de la civilización; y la de Rousseau, que afirma que esto conduce al hedonismo y al final de las virtudes.
¿Y cuál es su opinión?
(Sonríe) Es una pregunta embarazosa. No niego el derecho al lujo, ni hago apología. Hay formas de lujo que me chocan, pero no todas. En São Paulo hay un centro comercial de lujo a pocos metros de un poblado de favelas. Por otro lado, Louis Vuitton manda construir al arquitecto Frank Gehry la sede de su fundación. Es increíble. No podemos condenarlo. Si suprimimos los objetos de lujo, la vida deviene triste. Es una forma de placer, pero también me molesta, porque hay quien no tiene nada. Pero suprimiendo el lujo no vamos a acabar con la pobreza.
En la foto: Gilles Lipovetsky.